Capítulo 14: Dance Of Colors (Parte II)

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Peyton Harvey

Me gusta el color. Me gusta la música. Y me gusta él.

Admito que hablar con Drake fue una cosa sencilla.

Sin muchas complicaciones, espontáneo y dinámico.

Convencer a Tate..., fue como estar en medio de una travesía maldita.

Incómodo, horrible y exasperante.

Especialmente porque sin que nadie se diera cuenta, mi prima se había convertido en una total ermitaña. Puedo asegurar que, al llegar, su casa parecía una mala parodia de La Mansión Kegen en Toronto, igual de tenebrosa, igual de extraña, igual de vacía.

En cuanto al demonio que actualmente habitaba dentro de ella...pues daba un poco de miedo mirarla directo a los ojos, de alguna forma se sentía como si pudiese excavar en tu piel, perforar bestialmente tus huesos y tomar entre sus manos tu alma descubriendo que no hay nada interesante ahí.

«Ahora entiendo cómo se sintió Drake con papá».

¿Sinceramente? Quise salir corriendo de ese lugar.

¿Lo hice? Por supuesto que no.

Yo puedo huirle a pelirrojos extraños y a acosadores juveniles en las calles de Canadá, pero jamás lo haría con Tate sabiendo la posible situación en la que se encontraba.

Ella me gruñó.

Me gruñó mucho en la misma medida en que me gritó que la dejara en paz antes de lanzarme un cepillo y volver a ahogarse en su agujero particular de golosinas y bolsas de Ruffles.

¡Pero gané!

De alguna forma que todavía estoy evaluando, la saqué de ese horrible lugar para ir conmigo al club. Era un punto a mi favor y estaba más feliz que una lombriz por haber triunfado.

Ahora, después de decirnos un par de cosas y amenazarnos de muerte lenta, estábamos esperando en silencio a que Drake llegase a buscarnos.

—No quiero salir.

—No me importa—digo aun sonriendo por mi victoria mientras reviso el móvil leyendo que Drake está cerca.

—Lo digo en serio, Peyton.

—Yo tampoco estoy jugando, Tate.

Ella suelta un bufido exasperada. Sabe que no puede irse porque la he hecho prometer que apenas se levantara de la cama no volvería hasta que yo no estuviese lo suficientemente cerca. Fue un buen trato.

—No entiendo cuál es tu objetivo, yo podría quedarme aquí durmiendo mientras que tú consigues un buen trabajo y luego me mantienes.

Pongo los ojos en blanco.

—Estoy evitando un posible coma por sobredosis de papas, soy una heroína.

—Yo no quiero un héroe.

—Entonces soy el hada que te salva de las malas decisiones que tomas en tu vida, chin, chin.

Por primera vez durante lo que estoy segura de que han sido días Tate sonríe. No es algo que sea extravagante, pero sus labios se curvan ligeramente hacia arriba y eso me hace feliz. Estamos progresando.

Unos pocos minutos después aparece un coche oscuro frente a nosotras. Drake abre la puerta del mismo con una sonrisa mirando primero a Tate y luego a mí. Hay algo en sus ojos que me hace fruncir el ceño ligeramente. Sospechoso.

¡Mírame y Di Queso!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora