Capítulo 7: Oh, oh

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Peyton Harvey

Aquí pasa cada cosa...


Nora se ha ido.

Esta mañana al despertar, luego de una noche casi caótica y tediosa en la que por suerte pude tirar de clavado a Tate en su cama, me di cuenta de que ella ya no estaba.

No me entristece en lo absoluto pensar que ni siquiera me preocupé lo suficiente en revisar los demás rincones de la casa. Es más que obvio lo que ha sucedido y aunque me afecta un poco saber que a lo mejor tendré que esperar para verla hasta la próxima semana, no quiero ahondar tanto en mis emociones.

Ni son las diez de la mañana para eso.

Sin embargo, para verle el lado bueno al asunto, pienso que puedo cantar victoria. Logré mi cometido acerca de retrasar esa charla con mamá, quizás El Todopoderoso se ha puesto de mi lado durante un solo día, más vale aprovecharlo.

«Quizás amaneció de buen humor».

Niklaus, por otro lado, se ha quedado con Warner como todos los días que yo debo asistir a clases. Me ha dicho que se quedará con el bebé hasta que sean las cinco de la tarde como mínimo; eso me da al menos tres horas para simular ser una adolescente que no tiene otra inquietud más allá de la de existir en un planeta lleno de monos.

Y cuando hablo de “normalidad” me refiero a pasar un día tranquilo estudiando y ordenando la casa sin tener que controlar a un bebé que corretea por todos lados junto a un perro enrome que quiere tirarme al suelo para hacer de mí su almohada humana.

Pero Drake no iba a permitir que yo cometiera tal sacrilegio, ¿pasar un día normal en el instituto? Eso es pecado.

—Todo el dinero está en el sobre—musita el pelirrojo con ambas manos dentro de sus bolsillos antes de hacer una mueca—no sé qué tan turbio sonó eso, parezco un mafioso irlandés o una cosa peor utilizando esas palabras. Mamá me asesinaría si tan solo lo escucharse—medita mirando a un punto inexistente detrás de mí—. Pero en fin, según mi humilde opinión, creo que ya deberíamos aceptar que tenemos una relación como la de esos mejores amigos, hasta nos hacemos favores.

Con una ceja enarcada lo veo apoyarse en el lado contrario del marco de la ventana en la que decidí esperar el sonido de la campana para la primera clase, así que estamos de frente básicamente. Hincho mis mejillas en un absurdo intento por ocultar mi sonrisa cuando voy a hablar.

—Las opiniones deben respetarse, pero entrar en ello es demasiado complejo y todavía no me convences—miro mis uñas como si fueran la cosa más interesante del mundo. Esta mañana mientras esperaba a Warner me las pinté de morado porque es el único color de uñas que me gusta.

Bufo en las paredes de mi cabeza.

Bien.

No las estoy viendo solo por ignorar la mirada perpleja de Drake. Lo hago porque sé que sus ojos ámbar no son los únicos encima de mí, o encima de ambos, para ser más directos. Hay demasiadas miradas curiosas o metiches. Como prefieras decirle.

Comienzo a imaginar que ser el nuevo que se junta con la persona, no asocial, si no más callada de universo, significa entonces que somos simios utilizados para experimentos secretos de área 51.

¡Mírame y Di Queso!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora