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— ¿Hola? Sí... Quería reservar un turno para hoy si es posible... ¿Sí? Genial, tipo 3 estoy por ahí entonces. —El chico cortó la llamada e hizo un gesto de victoria.

— ¿Pudiste conseguirlo?

— Sí, en un rato tenemos que estar allá.

Ya era 2 de enero de 2023 y el año había empezado con todo. Julián y Damián seguían viviendo en la misma casa, los chismes de momento habían parado y la vida de los dos volvió a ser normal, por así decirlo, aunque siempre están los pelotudos que critican porque sí, pero no les prestaban atención.

La situación que se había dado en año nuevo jamás se volvió a comentar y/o repetir, no tenían la necesidad de hacerlo, así que actuaban como si eso jamás hubiese pasado, pero siempre quedaba esa pequeña duda en ambos si había sido por gusto o por un impulso estúpido. Pero lo que sí pasaba era que los dos estaban más coquetos entre ellos, pero no mucho más.

¿Y que había pasado el 1 de enero de ese año? Nada, literalmente. Durmieron todo o casi todo el día juntos.

Actualmente se estaban preparando para el turno con el tatuador que Damián había pedido, ya tenía el diseño listo y la zona en la que se lo iba a hacer también, que era el la pierna, como todos sus compañeros. De paso iba a consultar al tatuador si podía hacerle diseños para tatuarse la espalda y los brazos, después de todo, una promesa es una promesa y tenía que cumplirla.

— ¿Listo? —Preguntó Julián sacando las llaves de su auto.

— Sí, pero dejame manejar a mí hoy.

— Ni en pedo, yo te llevo.

— Dale Juli, dejame. —Se acercó para quitarle las llaves y no pudo.— Dale o no te acompaño a ningún lado.

— Bueno bueno. —Le dió las llaves y lo agarró de la cintura.— Para la próxima te gano yo fijo. —Le susurró al oído.

— Daaah, sí, te creo y todo capo. —Lo separó y salió de la casa con una sonrisa.

No lo aparentaba, pero internamente se estaba muriendo, “odiaba” cuando Julián se ponía así, aunque él era igual, así que no podía quejarse.

Juntos subieron al auto, dejando a Ares durmiendo y con un plato de comida lleno por las dudas y Damián empezó a manejar en dirección a la casa del tatuador con la que había hablado. Al menos sabía que ese hombre era de confianza ya que era el mismo que había tatuado a Dibu.

— Che Dami, ¿Te acordás algo de lo que pasó ayer? —Preguntó Julián, mirando a su amigo.

— Juli, dormimos todo el día ayer, literal nos despertamos media hora para comer y listo.

— Sí, pero siento que pasó que no me acuerdo.

Damián, quien estaba concentrado en la calle, miró a su compañero de reojo unos segundos. — Entonces dejá de chupar como albañil recién pagado, boludo.

Julián soltó una risa y negó ante la ocurrencia de su amigo, y era cierto que tenía que aflojar con el alcohol, más ahora que estaba de vuelta en su club, pero de todos modos sabía que su compañero lo iba a frenar, quizás a cachetazos, pero lo iba a hacer.

Estuvieron unos minutos más de camino y cuando finalmente llegaron, los dos bajaron y entraron a la casa del tatuador, literalmente era una casa.

El hombre los recibió con una sonrisa y los brazos abiertos, estuvo hablando con los dos chicos y después llevó a Damián a que vea el resultado final del dibujo que sí iba a tatuar.

El hombre los recibió con una sonrisa y los brazos abiertos, estuvo hablando con los dos chicos y después llevó a Damián a que vea el resultado final del dibujo que sí iba a tatuar

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𝘓𝘖𝘝𝘌 𝘓𝘈𝘕𝘎𝘜𝘈𝘎𝘌   |   Julián Álvarez x Oc!MaleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora