f i f t e e n.

2.7K 359 206
                                    

Ya habían pasado dos días de mi separación con Heungmin y las cosas no iban tan bien como esperaba. No me refería a los entrenamientos ni nada de eso, ese mismo día hablé con Scaloni y le expliqué que solamente tenía una infección estomacal, pero nada más, evidentemente era mentira.

En los entrenamientos era el único momento donde me sentía bien y podía dejar de pensar tanto en mi vida personal. Nos motivabamos entre nosotros y, después de lo ocurrido, ahora era más apegado a Emiliano. "Cuti, sentate conmigo." "Cuti, cuidado con ese desnivel." "Cuti, te guardé una milanesa." Era agradable tener ese apoyo y cuidado proveniente de un buen alfa.

Ahora eran las 11:30 de la noche y nosotros estábamos preparando un asado en las parrillas que alquilamos, pagamos para poder tomar cerveza con alcohol, trajimos fernet desde Argentina y algunas bebidas más que no podían faltar. ¿La razón? Horas antes habíamos ganado contra Polonia en un 2-0, habíamos vuelto a clasificar y nuestro próximo partido era contra Corea del Sur, pero decidimos festejar todo lo que veníamos logrando porque no sabíamos cuando sería la última vez que jugariamos en la cancha. Nadie quería apostar ni tratar de adivinar nada de lo que se nos aproximaba, aparte de no querer ser mufas y cagarla cuando nos iba bien.

El punto es que estábamos felices, estábamos llegando lejos e íbamos a dar lo mejor de nosotros para alcanzar aún más. Mientras Lautaro y Ota controlaban el asado, Papu y Rodrigo junto a Di Maria y Enzo se encontraban bailando animadamente. Los otros se empezaron a sumar y yo estaba sentado junto a Emiliano mientras compartíamos una botella cortada por la mitad con hielo y un buen fernet preparado.

— ¿Vos podes tomar esto? — Preguntó antes de darme el vaso improvisado, un clásico de mi país.

— Si, ¿por qué no podría? — Pregunté mientras lo recibía y le daba un trago.

Durante la tarde, cuando terminamos de calentar y entrenar, me había sentado en mi cama y en frente tenía la píldora abortiva, me quedé mirándola por unos buenos minutos con la mente en blanco.

— Dale, Cristián. Sabes que esto fue por un descuido que te puede costar la carrera entera.

Me dije a mi mismo bastante molesto, pero mi cuerpo no se movía. Me levanté de la cama y gruñí antes de empezar a caminar por la habitación. ¿Y si no lo hacía? No, tenía que hacerlo.

Antes de que las cosas se volvieran más difíciles para mi, agarré una botella de agua y volví a buscar la píldora, sin pensármelo dos veces me la metí a la boca y di un buen trago de agua sintiendo como bajaba por mi garganta. Listo, no había vuelta atrás.

— Te dije que no iba a tener a ese cachorro, así que cuando me conseguiste la pastilla me la tomé. —Esta vez fui yo quién le entregaba la botella cortada.

— Entonces, ¿se terminó todo con Heungmin? — Su tono de voz era el mismo de siempre, no podía percibir nada más allá de curiosidad.

— No sé, no tengo ganas de hablar de eso ahora, ¿por qué? — Mi cuerpo estaba levemente apoyado contra el suyo, pero pude sentir como una de sus manos pasaba al rededor de mi cintura.

Fruncí ligeramente el ceño y cuando levanté la mirada para preguntarle qué hacía, se acercó a mí hasta besarme. Abrí mis ojos con sorpresa y sin embargo no lo aparté.

No supe si era por el alcohol que tenía en la sangre, por lo triste que todavía me sentía o por las ganas de hacer que Heungmin se arrepienta, pero terminé cediendo ante su toque y correspondiendo el beso, lo alargue tanto como pude y cuando se separó volví a darle otro más corto.

— ¿Para eso querías saber? — Pregunté a unos pocos centímetros de su rostro. Su mano me acercó aún más a su cuerpo y cuando soltó una suave risilla su aliento chocó contra mi cara.

Opuestos. [CutiSon]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora