30. La solución

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Sasuke se quedó en silencio después de casi una hora hablando. Había narrado absolutamente todo lo que había sucedido desde que engañó a Sakura hasta que la encontró sangrando en el taxi de un anciano.

Ojalá alguien hablara... o tosiera, por último. Pero ninguno de los dos hombres frente a él se movía. Ambos lo escucharon atentamente la primera media hora pero conforme Sasuke iba narrando los desastrosos dos últimos años que había tenido, los dos hombres reaccionaron diferente.

Itachi quitó la mirada de él y se puso a ver la ventana, como si estuviera avergonzado. Fugaku, en cambio, entornó los ojos y lo observó con mucha más atención, de una manera tan inquietante que Sasuke se sintió terriblemente atravesado por sus ojos fríos.

Sasuke tragó esperando a que le dijeran algo. Quizá pasaron unos minutos hasta que su padre se puso de pie y le dio la espalda. Sus zapatos resonaron en la habitación mientras caminaba por la estancia como si evaluara lo que le iba a decir. 

– ¿Y traías a tus mujeres a esta habitación? – preguntó finalmente Fugaku. Al darse la vuelta, tenía una expresión de asco en el labio.

Sasuke no respondió, pero escuchó a Itachi soltar un suspiro.

– Qué asco– escupió Fugaku. – Y qué vergüenza. – Su padre meneó la cabeza en desaprobación. – ¿Y ahora qué vas a hacer?

Fugaku alzó las cejas, interrogándolo con tal dureza que Sasuke se quedó de piedra.

– Habla, ¿qué vas a hacer? – insistió. – ¿En dónde la vas a esconder para que ese enfermo no la decapite?

– Papá... – Itachi intervino.

– Tu cállate– interrumpió Fugaku alzando una mano. – ¿En dónde la vas a esconder, así como escondías toda esa vida asquerosa que has llevado durante todo este tiempo? Ustedes dos podrán acusarme de lo que quieran, de ser duro, estricto, pero jamás he traicionado a mi familia ni mucho menos a su madre. Jamás. ¿Ahora qué vas a hacer?

– Voy a...

Algo brilló frente a la cara de Sasuke. Y luego, un golpazo que resonó en toda la habitación. Su padre, con tal fuerza y la palma de la mano extendida, le dio directamente en la cara. Sasuke se cayó sobre su cama. Tuvo el impulso de llevarse una mano al rostro pero se contuvo. Sentía la mejilla ardiendo y el ojo lagrimeando. Después, un saborcillo metálico le llenó la boca producto de su labio roto.

– Me gustaría contarle a tu suegro... Para ver si te agarra a golpes para que aprendas... A ver si tienes la desfachatez de defenderte. Sakura debería demandarte por daños y perjuicios. ¿Dices que te mandó el divorcio? Te voy a hacer firmar. Me vas a dar el contacto del abogado que te conseguiste y yo voy a hacer que acelere todo. Cuando te casaste pensé que eras tan joven y estúpido, pero te dejé hacerlo... Tu madre me convenció y mírate ahora... Pero, así como te gusta jugar a ser adulto, a meterte con mujeres, hacer llorar a tu esposa, burlarte de nosotros escondiéndonos todo, vas a afrontar esto como un adulto...

Aun con la cabeza baja, Sasuke vio una gota de su sangre caer de su labio sobre su camiseta, pero no se atrevió a limpiarse. 

– ¡Ah! Y me olvidaba... Ni siquiera nos contaste que un tipo murió y tu eres sospechoso... Increíble. Está más que claro que ese enfermo lo mató y quiso inculparte. 

– Papá, por favor ¿qué vamos a hacer? –preguntó Itachi con voz suave.

– Por supuesto, ¿qué vamos a hacer tu y yo? – replicó Fugaku andando nuevamente por la habitación. – Porque tu...– Sasuke sintió que su padre le picó con un dedo afilado en el hombro, empujándolo. – No sabes hacer nada bien.

Solo faltas tu (Sasusaku)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora