Capítulo 36

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- ¿Qué?- fue lo que la reina pudo pronunciar después de unos segundos.

Aemond estaba enojado y pronunció esas palabras sin pensarlo, dudando en ese momento en si fue correcto decirlas o no, pero todo eso desapareció cuando se dio cuenta que ya no era un niño; de que ya no tenía por qué ocultar esa verdad y menos a su madre quien ahora lo miraba pidiéndole una explicación.

- Lo que escuchaste, madre.

- ¿Cómo no me lo dijiste antes?

- No lo sabía. Anneliesse me lo ha confesado cuando llegó. Viserys lo hizo para protegerlo y para protegerla a ella.

La reina se reincorporó y posó su mano en su frente tratando de procesar todo.

Varias lágrimas volvieron a caer de su rostro y trató de ocultar su llanto tapando sus labios.

- Hay varias cosas que no sabes; muchas, de hecho y si querías escucharme, fue mejor que hayamos empezado por ahí.

- No puedo creer que tu padre haya hecho eso.

- Era de esperarse. Esas acciones no deberían sorprendernos a ambos.

La reina se volvió a sentar al lado del príncipe.

Es verdad, esas acciones no la sorprendían, pero fueron tantas las sorpresas que se maldijo por haberlas creído así de fácil.

Ella en el fondo sabía que algo estaba mal.

Fue eso mismo, más creíble que la primera versión que vivió en carne propia.

Alicent no ponía la mano en el fuego por nadie más que sus hijos, pero estaba segura de que tenía que haber otra parte de la historia, ya que, por mucho tiempo, se cuestionó en si el rey sería capaz de semejante barbaridad. Conociéndolo, se le hacía difícil imaginar que su tan querido esposo, mandase a llevar a cabo aquellos actos de crueldad y de poca misericordia.

- Aemond, lo que me estás diciendo es...

- Es algo serio...lo sé.

- ¿Cómo estamos tan seguros de que eso es así?

- Si no confías en ella, quizás puedas confiar en mí cuando te diga que eso es verdad. Tengo razones de sobra para confirmarlo y rogaría tener más para terminar con su mentira.

- Aemond esto tenemos que hablarlo con...

- No, madre- dijo acercándose para tomar sus manos- quiero que esto sea secreto por el momento, hasta que podamos saber cómo resolverlo. Contarlo sería en vano. Viserys no permitiría que suceda y no tenemos cómo probar que ella no es su hija ilegítima. Será de nuevo nuestra palabra contra la de él.

Alicent negó con la cabeza y miró al suelo.

Su hijo tenía razón. Por más que lo expongan, estaba casi segura que su esposo haría todo lo posible para seguir protegiendo a su hermano.

Ya lo ha hecho y se ha jugado más de una ficha por ello.

No le importó tampoco, jugar con la vida de su esposa e hijos, fijándose en el bienestar de los que sí le importaba. Después de todo también, estaba por presentarla a miles como su verdadera hija, preparando incluso el terreno para los negros, librándolos de más escándalos.

La reina enmudeció y no supo qué decir. El nudo en su garganta ya era insoportable de sostener y su cabeza comenzó a doler.

- Madre- dijo preocupado el príncipe cuando vio que su madre comenzó a marearse.

Se reincorporó rápidamente y la ayudó a acostarse, sosteniendo su cabeza con varias almohadas.

Buscó en su mesa una jarra de agua y le tendió un vaso para que bebiera.

La Princesa de Pozo Dragón- Temporada 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora