JunLian. La caída de Xian Le

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El cielo parecía teñido de rojo por la sangre derramada y el fuego incendiando cada rincón que era tomado por los llamados rebeldes, un par de ojos topacio observaron la escena mientras su corazón caía en desesperación ante tal escena.

El único ruido que los oídos de Xie Lian percibía era el cuerno que anunciaba su derrota aplastante, solo poniendo atención a eso más que a los gritos lamentables que lo rodeaban. Sin embargo, lo que lo tomó por sorpresa fue observar una figura sobresaliente como una fantasmal aparición, todo era caos, pero esa máscara de risa llorosa estaba dirigida hacia su dirección como si se burlara desde la distancia del destino imparable.

El enojo del príncipe emergió desde sus entrañas, sabía que era la forma real de ese ser, pues su altura no concordaba con las pieles vacías de antes, por lo que saltó para alcanzarla cuando se retiraba, logrando únicamente romperse la pierna sin dar alcance a esa persona. Xie Lian se dejó caer entre la locura, nadie le prestaba atención en ese momento, por lo que sus manos solo apretaron sus sienes como si quisiera reventar su cabeza a la fuerza, sin éxito.

— Xian Le, es momento de regresar a los cielos.

Esa simple frase heló su sangre, la voz que lo susurró en su mente fue el Emperador Celestial con su calma característica, por lo que no pudo volver a negarse a la orden y subió ante el llamado de Jun Wu, no sin antes darles instrucciones precisas a Feng Xin y Mu Qing de que salvaran a sus padres de los motines que se comenzarían a formar.

Una vez caminando por la Avenida Principal de la Capital Celestial, Xie Lian comenzó a sentir la asfixiante realidad, sus manos temblaban recordando cómo había sostenido la Pagoda Real por mucho tiempo y aún así esas personas se atrevieron a gritarle que era su obligación salvarlos.

— No... No... Yo... No...

Esos recuerdos del joven ensangrentado arrastrándose hacia él, los demás enfermos en la manía total, todos queriendo tocarlo cuando él solo deseaba empujarlos para que se apartaran. Ahora que estaba frente a las puertas del Salón Marcial, sus lágrimas nublaron su visión, ¿por qué sus creyentes le habían dado todo el peso a él del sostenimiento de su reino? ¿Acaso no era tarea de todos hacer próspera la calidad de vida? ¿Por qué esas personas lo habían señalado como el único culpable?

Todos los pensamientos se movía  de forma vertiginosa en su mente hasta que le dieron acceso a ese imponente edificio; como lo había imaginado, no había nadie más que Jun Wu en el interior, ya que la persona que lo había recibido los dejó solos al instante. Xie Lian mantuvo el rostro apuntando hacia el suelo, él mismo había pedido su destierro con una altanería que ahora le parecía risible.

— Xian Le, ¿por qué no me escuchaste?

Jun Wu se levantó del trono, caminando con calma con las manos en la espalda, su mirada obsidiana parecía estar llena de compasión hacia un animal indefenso que perdió la pelea contra la naturaleza misma.

— Recibiré el castigo que me designe.

— Eso lo sé, lo que me preocupa es que, no sé si aun con todo esto, aprendiste la lección. Descubre tu pecho.

Los ojos claros se alzaron para mirar al Emperador, pero no pronunció palabra alguna ante tan sorpresiva petición y solo realizó lo solicitado. El dirigente de los cielos se acercó tanto a él que podía percibir el halo cálido de su energía y después de ello, una mano rodeó su cuello con sutileza.

Xie Lian sintió un extraño placer en esa acción, algo que lo avergonzó mucho más, muy en su interior consideraba que merecía la muerte por sus actos, así que si lo hacía Jun Wu, no habría problema. Después sintió la quemazón en su piel hasta que algo en su interior cambiaba, era como caer al vacío y esta vez sentir el dolor del impacto, sus entrañas comenzaron a hacer ruido por el hambre, su cansancio se enredaba en él como una serpiente lista para atacar.

— Xian Le, estás condenado a perder tu poder espiritual. Tus habilidades marciales te ayudarán a sobrevivir en el mundo mortal, pero espero que entiendas por qué hice esto.

— Si... Mi señor...

— Estabas destinado a suceder el trono, ¿por qué lo hiciste?

— La gente común...

El príncipe no pudo seguir su hilo de ideas, volviendo a recordar los ojos inyectados en sangre que le exigían que él mismo entregara cada parte de su cuerpo si era necesario para satisfacerlos, así que solo dejó caer los brazos a los costados después de acomodarse la túnica.

— Llévate a tus subordinados contigo...

Xie Lian asintió haciendo una reverencia pronunciada ante el otro dios marcial y se dirigió hacia la puerta, solo frenó cuando sonó nuevamente esa voz vibrante que tan bien conocía.

— Y Xian Le, pase lo que pase, no desfallezcas.

— . . .

Una vez que Jun Wu se encontró solo en el sitio, la mano que había sostenido el cuello ajeno se apretó en un puño, había estado tentado a asfixiarlo con esa mirada tan excitante para él, pero tuvo que reprimirse o sabía que no iba a lograr permanecer impasible.

Apareció la máscara que lo caracterizaba como Bai Wuxiang y la observó entre sus manos, una risa oscura se escurrió de entre sus labios desde su interior, hablando con sorna.

— ¿No te dije que no tenías que hacer eso? Xian Le, eres tan ingenuo, cometiste los mismos errores... Llena tu corazón de odio, de veneno, regresa a mí como la figura que mereces ser...

Jun Wu caminó con gracia por el salón, sin dejar de ver su máscara como si fuera el menor.

— Tus ojos mientras recibías el grillete me llenaron de emoción, el dolor es visible, pero detrás de él, tu orgullo se quebró y tu enojo escaló tanto como tus heridas. Xian Le, estás dando los pasos necesarios... Dianxia, pronto comprenderás que este mundo no es digno de ti.

La Calamidad vestida de blanco se hizo presente al instante, las ropas funerarias cubrían el cuerpo de alguien que había padecido durante más de dos mil años y que había vivido con ingenuidad ante la inmundicia e invididualidad de la humanidad.

— Sabes cómo desatar la maldición y aún así te negaste, me temo que tendré que continuar mis enseñanzas hasta que tu corazón caiga en el abismo al igual que tu cuerpo y alma.

Nuevamente los dedos que habían rodeado el cuello delicado de Xie Lian temblaron de emoción, Bai Wuxiang apartó la máscara que sostenía para besar las yemas de esos dígitos con una emoción incontrolabe en su ser. Los grilletes demostraban su voluntad en el cielo, pero el que colocó en el castaño tenía un significado íntimo entre su propio sadismo y su debilidad por el masoquismo del otro que deseaba el auto castigo más que nada.

Tenía un toque sexual, esos deseos reprimidos por el otro que se mezclaban con la emoción de ser artistas marciales y tener palpable la sed de sangre, todo envuelto ahora en el cuello pálido que sus labios quisieran recorrer con calma, pero que por el momento solo se adornaba con el grillete de su propio resentimiento y oscuridad interna.

— Dianxia, me conmueves hasta las lágrimas... Desde ahora comenzará tu enseñanza, el abismo es para todos... Hasta para los corazones más puros y heroicos, terminando como una masa inservible en su pecho, en nuestro pecho... Con el silencio abominable recordando nuestra grandeza y fallas...

Así fue como comenzaría la persecución más sistemática de los tres reinos, con el único propósito de guiar a un herido príncipe al mismo sitio al que cayó otro en total soledad y desesperación.

TGCF. El rincón de los shipps crack y másDonde viven las historias. Descúbrelo ahora