Capítulo 2

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El príncipe Aemond salió de ahí con una sonrisa al recordar las risas de la princesa Anneliesse. Sabía que para volver a entrar, tendría que guardar silencio y mantener el secreto consigo, incluso si eso significaba mentirle a su familia.

Cuando llegó por los pasillos de Pozo Dragón uno de los maestros lo agarró del brazo y se dispuso a arrastrarlo hasta la superficie donde uno de los guardias estaba esperándolo para llevarlo con su madre.

Al caminar, se topó de nuevo con el cerdo con alas de horas atrás y su cara de felicidad se transformó en una seria al recordar su triste realidad.

Cuando llegó, su madre se encontraba sentada con su hermana que tenía uno de sus tantos bichos en la mano.

-Aemond- dijo la pelirroja y se dispuso a ver la cara de hijo que Se encontraba sucia.

Su hermana se dió la vuelta.

- Lo hizo de nuevo.

- ¿Qué te había dicho? No entiendo porque tienes esa obsesión por esas bestias.

- ¡Ellos me dieron un cerdo!

- ¿Qué?

- Ellos me dijeron que me habían conseguido un dragón... pero era un cerdo- Aemond miró hacia el suelo escondiendo su rostro de vergüenza.

- Sólo al perderla serás más fuerte...- Exclamó Helaena por lo bajo.

- Algún día tendrás un dragón- dijo su madre.

- No sin antes cerrar un ojo...

- Lo sé.

- Todos se rieron de mí- la reina abrazó a su hijo.

Su madre era todo lo que tenía. Era la única que lo defendía, lo cuidaba y se preocupaba por él. Creció sabiendo que tendría que ocuparse de su familia. Se preguntó si hacía lo correcto ocultando a la pequeña princesa escondida en el Pozo Dragón.

Su madre salió disparada para reclamarle a su esposo lo ocurrido.

Su hermana seguía viendo sus insectos, así que decidió acercarse a ella para preguntarle algo.

- Helaena- Se sentó junto a ella.

- ¿Sí, hermano?- Seguía sin separar la vista de esta vez una araña.

- Me preguntaba si podría tomar prestado tus muñecas de trapo que tienes en tu habitación, ya que no veo que las utilices.

- Sí

- Gracias- su hermano le sonrió y fue corriendo a los aposentos de su hermana.

Cuando éste salió del lugar, ella ahí recién se dio cuenta de lo que le había pedido su hermano y miró hacia la salida con los ojos entre cerrados, preguntando qué tramaba.

Aemond se encontraba en la habitación de Helaena y miró para todos lados para saber qué podría llevarse consigo.

Buscó y buscó.

Entre las cosas que se llevaba se encontraban libros, muñecas, pinturas... En el camino se dio cuenta que sólo le había dicho a su hermana que llevaría muñecas ¿Estaría haciendo lo correcto?

Con tantas cosas en las manos, no podría llevarlo todo sin ser descubierto, así que volvió a dejar las cosas en el lugar y sólo llevó tres muñecas con hermosos vestidos. Sonrió en sus adentros pensando en lo mucho que le gustaría a Anneliesse, ya que las suyas sólo poseían ropajes marrones y grises.

Ocultó las muñecas en su habitación. Para poder verla, tendría que ir de noche, ya que a esa hora habría menos movimiento en el castillo.

Cuando la noche cayó, el príncipe se dispuso a escaparse de su habitación, no sin antes llevarse una capa consigo.

La Princesa de Pozo Dragón- Temporada 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora