Peyton Harvey
Quizás debería asustarme
No puedo negar que lo que sucedió en casa de papá sigue haciéndome daño.
Y me parece impresionante que, a pesar de ello, mi cabeza esté empeñada en reproducir el mismo escenario una y otra, y otra vez; lo que únicamente genera que mi desdén hacia Aaron incremente a cada segundo que transcurre.
Me gustaría poder canalizar mi enojo estando encerrada en mi habitación, quizás tomándome una taza de café o un litro de cloro, cualquier opción sería totalmente factible. Sin embargo, es lunes y no solo tengo que asistir al instituto, si no que oficialmente hoy comienzan los intercolegiales.
Faltar es algo que por supuesto no haré y que en el hipotético caso de ser así podría ser un motivo de peso suficiente para que el equipo y mi entrenador me decapiten.
Tengo bien en claro que no es recomendable para mí jugar cuando estoy enojada.
No obstante, heme aquí.
Oyendo los irritantes e interminables gritos de Banner, nuestro nuevo entrenador. Corriendo por una cancha extensa para alcanzar a una imbécil que ni siquiera tiene buen manejo del balón y esperando el momento justo para salir huyendo a cualquier lugar en donde me pudiese sentir un poco más tranquila. En donde pudiese respirar en paz.
—¡Rápido, Harvey! ¡Tres segundos! —Lo escucho chillar de una forma que eriza mi piel.
¿Qué tal está tu madre?
Hago un mohín frotando mi nariz.
«No ahora, por favor. ¡Estoy jugando!».
—¡Oye! —volteo con rapidez hacia Roselen—¡Muévete!
Asiento todavía un poco desenfocada para empezar a trotar por la cancha.
Tengo que estarme recordando a cada nada que he entrenado incansablemente desde hace un año para esto, a pesar de todo lo que sucedió con Nora escogiendo un trabajo de tiempo completo y papá decidiendo que era buena idea irse a trabajar al extranjero por varios meses. El básquet fue un soplo de aire fresco y no dejé de practicarlo hasta que mis tobillos rogaron descanso, fue un sacrificio bienvenido a decir verdad.
Ahora, pensar que no actuar esta vez por una pelea me hará patética es un buen incentivo... principalmente porque no quiero sentirme patética.
Alguien me lanza el balón y no pierdo tiempo corriendo, rebotando y apuntando a la canasta contraria, estiro mis brazos todo lo que puedo al tiempo que doy un breve salto para tirar.
La pelota cae justo en medio del aro anotando tres puntos más a nuestro marcador.
—¡Muy bien! ¡Muévanse! ¡Muévanse! —Consigue ordenar Banner por encima de los vítores de nuestra grada que, ¡sorpresa! Hoy no parece verme como un bichito raro.
Me quedo observando al entrenador un minuto. ¿Qué se necesita para que cierre la boca? ¿Acaso no confía en nosotras como equipo? Nos ha visto entrenar, ha dicho varias veces que somos buenas e incluso ha dado consejos cuando nos ve fallar en cualquier cosa que tenga que ver con el deporte. Entonces, ¿cuál es su problema?
—Si no se calla—me encuentro murmurando—juro que voy a...
—¿Patearlo hasta que regurgite su desayuno? —gruñe Claire pasando junto a mí. Ella está apartándose el cabello platinado de su enrojecido rostro como si quisiera raparse, supongo que es la calentura del momento—. Sí, tenía pensado hacer exactamente lo mismo.
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¡Mírame y Di Queso!
RomancePeyton Harvey podría definirse a sí misma como una chica sin término existente. Sí, como lo leíste. La verdad es que no existe una palabra exacta que determine a la perfección lo que ella puede ser física, personal y académicamente. Sobretodo en e...