Capítulo 11

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Era el día siguiente de la visita al teatro, me encontraba hundida en mis pensamientos como siempre, realmente me estaba cuestionándome si debía de pensar tanto las cosas, en los últimos meses pareciera que sobre pensar todo se había vuelto mi afición preferida, aunque en este sociedad una dama que piensa no es bien vista, bueno o eso parece, porque con muchas de las señoritas con las que hablo sus pensamientos están encerrados en conseguir un marido y como tendrán que ser buenas esposas, o si el color de su vestido le queda bien, bueno lo que tenía que hacer era dejar de pensar tanto, así como lo estaba haciendo en estos momentos.

Pero esta situación si era importante de pensar, que debía de hacer después de lo que sucedió ese día, había visto como Liam miraba a esa cantante y estaba segura de que era la misma forma en que yo lo miraba a él, o por lo menos eso mire, por lo que comprendía muy bien lo que él sentía por ella, y eso dolía más que nada en el mundo, era una tonta por aceptar un trato en el cual saldría lastimada al fin del día, simplemente quería desaparecer, para poder divagar su mente le pedí a Lili que me acompañara al parque cercano.

- No hace un día esplendido hoy Lili – dije después de bajarme del carruaje y dirigirme al parque.

- Me parece esplendido, miladi.

- Es alucinante que el día este tan claro y que no se miren nubes en el cielo, particularmente después de que Londres sea tan gris – alzo mi mirada para poder ver el cielo de nuevo, con solo ver el cielo podía presentir que hoy sería un buen día. Iba tan distraída con el clima que no estaba mirando el camino haciendo que tropezara con alguien.

- ¿Está bien, señorita? – dijo el caballero que me ayudo a levantarme del suelo

- Si gracias – le tomo la mano para poder levantarme

- Parece que nuestros encuentros están destinados – estaba pasando mi mano por el vestido cuando levanté mi mirada y pude ver que era Lord Shepard.

- Lord Shepard, que bueno verlo

- Lo mismo digo Lady Krueger, ¿vino a disfrutar del clima de hoy?

- Si, y usted ¿que lo hizo venir por aquí?

- Bueno, estoy intentando alejarme de la sociedad, puedo decirle con certeza que las madres casamenteras son demonios mandados para atormentar al ser humano

Me reí por ese comentario, yo lo sabía más que nadie porque lo había vivido con mi madre, cuando fueron las primeras temporadas mi madre me llevaba a presentarme a todos los caballeros que estuvieran buscando esposa, haciendo también que bailara con cada uno de los caballeros que estuvieran escritos en mi tarjeta.

- Déjeme decirle que estoy de acuerdo con usted, con excepción que no son demonios sino madres que buscan casar a sus hijas desesperadamente, además su experiencia no es nada con lo que tienen que soportar las señoritas casamenteras, nos guían de arriba para abajo conociendo a Dios sabe cuántos caballeros y haciéndonos bailar hasta que nuestros pies no puedan, esa experiencia es un martirio.

- Y ya lo creo, a veces me gusta el hecho que solo soy yo en mi familia y no pensar que mi pobre hermana vive esas cosas.

- ¿Es hijo único? – pregunte con gran curiosidad.

- Si, así es, mi madre murió al tenerme y bueno mi padre ya había tenido un heredero por lo que ni quiso volver a casarse y ¿usted?

- Yo si tengo hermanos, 3 de hecho todos varones, por lo que se imagina como fue mi vida al crecer - Una sonrisa se dibujó en mi cara al recordar como mi infancia estuvo particularmente llena de bromas por parte de mis hermanos.

- Porque no me la cuenta, mientras me acompaña a dar un paseo por el parque.

- Seria un placer. – y así hablamos, hasta que tuve que volver a casa, en el camino pensé en cómo me divertí durante la charla, pensaba no estaba segura de que James sería un buen amigo.

El Amor de la CondesaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora