Capítulo 14: Una cita.

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Estaba dando mis giros, el ensayo hacía horas había llegado a su fin, pero yo seguía practicando una y otra vez la coreografía.

Por el rabillo del ojo me percaté de que Dmitry se acercaba a la sala de ensayo acompañado de Gregor. Lentamente, detuve mis movimientos y pausé la música.

—Hola, hermosa —me saludó Gregor.

—Hola. —Tomé una toalla y comencé a secar el sudor de mi cuerpo.

—Vine a invitarte a salir —comentó el detective dándome un beso en la mejilla.

—Yo los dejo, debo ir con... Tengo cosas que hacer, por favor, has que pare de dar vueltas —pidió Dmitry guiñándome un ojo.

—Me saludas a O —grité con malicia.

Él se giró y me sacó el dedo medio, yo respondí sacándole la lengua.

—¿A dónde vamos a ir? —indagué recogiendo mis cosas.

—Hay un restaurante nuevo, al que hace un par de días quiero conocer y se me ocurrió que podemos ir juntos.

—Seguro, pero tengo algo que hacer a las 5:15 pm —le advertí.

—Te paso buscando a las 9 por...

—Por aquí.

—Sí, sabes que te estoy pidiendo una cita. ¿Verdad?

Dejé lo que estaba haciendo y lo miré un poco asombrada. La verdad, no entendía por qué me sorprendía, después de todo es lo normal. Tal vez era porque me había malacostumbrado al trato de Ibai.

—¿Una cita, cita?

—Sí, de esas románticas —ratificó él mirándome con una sonrisa en el rostro.

—¡Oh! —susurré viéndolo. Sin razón aparente mi corazón comenzó a latir de prisa.

—Nos vemos en la noche —manifestó Gregor dándome un suave beso en los labios.

Me quedé allí parada viendo como Gregor salía de la sala de ensayo, no pude dejar de admirar su espalda ancha y su trasero.

Suspiré y me concentré en arreglarme para ir a visitar a Declan.

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Observé el edificio y me sorprendió ver que sí tenía un nombre. "Fortaleza" se podía leer en ruso. No era muy grande ni llamativo, pero se podía leer.

Entré y al primero en encontrarme fue a Declan. Él estaba parado con pantalón beige, una camisa azul clara y una corbata de lacito.

—Llegaste, Bella, la bailarina —me saludó con alegría.

—Hola, Declan, el piloto —respondí teniendo la bolsa con un par de aviones por armar.

El chico miró la bolsa y al ver su contenido el rostro se le iluminó por completo.

—Muchas gracias, te faltan unos 18 más para quitarle al doc su puesto de mejor amigo —expresó el chico.

—Hablando del doc, ¿lo has visto? —indagué como quien no quería la cosa.

—Vino esta mañana y se fue —dijo el muchacho llevándome al último piso—. Aquí podremos armar uno de los aviones.

Pasé la vista por el local y como la primera vez que vine el sitio estaba solo.

Nos acomodamos en una mesa y sacamos unos de los aviones.

Declan con mucha paciencia, me fue indicando como armar el juguete.

No sabía que se requería tanta paciencia y cuidado, pero lo encontré relajante y disfruté armarlo.

—¡Terminamos! —exclamé llena de felicidad.

—Lo has hecho muy bien —me halagó Declan.

Miré la hora en mi teléfono y eran las 8:30 pm no me daba mucho tiempo de regresar a la academia y cambiarme. Miré mi atuendo y me sentí algo avergonzada.

Tenía puesto un jean oscuro, una franela manga larga rosada, mi abrigo, gorro y guantes de color negro y mis botas. Sin embargo, eso era lo que había y si no estaba vestida correctamente para ir al restaurante, pues iríamos a otro y listo.

—Debo irme, me encantó armar el avión contigo —le dije a Declan.

—¿Nos podemos ver otro día? —indagó el muchacho admirando nuestra creación.

—Podemos, pero en un par de días saldré de gira y estaré ausente al menos un mes.

—Te prometo que te voy a esperar para armar este avión —manifestó él haciéndome sonreír.

—Te prometo que traeré más y los armaremos todos. —Me levanté, le di un beso en la frente y me fui.

Salí de la fortaleza, con la necesidad de saber de Ibai, claro, no me preocupaba su seguridad, porque ya sabía que estaba bien.

Tomé un taxi, le indiqué a donde iba y me puse a ver por la ventana.

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Gregor, me estaba esperando en la entrada de la academia cuando bajé del auto, pagué y caminé hasta él.

—Te ves hermosa —comentó con una sonrisa.

—Y yo pensando en ir a cambiarme de ropa —declaré deteniéndome frente a él.

—No hace falta, eres preciosa hasta vistiendo un saco de papa —aseguró él—. ¿Vamos?

Asentí y Gregor me llevó hasta el lado del copiloto y me abrió la puerta. Entré en el auto, cerro mi puerta y esperé que él abordara el vehículo.

—¿Cómo te fue en tu otro compromiso? —indagó Gregor encendiendo el motor.

—Bien —farfullé.

Gregor tomó mi mano y besó su dorso.

—Yo no pude parar de pensar en ti —confesó. Lo miré y sus increíbles ojos azules me observaban con cariño y deseo.

Sonreí y me acerqué a sus labios.

La mano de Gregor fue a mi nuca y profundizó el beso. Su lengua se abrió paso en mi interior y exploró mi boca con destreza. Por instinto llevé mis manos a su cabello.

No lo tenía tan largo como Ibai, así que solo tiré un poco de él.

—Debemos irnos o juro que te follaré aquí mismo —susurró Gregor y me sorprendí un poco por su lenguaje, él pareció notarlo, pues, se apresuró a añadir—. Lo siento, es la costumbre de tratar con criminales.

—No soy una niña pura e inocente —le recordé con una sonrisa.

—Lo tomaré en cuenta —afirmó él poniendo el vehículo en marcha.

Para mi sorpresa, el restaurante al que Gregor me quería llevar no quedaba dentro de Moscú, sino en las afueras de la ciudad.

Nos detuvimos frente a un lindo, acogedor y elegante restaurante. Gregor se estacionó a un costado del local; descendimos del vehículo y observé el lugar. 

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