La última noche en Dorne

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Había pasado toda la tarde siendo insultada por el príncipe de Dorne, el cuál tullido había aflojado un desprecio increíble por mi. Daemon, Corlys y su hijo Leano parecían no haber dormido en mucho tiempo en una cama decente por lo que pasaron dormidos buena parte de la tarde, y yo me vi envuelta en terribles frases.
Para la tarde todos ellos despertaron, para la cena de bienvenida que había preparado Umber Martell. Daemon se sentó a lado de mi la mesa, para tocarme la pierna bajo la mesa de vez en cuando. Todos estaban ahí menos Odell que había pasado todo el día con los meestres.
-Te agradezco haber traído a mi hermano con vida - dijo Umber a Daemon.
La mirada sarcástica de Daemon daba a entender que buscaba todo menos eso. De echo en un principio había negado ser ayudado por Odell.
-No es nada - dijo Daemon.
-Lo es para mí, es necesario que sepas que Dorne está a tu servicio - dijo Umber - podés pedirme todo lo que quieras.
Pero pensé que Umber debía tener cuidado con esa última frace, pues Daemon no la tomaría a la ligera.
-Sabia usted lord Umber que sir Leano y mi sobrina Rhaenyra se casarán muy pronto en la capital - dijo Daemon, quién sin ninguna prisa estaba dispuesta a cobrar el favor
- Seguramente recibirá su invitación muy pronto mi lord.
-No lo sabía - respondió - los felicito.
-En este evento irá el tío y único pariente de lady Vhalien, sería de vital importancia que le permitiera ir junto con nosotros, cuando acuda a la boda podría reencontrarse con ella - dijo, toda la mesa se puso tensa.
Umber sintió una bocanada.
-No se si sea buena idea que deje a su marido el este estado - dijo.
-Su marido fue una carga desde el inicio de está guerra, francamente un estorbo un mal chiste para la historia de la casa Martell - dijo Daemon, lord Corlys casi se atraganta cuando los ojos suplicantes de Umber llegaron a él- lady Vhalien es también una Stark y es lo único que mantiene la a credibilidad a esa unión.
Umber sabía más que nadie que su hermano menor era una vergüenza como guerrero.
-¿Lady Vhalien desea usted ir a King landing? - preguntó Umber.
Después de que el rey Viserys describiera que Daemon y yo habíamos estado juntos, el había jurado que nadie sabría que lo sabía o que había alguna relación fuera de lo normal entre Daemon y yo. Número uno había expresado que no quería que hubiera un levantamiento de los dorninenses, luego que fuera deshonrada una lady con un nombre como el mío. Por mucho que Daemon le dijera a su hermano que él se casaría conmigo para evitarlo y aceptaría todas las represalias que ocurrieran por eso. Viserys de todos modos lo resolvió del modo más sencillo y era separándonos. Si bien Umber había estado siendo mi captor desde hace cuatro años era quizá el menor de mis problemas.
Odell había ordenado que enviaran de vuelta a Phobe a Winterfell por haberlo embriagado, y me quedé sola como penitencia sin nadie más que el rey Umber.
Había sido obra de Viserys el enviarme a Dorne pero era culpa de Umber y Odell no permitirme ver a mi familia, no estar con Phobe, y permanecer en Dorne sin nadie más que yo, y si eso tomando en cuenta que ambos hermanos Martell no tienen ni la más remota idea de lo que había ocurrido con el príncipe Targaryen, aún así era controlada de ese modo.
—Quiero ir a Kings landing — musite.
Ninguna voz volvió a pronunciarse en el resto de la cena. Hasta que Umber pidió hablar con Daemon a solas.
Volví a mi habitación, y me senté cerca de la ventana, que daba a un cielo oscuro, completamente estrellado. Me vi  envuelta en una nostalgia horrenda derivada de mi soledad de los últimos años, de mi bastante irracional amor por Daemon y mi lejanía a todo lo que conocía hasta ahora.  Pero intente tranquilizarme pues me sentía sofocada en mi propia incertidumbre.
Quizá unos cuarenta minutos después, Daemon apareció en mi puerta, lo deje entrar inmediatamente y cerré la puerta tras de él.
—¿Que ocurrió? — pregunté.
—Puedes venir con nosotros a la boda de mi sobrina — dijo terminantemente — el rey dice que deberás volver al día siguiente, pero veremos qué hacer cuando esto ocurra, porque no volverás.
Pensé lo peor, Daemon estaba listo para declarar la guerra a Dorne por mi, y no sabía si eso me gustaba o no. Sin embargo me sentí aliviada por poder irme.
Volví a echarme a llorar irremediablemente, Daemon tomo mi cara y me besó con suavidad para intentar calmarme.
—Tranquilizate Vhalien.
Levanté la cara para verlo, el subió su rostro y me tomo en sus brazos para depositarme unos metros después en mi cama, y posarse sobre mí.
Me quedé en calma, casi paralizada, excitada bajo su enorme cuerpo y a pesar de que me besaba,  no sentía su peso sobre mi.
Sentía lo salado de mis lágrimas, en nuestras bocas pero su lengua estaba dentro de mi, y bailaba con la mía.  Entonces tomo mis brazos con sus manos y los elevó sobre mi cabeza, para besarme el cuello con firmeza succionando mi piel.
Dejo espacio entre mi cuello y mi colgante de lobo que habían hecho para su reina, coloco su rostro en descanso sobre mis senos aún cubiertos por mi vestido. Antes de con fuerza y sin mesura arrancarme el vestido, rompiendolo de un solo tajo, quedé ahí sin respirar.
Daemon encajo su cara en mis senos y me tomo entre sus brazos inmensos. Desabrochó el nudo de la siguiente capa de tela que me cubría, para lamerme una teta desde la base. Puso su lengua en mi pezón que se erecto inmediatamente, como si le conocieran de toda la vida.  Daemon también estaba erecto, duro, inmensamente enorme y presionaba su erección su miembro tan duro como el acero entre mis piernas.  Pues las había abierto para colocarse enmedio de ellas, gemí.
Quitó todas y cada una de las capas de ropa que había sobre mi cuerpo hasta dejarlas echas girones, y entonces me encontré completamente desnuda frente a él. Mientras lo único que deseaba era que me tomara.
—Eres la criatura más hermosa que he visto— murmuró con su nariz en mi ombligo.
Daemon ni se desnudo, en cambio de abrio  sus  pantalones para sacar un enorme miembro, que tomo con su mano sin quitarme la vista de encima.
Lo puso en mi muslo, estaba húmedo al tacto, gemí.
Hasta que lo puso en mi vulva, que también ya hacía húmeda, hice mi cabeza hacia atrás y me penetro por primera vez.
Gemí con fuerza, mientras se introducía en mi, lentamente, abriéndome. Apreté mis manos contra la cama, cuando la segunda envestida llegaba, lo mire directamente pues él buscaba mi mirada.
Estábamos siendo uno solo.
Se introducía en mi, y salía un par de veces para después metermelo con más fuerza y hacerme temblar, una y otra vez. Me envestia con su cuerpo, y así los minutos pasaron.
Luche para no hacer ruido, Daemon se dejó caer sobre mi aún con su miembro dentro de mi, y puso su enorme mano en mi boca, para ayudarme con aquello del sonido. Sin quitarme la vista de encima y con su mano en mi cara golpeó su nariz con la mía, antes de sentir un tirón que apreto mis caderas, me contrajo y me hizo sentir un clímax. Antes de que Daemon también tuviera su orgasmo mientras ocupaba mi cuerpo, y este a su vez su propio orgasmo.
Daemon se corrió dentro de mi y después ahí dentro cayo en calma mientras aún éramos uno.
Yo le amaba irremediablemente.

El principe canalla /Daemon Targaryen Donde viven las historias. Descúbrelo ahora