#. 𝐎𝟐 ⊹ ۫

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— Atajate esta Martínez. —Mencionó Damián mientras metía un gol de práctica.

— Eeeeh, pará enano, no te atajo por lástima. —Contestó fingiendo estar enojado el arquero.

— Lástima le vas a dar a los rivales si no te pones las pilas, dale, una ronda nueva.

Emi y Damián se sonrieron mutuamente y luego el último mencionado dejó a sus compañeros patear mientras él los miraba.

Un sentimiento de vacío golpeó su pecho al ver a todos corriendo, haciendo pequeños partidos de práctica, entrenando, jugando. Él quizá podría estar así como ellos, pero no podía, nunca más podría jugar...

Estaba tan sumergido en sus pensamientos y con una expresión llena de tristeza, que jamás se percató de que algunos de sus compañeros lo miraban preocupados, los que no entendían porqué estaba así.

Otamendi se dió cuenta de eso y pegó un pelotazo que llegó a los pies de Damián. Se acercó a buscarla y de pasó hablar con su amigo.

— Ya sé lo que te pasa, ¿Necesitas algo? —Habló Nico.

El azabache negó. — Estoy bien, ni que me fuera a morir

— Eh, con eso no, no tenes idea de lo que sufrí cuando te llevaron al hospital todas esas veces.

— ¿Ves que sos un osito de peluche cuando querés?

Ota rió ante la ocurrencia de su amigo. — Que no te agarre en la cancha porque te hago mierda.

— Andá boludo, te esperan para entrenar, después te voy a ver, voy con los pibes ahora.

Dicho eso, Damián y Nico se fueron por caminos separados. El primer mencionado estaba tan concentrado mirando el rendimiento de sus amigos que nunca vió a un cordobés acercarse a él, chocando con su brazo, aunque prácticamente ni lo movió.

— Uh, perdón Damián, no te ví. —Escuchó en un acento cordobés.

Cuando el chico se dió vuelta vió a Julián, uno de sus compañeros más chicos en cuanto a edad. — Juli, no te hagas problema, pero la próxima te doy un cachetazo

El cordobés lo miró con algo de miedo y después se escuchó una risa viniendo a ellos.

— Dejá de asustar al pibe boludo. —Enzo se acercó a ellos y golpeó ligeramente el pecho de su preparador físico.

— Eeeh, que golpeas. —Damián le devolvió aquel golpe.

— Ah querés pelear, dale, vení. —Enzo levantó los brazos como si estuviera boxeando y vió como su amigo también lo hacía.

Mientras tanto, el joven Álvarez veía todo con algo de miedo de que en serio se pongan a pelear en medio de un entrenamiento.

— Ah y encima te haces el malo, vení para acá. —Damián se acercó a Fernández y lo abrazó por el cuello, para luego comenzar a revolver su pelo.

Enzo, reía y se intentaba liberar, pero no podía. Claramente Damián tenía más fuerza que él.

— Listo, andá a seguir entrenando, te toca penales ahora.

Una vez su compañero lo soltó, caminó hasta donde estaba el arco. Damián sonrió al verlo, ese chico lo llenaba de felicidad, igual que todos los convocados a la Selección. Cuando dejó de admirar la espalda de Enzo, se dió cuenta de que el 9 de Argentina seguía con él.

— ¿Pasó algo, Juli? —Preguntó Dami.

El 9 de la selección, que estaba mirando atentamente a su preparador físico, salió de su trance para finalmente responder.

𝘓𝘖𝘝𝘌 𝘓𝘈𝘕𝘎𝘜𝘈𝘎𝘌   |   Julián Álvarez x Oc!MaleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora