❂ capítulo treinta y nueve ❂

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n/a: honeeeeey, i'm hooooome







✧・゚: *✧・゚:*  maratón 1/3   *:・゚✧*:・゚✧
dedicado a: buffieblaine11







DAERYS





Había algo sobre la música que hacía a Daerys sentirse más liviano.

Tal vez era el suave rugido que causaba a través de los muros, o el suave arrullo que llegaba hasta él en forma de ondas, pero era una especie de ancla con el interior de su alma. Le hacía ver todo con mayor detalle, como si las imágenes de pronto se mostraran más saturadas y con más claridad. Lo mismo era con sus sentimientos, lo cual, usualmente, resentía.

No le gustaba pensar mucho acerca de eso.

Daerys prefería mantener su cabeza ocupada en otras cosas, en una posición como la suya, pensar sobre sus sentimientos era lo último en su lista de prioridades. Sobre todo cuando aún estaban tan lejos de casa, y eran invitados en una nación con la que no tenían exactamente los mejores términos, y ahora que su hermano parecía estar enfrascado con una de sus brujas.

Pero no podía evitarlo; la música parecía despertar una parte de él que por mucho tiempo se esforzó en esconder.

Mientras caminaba, con el mentón en lo alto, la espalda recta y la suave sensación de la seda sobre su piel, intentaba mantener todas esas ideas que irrumpían en su mente de un momento a otro. Todas las que llegaban junto a las ondas de sonido que cada vez eran más fuertes conforme caminaba en torno al gran salón, de donde provenía una melodía que, en otro momento, lo habría hecho sonreír.

Un baile en una tierra lejana, en el que sus anfitrionas alguna vez habían sido sus enemigas.

Daerys se frenó delante de las puertas, lo único que lo separaba entre él y la celebración. No estaba muy seguro de qué sería lo que le depararía la noche, si aquella ocasión se convertiría en un buen o mal recuerdo, a pesar de lo curioso que estaba por descubrirlo, de lo esperanzando que se encontraba por que fuera algo digno para disfrutar al lo menos una noche.

Esto no era Dragonscale, no entraría en un gran salón colmado de oro y brillo en donde la imagen de sus padres lo eclipsaría en el primer instante, de pie justo en el centro de la celebración, atrayendo a todos con esa presencia arrebatadora.

Esto era Nivhas, la tierra de las brujas... pero, por primera vez en semanas, estaba escuchando música.

Así que suspiró una última vez antes de tomar el mango de la puerta y entrar.

El gran salón de Gindar lo recibió con una sorpresa; decorado como nunca lo hubiera imaginado, lleno de una magia que hasta hacía poco sus inquilinas creían perdida para siempre. Daerys tomó la vista completa del baile antes sus ojos y sintió una punzada extraña en su estómago. Algo entre nostalgia por su hogar y alivio. Sintió como su gesto estoico lograba romperse por un segundo, ante el atisbo de la gente, los vestidos, el brillo y las voces. Una pizca de emoción que lo recorrió entero de un segundo al otro, provocando que sonriera.

Porque ahí, al fondo, había una pequeña orquesta.

Tocaban melodías que él nunca había oído, pero que eran igual de hermosas a las que Daerys había memorizado desde niño. Cuando sintió una particular adoración por los sonidos que causaban, el efecto que tenía en su corazón y que provocó que se decidiera por aprender el arte de la música.

Aprendió a tocar el violín, pudo haber intentando con algún otro instrumento, pero de pronto se encontró demasiado ocupado con otras cosas como para planteárselo en serio. Aunque había sido suficiente. Daerys adoraba aquella melodía casi tanto como a su reino.

Drakhan NeéDonde viven las historias. Descúbrelo ahora