JunLian. El regalo de la ascensión

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— Xueyu Tanhua, ¿puedes dejar a Xuan Zhen y a Nan Yang al menos vivir cinco minutos?

— Que conozcas mi contraseña me da escalofríos, pero luego se me pasa imaginándote recitarla.

— Los oficiales solo iban por Xian Le, lo requiero aquí.

— ¿Para qué quieres a Gege?

— Un regalo.

Hua Cheng resopló mientras aplastaba las costillas de ambos dioses con cada una de sus botas negras. ¿En qué momento se había vuelto ligeramente agradable con Jun Wu? Claro, todo se debía a la sonrisa de Xie Lian.

— Si mando a Gege... ¿Puedo seguir torturando a estos dos?

— ¿Tienes una razón esta vez?

— Si.

— Que te diviertas entonces.

La matriz de comunicación se cerró de inmediato, el Emperador estaba confundido, Hua Cheng no se había negado, pero estaba bien para él. Minutos después, vio de nuevo esa cabeza castaña asomada por la puerta.

— Pasa Xian Le.

Xie Lian entró con una cálida sonrisa en el rostro mientras apretaba la canasta que tenía entre sus manos con la cosecha que Hua Cheng y él habían obtenido ese día.

— Traje un pequeño obsequio y pido clemencia por San Lang...

El Emperador sonrió con ternura y se acercó al otro dios acariciando su mejilla suavemente para después sostener lo que le había traído.

— No te preocupes, yo mismo le di permiso a Xueyu Tanhua. Esto se ve delicioso, seguro ayudará a hacer platillos exquisitos, gracias.

Las obsidianas se detuvieron en el rostro siempre hermoso de Xie Lian, dudó por un momento, pero al final terminó convencido de lo que haría. Dejó el obsequio en una de las elegantes mesas a su disposición para luego continuar su plan.

— Hablando de regalos, te tengo uno, por eso pedí que vinieras.

El menor mostró expresamente su curiosidad pero a la vez su vergüenza ante ello, sacudiendo las manos azarosamente.

— No es necesario ningún regalo, no se preocupe mi señor.

— Xian Le, un día como hoy, hace varios años, fue tu primera ascensión. Así que tómalo como un regalo por el mejor día que ha tenido este lugar.

Los orbes color miel se abrieron en señal de sorpresa, pero el sonrojo en sus pómulos eran evidencia de lo especial que era eso para él.

— Gracias, mi señor.

Jun Wu le pidió que lo siguiera a la cámara que era solo para sus encuentros desde que había vuelto a ascender como Emperador y le ofreció tomar asiento. Luego, con su poder espiritual logró proyectar algo que deseaba mostrarle a Xie Lian como regalo.

— La ironía de la vida, Xueyu Tanhua me enseñó a lograr esto.

— San Lang y mi señor me sorprenden cada día más.

— No te emociones, Xian Le. Solo ambos somos hombres de negocios y sabemos lo que nos conviene.

En el reflejo se consolidó una imagen, era la de un bebé castaño, con la piel más suave que se haya visto, jugando en una cuna hecha de los materiales más exquisitos.

El anterior príncipe de Xian Le reconocía al infante como él mismo, pues se había visto mucho en retratos que había por todo el palacio, lo que lo impresionó aun más.

— ¿Soy yo?

El Emperador se aclaró la garganta y comenzó sin responder directamente a la pregunta.

— El mismo día de mi cumpleaños, bajo la misma estrella, nació el príncipe de uno de los reinos con más afluencia a los templos al Gran Dios Marcial. Se dice que el Emperador posó sus ojos en el heredero por esta curiosa coincidencia, pero cuando vio al pequeño, quedó prendado de su belleza.

Cada cosa narrada por Jun Wu, la imagen la mostraba como producto de recuerdos guardados en la memoria del dios.

— Se negó a sí mismo tener algún tipo de interés en él, solo era un bebé y seguramente crecería como un príncipe más, mimado y sin futuro. Pero cada día que iba la familia real al templo a dar gracias, se volvía una ocasión escencial para el dirigente de los cielos, que veía cada vez más ese corazón puro y una sonrisa sincera.

— Una noche, Jun Wu decidió bajar al palacio para convencerse a sí mismo que no necesitaba de esa pequeña existencia, pero, para su sorpresa, una pequeña manita rodeó el dedo con el que había tocado al pequeño para medir su posibilidad de cultivo.

Xie Lian sintió el escozor de las lágrimas en sus ojos cuando vio esa escena tan tierna, él mismo sostenía con fuerza a esa persona siempre impasible, siempre imponente.

— El Emperador se sorprendió por todo el potencial del príncipe, algo que solo reforzó su interés en él. Imagina la belleza que fue para sus ojos, ver como ese bebé se convertía en un niño lleno de alegría, vitalidad y con el interés sincero en el cultivo y las espadas, tal como él. Ahí fue que decidió que seguiría de cerca su camino, agradecido de tener una estrella en el sendero.

Todo terminó con Xie Lian reflejado como un niño tomado de las manos de sus padres, el menor no logró retener el llanto que salió desde su interior. Hua Cheng se lo había dicho, en aquellas noches donde se debatía si ir a ver a esa persona al monte Tong'lu era correcto o no.

"No soy el único que te esperó por 800 años, Gege"

Tenía razón, hubo alguien más que lo buscó aún más años, que intentó educarlo de alguna manera aunque en ese momento solo sentía odio por la figura vestida de blanco, pero en retrospectiva, se dio cuenta de que Jun Wu solo quería evitar su dolor por el egoísmo que imperaba en el mundo.

El Emperador enjugó sus lágrimas con una de sus mangas, secándolas con mucho cuidado.

— Xian Le, no llores... ¿Te sentiste incómodo al ver esto?

El castaño agitó su cabeza en negativa para luego sonreír con ese brillo que le caracterizaba.

— ¡No! Me ha encantado, es solo que... Mi señor, gracias, gracias por posar su encantadora mirada en este Xian Le.

Jun Wu no esperaba unas palabras así, sintió su corazón tamborilear con fuerza y solo suspiró besando la frente ajena ante la sorpresa de Xie Lian.

— Gracias, Xian Le.

— Gracias, mi señor.

TGCF. El rincón de los shipps crack y másDonde viven las historias. Descúbrelo ahora