#. 𝟐𝟕 ⊹ ۫

694 73 23
                                    

Eran las 2 de la tarde cuando todo el grupito había vuelto al barrio, llamando la atención de los demás vecinos, quienes salieron a preguntar si todo estaba bien, y si la boda había salido como se había planeado meses atrás.

Tomás estaba con una sonrisa en sus labios, contestando cada pregunta que los curiosos formulaban. Damián, por otro lado, fue hasta la casa de la nona, quien se había ofrecido a cuidar a su cachorro por el tiempo en que sus dueños estaban afuera.

Con Julián acomodándose un toque el pelo, tocó el timbre y esperó a que la señora atienda. Esa mujer mayor era llamada “la nona” o directamente “abuela” debido a que es la mujer que más tiempo lleva en ese barrio.

Ella siempre atendía con una sonrisa y un tono tan maternal y dulce que hacía que cualquiera se sienta en casa. Y también fue la primera en recibir a Damián cuando había llegado a ese lugar.

La mujer jamás fue de mirar fútbol, pero con la llegada del marplatense, todos los domingos se sentaba a ver los partidos de River para así alentar a su “nieto”.

Realmente todo, o casi todo el barrio era hincha de River, y los que no lo eran, simplemente miraban los partidos solo para poder ver a Damián desempeñarse adentro de la cancha.

— Gracias Eli, después cuando cocine algo dulce te traigo como agradecimiento. —Habló Damián, una vez tuvo al cachorro en sus brazos.

— No hace falta, corazón. —Respondió la mujer, tan dulce como siempre.— Sabés que lo hago por mero cariño que te tengo, no hace falta que me des nada a cambio.

— Está bien, pero aún así voy a encontrar la forma de agradecerle. —El azabache se agachó a darle un beso en cada cachete y vió como su pareja hizo lo mismo.

Se despidieron de la mujer y fueron directo a su casa a descansar un poco. Después verían qué comían, en ese momento sus cuerpos rogaban por un poco de paz y descanso.

— Andá subiendo, yo le doy de comer a Hermes y voy. —Dijo Damián, entre medio de un bostezo.

Julián no dijo nada y simplemente caminó a paso pesado por las escaleras hasta llegar a la habitación que compartía con su novio —que realmente era la de Damián—, se quitó todo menos el boxer, se puso una bermuda que tenía para dormir y se tiró en la cama, durando no menos de 10 segundos que ya estaba profundamente dormido.

Damián, por otro lado, le dió de comer a su cachorro y fue al baño de invitados para así desmaquillarse la cara, dejando ver de nuevo aquellos golpes que poco a poco empezaban a tomar el color de su piel nuevamente.

Tendría que haberlo hecho mierda. —Pensó recordando su pelea con el utilero más joven.

Estaba seguro que Guardiola no sacaría a ese pelotudo y que lo llamaría dentro de unos días, así que se preparaba mentalmente para no cagarlo a trompadas de nuevo, aunque no le molestaría enseñarle quién era el que mandaba.

Después de pensar un montón de situaciones, finalmente salió del baño y subió a la pieza al ver a Hermes durmiendo al lado del plato de comida.

En lo que subía las escaleras se iba quitando el chaleco y desprendiendo la camisa. Con suma delicadeza, abrió la puerta y la cerró una vez estaba adentro.

Se quitó la ropa, se quedó con el boxer y así sin más, se acostó a dormir a un lado de su novio. Con uno de sus brazos, lo atrajo a su cuerpo y pegó la espalda del menor a su pecho para así dormir más tranquilo.

Los dos se dieron cuenta que el ciclo de sueño había mejorando considerablemente desde que dormían juntos, y si bien a veces se quedaban despiertos hasta las 2 o 3 de la madrugada, cuando dormían podían hacerlo tranquilos sabiendo que su pareja estaba a su lado.

𝘓𝘖𝘝𝘌 𝘓𝘈𝘕𝘎𝘜𝘈𝘎𝘌   |   Julián Álvarez x Oc!MaleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora