JunHua. El secreto más restringido de los tres reinos (Parte 1)

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Hua Cheng se encontraba en aquel templo donde había decidido pasar todos los días posibles al lado del Príncipe Heredero de Xian Le. Había sido siempre su sueño estar junto a él, por lo que volverlo realidad era una meta cumplida que ansiaba desde el fondo de su ser.

Todas las noches, dormían uno cerca del otro, disfrutando sus temperaturas dispares y teniendo la tranquilidad de sentirse cerca. Aunque el Supremo no tenía necesidad de dormir, lo disfrutaba si era al lado de Xie Lian, pero no esperaba que esos recuerdos romperían con la paz profunda que hasta ese día había tenido.

Su mente comenzó a nublarse en fragmentos que había deseado suprimir, no quería recordar esos momentos, eran humillantes, le causaban una ira infernal, pero lo peor de todo era, que el deseo lo consumía sin poderlo evitar.

En las imágenes se encontraba otro dios que no era el que deseaba, este tenía los ojos del color de la obsidiana con una impresionante frialdad y soberbia impresa en ellos. Una y otra vez, se retorcía en la cama que compartía con Xie Lian, intentando olvidar lo que había pasado en el Salón Marcial, pero era como querer arrancarse la cabeza de tajo intentando sobrevivir.

Xie Lian había sido retenido en los cielos, siempre había un problema con su relación tan unida con Lluvia Carmesí que Busca una Flor, pues el castaño siempre permanecía a su lado a pesar de las advertencias de los demás dioses. Jun Wu, el Emperador Celestial, había tenido demasiada paciencia con él, pero estaba llegando al límite y veía que la cordura del anterior príncipe se perdía más ante sus ojos.

Este asunto inquietaba a Hua Cheng como era lógico, ¿qué le haría ese lunático a la persona que él adoraba más? Intentó entrar al cielo por todos los medios, pero no obtuvo frutos, la barrera impuesta por la máxima autoridad en ese sitio justamente era especial para ir en su contra.

Así que, con toda la rabia contenida por tener que doblegar su orgullo, se presentó en el Salón Marcial custodiado por decenas de otros dioses, tuvo que morderse la lengua para no ofenderlos y así llegar hasta esa persona que aborrecía.

— Xueyu Tanhua, no puedo creer que te hayas presentado aquí. ¿Acaso has perdido la razón?

La voz impasible de Jun Wu resonó por todo el palacio, haciendo que al Supremo se le revolviera el estómago por la ira. Aun así, no perdió completamente la cara, se cruzó de brazos y lo miró con una expresión gélida en el rostro.

— Suelta a Su Alteza... Hagamos un intercambio. Me quedaré yo en su lugar.

Una de las cejas del Emperador se elevó con sincera curiosidad, para después levantarse de su trono, se acercó lentamente a la figura carmesí y siseó por lo bajo con una gran burla impresa en cada palabra.

— ¿Disculpa? ¿Lo puedes repetir?

El ojo carmesí reflejaba profundo odio, pero era ya su último recurso para alejar a Xie Lian de la locura de ese ser que se disfrazaba como dios siendo una Calamidad.

— Me quedo en vez de Taizi Dianxia.

La carcajada fresca del Emperador volvió a llenar el vacío en el palacio, estaba sopesando la posibilidad del intercambio para someter de una vez por todas a ese fantasma que tanto se había burlado de su poder y sus dominios.

— Esta bien... Custodien a Xian Le hasta el santuario donde vive, ha quedado libre del confinamiento gracias a que Xueyu Tanhua ha tomado su lugar.

En cuanto todos los dioses salieron del salón, Jun Wu se acercó totalmente al fantasma y lo tomó por la barbilla acercando su rostro casi rozando sus labios ante la sorpresa del contrario.

— Creo que te arrepentirás de esto...

Ahora eran sólo fragmentos de lo que había pasado en ese momento, los labios hambrientos y violentos del dios sobre los suyos, la lengua que invadía su boca con necesidad, unos dedos largos que aprisionaban los mechones de cabello azabache para profundizar el deseo de someterlo.

— Xueyu Tanhua... Nunca imaginé que un niño como tú sabría contenerse ante el deseo... De una manera tan... Seductora.

Esa voz, esa maldita voz. Hua Cheng se revolvió en la cama de nuevo, subía su temperatura aun cuando eso era imposible, su erección hacía evidente la excitación que estaba sintiendo cuando recordaba lo que pasó en ese lugar.

Las túnicas rojas hechas girones en el piso, él sometido contra el escritorio lleno de pergaminos estúpidos, su interior siendo embestido con fuerza mientras escuchaba su nombre con esa voz profunda cargada de pasión y burla.

Sentía la sensibilidad en su virilidad que estaba cada vez más dura, se negaba a tocarse, no lo iba a hacer, eso no podía estarlo volviendo loco de placer, tenía a Xie Lian a su lado que dormía plácidamente.

— Xueyu Tanhua...

Se llevó las manos al cuello rasguñándose a él mismo para buscar calmar el fuego interno, pero de nuevo en su mente estaba esa voz jadeando mientras tiraba de su cabello con crueldad, con esa fuerza que lo hacía delirar de placer, era un sádico por naturaleza, pero ser sometido de esa manera...

— Jun Wu... Maldito bastardo...

No pudo evitarlo más, cerró su único ojo y comenzó a masturbarse en silencio, dándole la espalda al dios marcial con quien se encontraba. De nuevo los fragmentos de ese recuerdo lo invadían, postrado a los pies del Emperador celestial, con su falo en la boca metiéndolo casi hasta su garganta, los azotes que lo estaban derritiendo, el líquido espeso que había llenado su interior.

Se mordía su propio labio inferior para no hacer ningún ruido, la agonía del placer lo estaba consumiendo, no entendía por qué necesitaba estar de nuevo aprisionado entre esos brazos marcados y con la respiración agitada de ese hombre sobre la nuca, pero no podía detenerse. Cuando llegó el clímax, sus dedos se llenaron de la viscosidad de su propio semen, su espalda se arqueó mientras tapaba su boca para no emitir más sonidos.

Xueyu Tanhua definitivamente quería disipar sus cenizas en ese momento, se declaraba totalmente enloquecido.

TGCF. El rincón de los shipps crack y másDonde viven las historias. Descúbrelo ahora