Capítulo 39: No hay marcha atrás.

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Tomé el sobre y lo miré por un segundo.

Abrirlo solo me causaría dolor y de eso ya tengo bastante. Es verdad, necesitaba saber dónde demonios estaba Ibai, no que hizo en mi ausencia.

Abrí la primera gaveta de la mesa de noche y lo dejé allí. Por ahora, no me quería ver su contenido.

La puerta se abrió y pasó un hombre bajito seguido de una chica.

—Hola, Bella. ¿Cómo te sientes? —indagó el hombre acercándose a mí.

—Estoy bien, el tobillo me duele un poco, pero del resto estoy bien —respondí.

—Es normal, Rocío tomará un poco de tu sangre para hacer un estudio completo y saber como estás de salud y luego te tomaremos una RX en el tobillo para asegurarnos que no haya fractura.

—De acuerdo —murmuré.

La enfermera tomó una aguja y pinchó mi brazo, llenó un par de tubos de ensayo y tras etiquetarlos salió de la habitación. Después de un par de minutos regresó con una máquina vertical.

—Colocaré este protector sobre tu pierna, pero es totalmente seguro. ¿Vale? —me explicó con calma.

—Creo que es la primera vez que veo este tipo de máquinas —comenté con una sonrisa.

—Es que son nuevas, pero muy útiles —manifestó el doctor—. Lo mejor, es que me da una imagen en tiempo real de tu lesión.

Rocío se alejó un poco y tomó la radiografía. El doctor tomó una tablet que estaba colgada en el lado frontal de la cama y comenzó a revisar.

—Lo bueno es que solo es una torcedura, pero al ser bailarina debes tomarte las cosas con calma, te pondremos un vendaje, no puedes hacer fuerza con el pie al menos por dos semanas.

—Está bien, creo que me vendría bien un periodo de vacaciones —bromeé.

—Yo te recomiendo ir a terapia, hablar las cosas es mejor que quedarse con todo eso dentro —expresó el doctor.

—Estoy bien —aseguré serena.

—Yo no digo lo contrario, solo te regalo un consejo. —El hombre me guiñó un ojo haciéndome sonreír—. Bueno, te dejo con Rocío, nos vemos cuando tenga los resultados de tus exámenes.

El doctor salió por la puerta, justo cuando Gregor regresaba con mi comida.

—Hola. ¿Cómo sigues? —indagó acercándose a mí.

—Sigo bien, no hay fractura, así que dentro de poco estaré bailando de nuevo —le resumí tomando la bolsa.

—Bella, puede que al colocarte la venda te duela un poco, es normal, de todos modos, te recetaré calmantes y relajantes musculares.

—Entiendo, gracia. —Abrí la bolsa y ataqué la comida como si no existiera un mañana.

Rocío trabajó con calma, me dolió, pero recibí el dolor como un viejo amigo.

—Ya he terminado —anunció Rocío—: Nos vemos dentro de un rato, trata de descansar un poco.

Esperé que saliera para ver a Gregor.

—Necesito ir al baño —le dije llevándome una mano a la boca.

Gregor enseguida me levantó en brazos y me llevó al baño, entré y vacié todo el contenido de mi estómago en el retrete.

—¿Llamo al doctor? —preguntó el detective preocupado.

—No —pedí, me levanté y enjuagué mi boca—. He pasado muchos días sin comer bien. Estoy segura de que no tuve que comer de esa forma.

Romance IndecenteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora