Capítulo 28

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- Me has llamado.

- Sí, pasa por favor.

Aegon se adentró a la habitación de su abuelo, sentándose en la mesa del lugar.

Estaba tenso y bastante desconfiado, ya que el hombre conocía varios de sus tantos secretos. A pesar de eso, él decidió ignorarlos, pero siempre que lo llamaba no era precisamente para reprocharle de sus salidas y gustos. Era más bien, para algo serio.

- ¿Vino?

- Sí, no estaría mal.

El mayor agarró una jarra y la sirvió cerca de él.

- ¿Sabes el por qué te he llamado, Aegon?

- No.

Otto sonrió, puesto que sabía que su nieto tendría que tener alguna noción del tema.

- Anoche- le explicó- encontramos a una invitada muy poco agraciada en los aposentos de tu hermano- le tendió la copa.

Aegon se aclaró la garganta y tomó un sorbo de aquel líquido.

- Sí, supongo que eso era lo que habíamos planeado para su distracción, ¿Cuál es la rareza?

- Esa invitada, no estaba en los planes, Aegon. Anneliesse, tu hermana bastarda estuvo aquí anoche.

- Oh- fingió sorpresa y buscó no esbozar una sonrisa- no estaba enterado.

- Entró vestida de la misma manera que las golfas que hiciste entrar.

El joven quedó un momento estático en el lugar. Lo había atrapado, por lo tanto, trató de mantener la actuación de sorpresa.

- ¿Sí?

- Sí y eso me supone algo– hizo una pausa para recostarse sobre la mesa y mirarlo amenazante- De casualidad tú  ¿No la has hecho entrar, verdad?

Aegon lazó una pequeña risa.

- Noo, ¿Por qué haría eso?

- ¿Por querer ayudar a tu hermano, quizás?

- No, si lo he ayudado ha sido para olvidarla, no para traerla de vuelta. Qué tontería- tomó otro sorbo de su bebida.

El mayor suspiró y se sentó, sirviéndose también una copa de vino.

Aegon miraba cada movimiento que hacía, tratando de parecer desinteresado o incrédulo a todo, aunque le costaba ya que su abuelo poseía un temperamento, no violento, pero sí causaba hasta un poco de miedo.

- Las mujeres que entraron, no provenían de dónde reclutábamos a las demás. Suponemos que trabajaban para ella, pero aunque quisimos, no pudimos localizarlas por ningún lado.

- ¿No estaban?

- No, ni tampoco formaban parte de las demás. He hablado con la reclutadora, pero tampoco estaba al tanto de nada. Nadie sabe nada pero, ¿Cómo fue posible, entonces, que hayas hecho entrar a cuatro mujeres y una haya sido aquella princesa de Pozo Dragón?

- No lo sé, sólo fui avisado por una ramera en la calle de seda y preparé todo para el momento- mintió.

- ¿Qué ramera?

- No lo sé. Estaba sobrio en ese momento y no le presté atención.

- No le prestaste atención- repitió con ironía.

Con un golpe en la mesa, el hombre se paró de un salto y se dirigió hacia la silla del príncipe. Tomó la copa que poseía y la tiró a lo lejos, mostrando así su furia.

- Sabes lo que significa que esa bastarda esté en este lugar, arruinando todos nuestros planes.

- No veo qué pueda arruinar, es una simple chica.

La Princesa de Pozo Dragón- Temporada 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora