Capítulo 24: Enséñame a Dejarte Ir

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Peyton Harvey

Es tarde..., demasiado tarde para pedir perdón

¡Nañi! —Es lo primero que oímos Rhaegar y yo apenas ingresamos por la puerta giratoria del hospital.

Muevo mi cabeza de un lado a otro en busca de la suave voz de Niklaus a quien de inmediato diviso sentado junto a papá en una de las frías sillas de espera.

Con apremio me acerco hasta ellos en el justo instante en que mi bebé decide lanzarse a mis brazos como si fuese una pequeña bola de cañón con rizos incontrolables. Sus bracitos alrededor de mi cuello consiguen asfixiarme un poco, pero dejo de prestarle atención a tan insignificante detalle cuando deja besitos cortos y húmedos por toda mi cara como suelo hacer con él.

—Hola, bebé—susurro con una media sonrisa.

—Nañi, vaonos—hace un puchero que casi me hace entregarle hasta el alma en un frasco de vidrio.

—Nos iremos en un rato, bebé. Lo prometo—dejo un casto beso en su frente antes de acomodarlo mejor en mi cintura.

—¿Shi?

—Shi—una vez que se da por servido, y luego de enfrentarme a una mirada divertida por parte de Rhaegar, dirijo toda mi atención a Norman—. Papá, ¿qué ocurrió? ¿Dónde está Tate?

Tengo que luchar contra la imperiosa necesidad de acercarme yo misma a la recepcionista para saber en dónde demonios está mi prima, pero me digo que he de controlarme. No es recomendable alterarme en este momento, no solucionaría absolutamente nada.

Norman parpadea un par de veces antes de acercarse y tomarme de los hombros y sé, con ese simple gesto, que todo está en orden; tiene que estarlo, ¿verdad?

—Ya la han instalado en una habitación—Todo el aire que estaba conteniendo sale de mis pulmones con una rápida exhalación que me permite relajarme un poco. Solo un poco—, está fuera de peligro, sin embargo...

—¿Qué? ¿Qué pasa con ella? —Inquiero al ver que se detiene.

—Tuvo una fuerte conmoción cerebral, además de muchos golpes en el abdomen, las costillas y una fractura en la muñeca. No quisimos llamarte en cuanto llegó porque sabíamos que podrías asustarte y tratar de aparecer aquí a como diera lugar...

—¡Pero claro que iba a hacer eso! ¡Es mi prima! ¡Como si fuera mi hermana y lo sabes! —Chillo enojada al saber que mientras ella ingresaba a un quirófano ellos decidieron que la mejor solución era dejarme fuera de todo esto.

—Peyton...

Alzo un dedo deteniendo cualquier otra tonta excusa que pretenda darme. No la necesito ahora.

Intento procesar con rapidez todo lo que me ha dicho porque..., Dios, esto no puede estar ocurriendo otra vez. Hacía mucho que no ingresaba a un hospital por algo así, hacía mucho que no experimentaba estas sensaciones que con tanta intensidad percibí la vez que Jakob decidió ir a mi casa y atacarme.

Hace mucho tiempo que no me sentía como si un montón de cuchillas estuviesen traspasando mi piel.

—Hoyuelos, tienes que tratar de tranquilizarte—murmura Rhaegar acercándose al tiempo que papá toma a Niklaus de mis brazos—. Respira, cielo. Solo respira.

—Es mi mejor amiga—susurro con un hilo de voz—, es mi mejor amiga y está aquí.

—Sí, está aquí y estoy seguro de que la atendieron de inmediato y de la mejor manera, ¿bien? Ya escuchaste a tu papá, la han trasladado a una habitación y pronto podrás hablar con ella, pero necesitará que seas fuerte por ambas.

¡Mírame y Di Queso!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora