Levantarme de la cama ese lunes casi fue misión imposible; el cuerpo me dolía, los raspones estaban con unas costras de sangre seca y los golpes ya estaban color morado intenso.
Sin embargo, el dolor fue lo que me motivó a ponerme de pie.
—¿Estás despierta? —indagó Dmitry entrando a mi habitación.
—Sí, me duele hasta el alma, pero seguro una ducha me ayudará a reponerme —dije agarrando una toalla.
—Odette no irá a la gira —me informó Dmitry.
Me detuve camino al baño y lo observé con el pánico en mi rostro.
—¿La gira se cancela? —indagué con el frío corriendo por mi cuerpo.
—No, ella dice que estamos grandes y sabemos valernos por nuestra cuenta. Además, creó un chat donde debemos mantenerla informada de todo lo que hacemos.
Me quedé en shock observando a mi amigo.
—Debo tener mucho cuidado —susurré.
—Ya lo había pensado, pero ni modo las cartas están echadas.
—Confieso que al principio creí que Paty solo competía de manera sana conmigo y estaba molesta por no ser la bailarina principal, pero con lo que pasó ayer. Temo que sus celos la puedan impulsar a hacer cosas malas —manifesté con preocupación.
—Mal momento para no tener una buena relación con la policía —bromeó Dmitry.
Me llevé una mano al pecho, como si su comentario me hubiera dolido, pero al final me erguí y le saqué el dedo medio.
—Nos vemos en un rato —dije entrando al baño.
Eso complicaba por mucho la gira, claro, también la haría interesante y me mantendría distraída de toda mi vida amorosa.
Salí del baño igual de adolorida, pero revitalizada. Sin embargo, me quedé de piedra al ver a Gregor sentado en la cama con un oso de peluche en las manos y viendo al suelo.
La imagen era tierna.
—Yo tampoco puedo renunciar a ti —susurró alzando el rostro.
Él al verme se puso de pie y acortó la distancia entre nosotros, me tomó de las manos evaluando mi estado físico.
—¿Qué te pasó? —preguntó pegando su frente a la mía.
Iba a responder, pero la puerta se abrió dando paso a un mafioso con un enorme conejo de peluche. Era encantador y aterrador verlo con ese muñeco gigante.
—Dicen que el tamaño importa —comentó Ibai con una maravillosa sonrisa en la cara.
—Así piensan los que la tienen diminuta —replicó Gregor de mala gana.
—Hablo del peluche. Diablos, jamás imaginé que fuera tan pervertido. —Pasó su vista por mi cuerpo y se enfureció.
—Es un defecto de trabajar con criminales.
Ibai cruzó la habitación en dos zancadas, apartó el cuerpo de Gregor con un empujón.
—Te mataré —sentenció Ibai tomando a Gregor del cuello.
—¿Crees que la golpeé?
—Estaba contigo cuando entré.
—Eres un genio, deberías ser policía —se burló Gregor.
—Me caí, salí a trotar y... tropecé y caí por un barranco, pero estoy bien.
—¿Con quién saliste a trotar? —pregunto Ibai.
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Romance Indecente
Chick-LitBella Dubois, es una joven bailarina que se ha esforzado mucho para conseguir una beca en la mejor academia del mundo. Sin embargo, al llegar a Rusia, ella jamás imaginó que el destino cruzaría su camino con el hombre más peligroso de la ciudad. I...