Capítulo 19

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La princesa estaba más que contenta. Bailaba y bailaba al compás de la música mientras llevaba un hermoso vestido violeta, junto con un hermoso peinado que recogía sus trenzas en un solo lugar.

Todos en el lugar la miraban. Era el centro de atención por su belleza y por su radiante alegría, emanando luz en cada sonrisa.

Aquellos que la observaban eran, en su mayoría caballeros, hambrientos, esperando que alguien decidiera poner la mano de aquella hermosa dama sobre la mesa para comenzar con sus ofertas. Pero la dulce princesa no estaba pensando en esas cosas, ella estaba disfrutando el momento, desatenta ante a las miradas del resto.

Cuando sus piernas no dieron más, se sentó en su asiento para hidratarse. Tomó un gran trago de su copa que hizo que hiciera una mueca al sentir como el vino amargaba su garganta.

La noche era perfecta y cada invitado disfrutaba del banquete y de la música del lugar.

En un momento, los jóvenes Velaryon tomaron la pista de baile y danzaron juntos llevándose todas las miradas, luciendo bastante felices.

Anneliesse miró hacia un costado y vio cómo la pareja Velaryon enlazaban sus manos mientras veían a sus nietos bailar: Jace junto a Baela y Luke junto con Rhaena. Sus rostros expresaban tranquilidad y alegría. Luego su vista se dirigió hacia su padre que igualmente se encontraba junto a su esposa mientras reían al ver a sus hijos tratando de coordinar sus pasos.

Todo parecía tan hegemónico y tan perfecto. El único problema, es que junto a la princesa, nadie se encontraba a su lado disfrutando eso que varios admiraban.

Para los ojos de la princesa, todo pasaba en camara lenta, como si la vida le estuviera refregando en la cara de todo lo que carecía.

Miró hacia el suelo y lágrimas comenzaron a bajar de su rostro apagando así su sonrisa. Esas lágrimas que primero eran de felicidad, ahora pasaron a ser de tristeza al sentir de nuevo ese sentimiento de soledad.

Miraba a ambos lados y veía como todos tenían lo que ella tanto quería de pequeña: un compañero o compañera a su lado, sosteniendo su mano.

Con el tiempo, pensó que no lo necesitaba, pero al ver esa escena no pudo evitar sentir un poco de envidia. Es que ellos se veían tan felices y tan contentos ante la compañía y el soporte del otro, haciendo que la joven no pudiera contener el vacío en su pecho

Esta vez, no podía engañar a sus sentimientos. Y más porque podía ver desde lejos como los jóvenes Velaryon compartían miradas de complicidad y de nerviosismo al estar cerca uno del otro. Esas miradas, esas sonrisas nerviosas, las conocía muy bien. Años atrás sus mejillas realizaba esas mismas expresiones.

Todos tenían a alguien y aunque ella los tenía a ellos, no era lo mismo.

Al ver cómo Daemon abrazaba a Rhaenyra por los hombros, no pudo contenerse y salió apurada de la ceremonia secándose bruscamente sus lágrimas que caían a mares.

Daemon vio como su hija salía disparada del lugar y fue tras de ella. Le hizo señas a Corlys y a Rhaenyra que también observaron lo mismo, haciéndoles entender qué él se encargaría.

Cuando fue tras de la princesa, la vio dirigirse hasta el balcón del lugar. Y se acercó lentamente al verla sentarse en el suelo abrazándose a sí misma.

A veces, cuando la princesa se sentía triste, enojada o sola, solía enredar su cuerpo con sus brazos y cerrar los ojos. Un reflejo de protección que siempre utilizó en sus momentos más difíciles, imaginando que tenía a alguien quien la abrace para calmarla y decirle que todo estaba bien.

Pero, ¿Por cuánto tiempo la princesa tuvo que consolarse sola?

Anneliesse lloraba desconsoladamente, más trataba de que esos sollozos no hicieran tanto ruido.

La Princesa de Pozo Dragón- Temporada 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora