Habíamos llegado a Qatar hace una semana, después de instalarnos correctamente y ponernos cómodos en la suite y el hotel empezamos con los entrenamientos. Scaloni nos corregía todo el tiempo, nos exigía más resistencia y nos provocaba para que, incluso siendo una práctica, demos los mejor de nosotros.
El primer partido que íbamos a jugar era contra Arabia Saudita, después íbamos contra el ganador entre Uruguay y Corea del Sur, así sucesivamente hasta llegar a la final y llevarnos la copa a casa, porque eso era a lo que veníamos. Todos queríamos esa tercera estrella en el logo de la AFA y no íbamos a descansar hasta conseguirla.
Scaloni nos dió pecheras para que empecemos a competir entre nosotros, armamos varios equipos para enfrentarnos en diferentes tiempos, mientras unos jugaban los otros descansaban. Lionel, Julián Acuña y yo empezamos contra Enzo, Otamendi, Dybala y De Paul, en la portería nosotros teníamos a Dibu y ellos a Armani.
Nos acomodamos y el partido empezó, bastante peleado la verdad. La pelota iba y venía, yo me quedé atrás y subía rara vez; me veía tranquilo hasta que Julián no pudo desviar a Enzo que se acercaba a toda marcha. Como si fuera automático corrí hasta él quién no se percató de mí presencia y le dí una buena barrida.
— ¡Cuti, la concha de tu madre! — se quejó mientras se levantaba con rapidez, pero Lionel ya le había robado la pelota y metimos gol.
— Tenés que estar más atento, ¿Les vas a llorar a los árabes? — cuando se me acercó, enojado evidentemente simplemente sonreí y lo agarré de los hombros para darlo vuelta y empujarlo— Dejá de hacer berrinches y ponete a jugar que Julián se te caga de risa.
No era novedad que esos dos estaban en algo, ya sospechábamos desde que habían llegado de River y estaba uno atrás del otro todo el tiempo.
Seguimos jugando por media hora más hasta que Scaloni tocó el silbato para que hagamos cambio con el otro equipo, salimos los ocho dándoles las pecheras al resto y nos sentamos fuera.
— Pobre Enzo, recién llega el pibe y ya le diste un revolcón por el piso. — Dijo Otamendi mientras se sentaba a mi lado.
— Y bueno, se tiene que acostumbrar y aprender a cómo caer, mirá si algún boludito de otro país lo lesiona, no podemos dejar que eso pase.
Respondí con tranquilidad mientras me terminaba de tomar la botella de agua que había traído.
— Me sigue pareciendo sorprendente que siendo un omega tengas tanta rudeza y fuerza para enfrentarte a cualquiera que se te cruce, te podés hacer pasar por alfa sin problema.
— Mi casta no tiene nada que ver con mi pasión y habilidad para jugar, pero la verdad no es la primera vez que me lo dicen.
Nuestra conversación fue interrumpida por el sonido del silbato, el que hacía de árbitro era papu, le estaba cobrando una falta a Lisandro por tirar a la mierda a Paredes, sonreí divertido. Cuando nos enfrentabamos entre nosotros se quejaban de que la defensa era muy ruda, pero cuando íbamos a los partidos oficiales decían que rompamos piernas si era necesario.
Pasamos el resto del día entrenando, sobreviviendo a base de los mates fríos que nos daba Pablo Aimar de vez en cuando, la cagadera que íbamos a tener después era tremenda.
A eso de las 10:30 pm volvimos al hotel, era de noche y, además de sucios, estábamos cagados de hambre. Nos pedimos unas milanesas con papas fritas y diferentes bebidas. Mientras charlábamos y comíamos llegó otra selección, la de Corea.
Levanté la mirada mientras masticaba para chusmearlos y ver que tan buenos se veían. Habían algunos medianamente musculosos, pero nada a lo que no le pudiéramos ganar, hasta que vi a uno en específico que llamó mi atención sin razón alguna. Estaban hablando en coreano así que no les entendíamos un carajo, pero yo no podía dejar de ver a uno que tenía una cinta con el número siete en su brazo, ahora sentía la necesidad de saber quién era.
— Estos chinos se equivocaron de supermercado che. — Dijo papu mientras algunos se reían y otros le decían que se fue al pasto.
— No seas boludo, no ves que todos tienen el logo de Corea. — Le respondí de una forma tosca, mi forma de hablar, actuar o expresarme era de todo menos dulce y tierna.
— Me parece que estos son los que juegan contra Uruguay, no les tengo mucha fé la verdad, ni siquiera sabía que venían. — Dijo Julián mientras tenía una mano en la frente de Enzo tratando de sacárselo de encima para que no le robe las papas fritas.— ¡Salí de acá, la puta madre! Si querés más papas anda a servirte.
— La araña nunca dice nada, pero cuando pica es terrible. — Comentó Otamendi y la verdad que tenía razón, así de tranquilo como se veía, Julián era terrible.
— Bueno che, dejen de pelear y hacer un escándalo que nos hacen quedar mal. — Mamá Messi apareció para retar a los cachorros que se estaban portando mal, siempre nos reíamos de eso porque de verdad parecía una vieja para los más jóvenes, incluyéndome.
Mientras los coreanos terminaban de arreglar unos asuntos porque al parecer tuvieron un problema con la estadía, nosotros terminábamos de comer. Fui el primero que se levantó de la mesa para ir a bañarse antes de que me ganen los tres monos con los que compartía habitación.
— Cuti no nos vayas a dejar sin agua que vos tardas ocho horas entre cada baño. — Rodé los ojos con el comentario de Rodrigo.
— Ocho patadas en el culo te voy a dar. — Por estar discutiendo con él y sin ver dónde pisaba terminé chocando con alguien, que casualidad que sea el número siete de Corea.
Mientras los otros boludos se me cagaban de risa, yo no sabía en dónde meterme ni qué decirle o en qué idioma hablarle. Casi me caigo por el impacto así que una de sus manos terminó en mi cintura y la otra en mi espalda, me quería morir.
— Perdón, no te vi. — Probé con el español aunque no tenía esperanzas de que sepa ni una sola palabra.
— Tranquilo, ¿Estás bien?
Fruncí el ceño con sorpresa por su respuesta, hablaba bastante bien a pesar de ser asiático. Simplemente tragué saliva y me separé de su agarre por los silbidos que estaban haciendo de fondo, los iba a teclear uno por uno.
— Sí.
No pude formular ninguna otra respuesta así que me escapé de allí para irme a la habitación de una vez. Nunca le daba la espalda a este tipo de cosas ni me afectaban, pero había algo en este tipo que sí lo hizo. El aroma suyo que pude percibir me había seducido de alguna forma, atrayendome. Olía a café con dos kilos de azúcar y canela, no estaba seguro de poder deducir su casta, pero tenía el presentimiento de que omega no era.
Mientras caminaba hacia mi cuarto sentí una mirada que me seguía, no quería voltear porque sabía que era la suya. Quién mierda era ese Coreano y por qué me había producido tantas cosas con un sólo toque.
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Opuestos. [CutiSon]
Fanfiction[COMPLETA 4/01/23] Cristián Romero, mejor conocido como "Cuti Romero" era una amenaza para cualquier jugador que no sea parte de su selección, el joven omega de 24 años tenía una defensa impecable. No le tenía miedo a deslizarse por el piso para ba...