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La Final del Mundo estaba a la vuelta de la esquina. Los jugadores claramente estaban nerviosos, tenían un rival jodido. Francia.

— Muchachos, confío plenamente en ustedes, sé que van a dar lo mejor de cada uno, y quiero que sepan que si perdemos este partido, no significa nada, porque llegar hasta acá con ustedes fue la mayor felicidad que tuve en mi vida, tienen que estar orgullosos de ustedes mismo por haber llegado a este punto, así sean debutantes o no, cada uno de ustedes puso su granito de arena para que esto sea posible, para que este sueño se haga realidad... ¿Y saben algo? Estoy orgulloso de ustedes muchachos, porque nadie más que nosotros sabemos cuánto la peleamos por este Mundial, por esta copa que nos fue robada años atrás; nadie más que nosotros tiene el poder de criticarnos; nadie más que nosotros la peleamos día a día contra periodistas hijos de puta que lo único que hacen es hablar mal de nosotros, ¿Y saben algo? A ellos no les interesa si ganamos a perdemos, porque ellos van a salir a matarnos igual. Yo todavía no me olvido del minuto de silencio que hicieron los pelotudos estos, no me olvidó que Maradona fue el primero que criticar a Scalo, no me olvido que había un periodista que quería que perdamos la Copa América para que Scaloni se vaya, no me olvido de todos esos pelotudos que lo único que criticaron todo el equipo desde el principio, ¡Y por eso tienen que salir a pelearla muchachos, para cerrarle el orto a todos estos! ¡Porque no hay personas más capaces de jugar este Mundial como todos ustedes, carajo! ¡¡Así que salgan a la cancha, demuestren de qué está hecha la sangre Argentina y traigan esa puta copa a casa!!

Damián era el que daba la arenga final antes de que salieran jugar. Todos lo fueron a abrazar uno por uno, y el que más tiempo lo abrazó fue Otamendi, él no lo quería soltar en ninguno momento, pero tenía que hacerlo para salir del vestuario.

— Nico, este fue tu Mundial también, te rompiste el alma entrenando y esas conversaciones nocturnas que teníamos eran más que suficiente para saber que estabas nervioso, pero estamos acá, en la final soñada, y pase lo que pase, siempre voy a estar orgulloso de vos Capitán. —Ota parecía no querer llorar, eso provocó que el Marplatense lo abrace de nuevo.— No llores wacho, que después me vas a tener que bancar a mi llorando

Con eso, ambos soltaron una suave risa y se separaron. Todos los jugadores los miraban con una sonrisa. En ese tiempo, todos se dieron cuenta de lo que allegados que eran Ota y Damián, y que por más que estuvieran en lugares diferentes, siempre hablaban maravillas del otro, como si fuera lo más preciado que tuvieran, y es que, eso, era real. Nico adoraba a Damián con toda su alma, y si algo le pasaba, su mundo se caería a pedazos; y Damián amaba a Ota, era como su hermano mayor, lo adoraba y admiraba profundamente.

Pero, volviendo a la actualidad, los chicos estaban formando para salir, así que Damián tuvo que salir al banco del cuerpo técnico para así estar con sus demás compañeros y esperar a que los jugadores salgan.

— ¿Todo bien? —Preguntó Walter Samuel.

— Sí, sí, anduve arengando un poco a los chicos nomás.

Aimar, quien había escuchado todo, incluso la arenga, puso una mano en el hombro del menor, cómo diciendo que había hecho las cosas bien.
Algunos minutos más pasaron y la final ya se estaba disputando.

Damián estaba nervioso en exceso, y no podía quedarse quieto. Siempre estaba moviéndose dentro del área del banco, reclamando, gritando, o simplemente moviendo la pierna de forma ansiosa. Ni siquiera sus compañeros podían hacer que se calmara, y eso era grave, tanto para su salud física como mental.

En cierto momento patearon a Rodri, eso hizo que el corazón de Damián se acelerara, ya que no estaba levantándose.

— Dale Rodri por favor... —Susurraba para él mismo mientras sostenía el dije de su collar.

𝘓𝘖𝘝𝘌 𝘓𝘈𝘕𝘎𝘜𝘈𝘎𝘌   |   Julián Álvarez x Oc!MaleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora