Capítulo 33

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El plan del príncipe comenzó a ir en marcha. Su hermano recibió una carta debajo de su puerta en donde explicaba que, esta vez, el encuentro nocturno se haría de a tres, así hablarían de un tema importante que no podría ser escrito por carta, dejando al príncipe más que nervioso y preocupado.

Anneliesse curó sus heridas y gracias a un miedo justificado, no dejó que nadie entre a sus aposentos hasta que se pudiera calmar pero, la reina estaba por encima de todo eso.

- Anneliesse- dijo entrando abruptamente a su habitación encontrándola con un paño mojado sobre su herida- por favor, deja que los maestres entren para curarte.

- No, gracias su majestad. No es la primera vez que me curo sola- dijo seca.

- Lamento mucho lo que ha pasado con mi hijo Aegon. Ha actuado de manera imprudente y me disculpo en su nombre.

- No se disculpe, su majestad. No ha pasado nada.

- Sí, ha pasado- dijo acercándose a ella, tomando la mano que sostenía el paño- no quiero dar esa imagen. Estoy trabajando en ello para poder aceptarte. Tú no tienes la culpa de las aventuras de mi esposo y lo que menos quiero es que pasen este tipo de cosas- agarró aquel trapo y lo posó sobre la herida de la princesa, ayudándola a limpiarse.

- No tiene que hacerlo, mi reina- lanzó un quejido de dolor ante la presión.

- No, insisto, déjame ayudarte.

Corrió el resto de sangre de su cuerpo y exprimió la tela, dejando en un jarrón, los restos de aquel líquido rojizo.

La princesa no pronunció ninguna palabra. Estaba molesta y esta vez, ni se molestó demostrar modales como una simple reverencia al oírla entrar.
Después de lo que Aegon le había dicho, le sorprendía tanta hospitalidad, pensando en que todo se trataba más de un farsa más que de una muestra de buena voluntad.

- Listo- pronunció la mayor alejando los utensilios de limpieza.

- Gracias, su majestad.

- No hay por qué. Ahora debes procurar de no mover bruscamente tu cuello o tu herida se abrirá.

- Entiendo. Procuraré de no hacerlo.

- Hmm- rió la reina- cómo me gustaría que mis hijos me respondieran de esa misma manera.

- ¿De qué manera, su majestad?

- No, lo sé. ¿Con respeto?

- ¿Ellos no lo hacen?

- A veces, pero otras veces sólo recibo protestas, respuestas sarcásticas o la mayoría de veces también, sólo silencios. Quitando el hecho de que siempre, al final, hacen lo que quieren- sonrió.

- Los entiendo. Tienen sus libertades. Son príncipes- sonrió de la misma manera.

- Sí, pero tú eres diferente.

- Es porque nos hemos criado de diferente manera, supongo- se encogió de hombros.

- No sabía específicamente lo que habías pasado. No me has querido contar.

- No quería dar lástima. Ya estoy aprendiendo a superarlo. Ya no debería importar.

- Pero no debes olvidar nunca eso. No sé cómo Daemon pudo actuar de esa manera contigo. Como madre, no puedo imaginar lastimar a mis hijos de esa manera.

- No tuve ni padre ni madre, mi reina, por lo tanto, no sé qué es lo que una madre puede hacer o sentir.

- ¿Nunca has conocido a la tuya?

- No, no tengo recuerdos de nadie.

- Bueno, para una madre, no hay nada más importante que sus hijos. Los míos son la causa de tantos sacrificios, velando siempre para su bienestar.

La Princesa de Pozo Dragón- Temporada 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora