El amor puede ser la sensación más hermosa del mundo; pero también puede destruir a quienes se arriesgan a sentirlo.
𝗪𝗲𝗹𝗰𝗼𝗺𝗲 to 𝗟𝗼𝘃𝗲 𝗟𝗮𝗻𝗴𝘂𝗮𝗴𝗲!
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Las fiestas estaban próximas. Ya todos los jugadores estaban con sus respectivas familias y amigos para festejar Navidad, eran cerca de las 10:00 PM del 23 cuando Damián volvió a la casa de su compañero con regalos que tenía que esconder de los más chiquitos, y claramente de los más grandes también debido a que tenía que compensar la hospitalidad que ellos le habían dado al dejarlo quedarse en su casa un tiempo.
— ¿A dónde los dejo? —Le preguntó a Amanda con varias bolsas colgando en sus manos sin que supiera que también había regalos para ellos.
La mujer pensó unos segundos. — En tu habitación abajo de la cama, es al único lugar donde los nenes no van.
— Joya, gracias. —Le dió un beso en el cachete a la mujer y subió lo más rápido posible a dónde él se alojaba temporalmente.
De forma rápida y sencilla, abrió la puerta, la cerró con el pie y escondió todas las bolsas abajo de la cama, bajó el acolchado y se fijó de todos los ángulos posibles si es que no se veían los regalos.
Se sentó en su cama al asegurarse de que todo estaba bien escondido y empezó a revisar su teléfono. Tenía varios mensajes que sus compañeros le habían mandado temprano, pero debido a lo agitado que estuvo en el día, no tuvo tiempo de responder. Abrió el último chat que tenía, que era el que más tiempo había esperado para que le respondiera.
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Inconscientemente Damián sonreía al hablar con su amigo más cercano, y así fue con cada uno que le enviaba mensaje, Cuti, Almada, Licha, Papu, Huevo, y varios más eran quienes habían hablado con el menor de todo el cuerpo técnico. Finalmente, cuando terminó de responder todo, la puerta se abrió, dejando ver a un Dibu haciéndole upa a su hija.
— Mirá quién anda acá. —Dijo con una voz suave y completamente paternal el más alto mientras miraba a la nena. — Andaba haciendo berrinche porque no te encontraba en ningún lado.
— Nah me muero.
Aún sin borrar su sonrisa, vió al padre sentarse al lado de él y la nena prácticamente pedía estar en los brazos de su tío-no-tío. Damián la cargó en brazos y la subía y bajaba como si estuviera a caballito, haciendo que la nena se ría.
