Capítulo 17: Jugando con fuego.

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Lo cierto, era que estaba furiosa, tuve que esperar dos días, para que me asignaran una línea. ¡Dos! Nunca me explicaron bien el por qué, pero la chica que me atendió dijo que era debido a mi nacionalidad.

Lo bueno de todo era que los días pasaron volando, entre ensayos y ensayos.

—Deberías estar arreglándote —comentó Dmitry entrando a la sala de ensayos.

—Ya casi iba a eso —murmuré quitándome las zapatillas—. Necesito tomar un par de tequilas y olvidarme de... —Cerré la boca antes de pronunciar el nombre del idiota que tenía días, desaparecido.

—Espero que esta salida, en serio, nos ayude a reforzar lazos.

—El problema es que siempre existirá la competencia entre nosotras y eso hace que no nos llevemos bien —expuse sin ánimo.

—Lo sé, pero no se me ocurre cómo acabar con esa rivalidad.

—Quizás si todas fuéramos las bailarinas principales, es decir, en la gira, en una ciudad soy yo, en otra Paty, en otra Milena y así —le expliqué.

—Sí, pero entonces la rivalidad seria por las ciudades en las que se van a presentar —señaló Dmitry.

—Que jodido es todo —refunfuñé. Me puse de pie y tomé mi bolso—. En fin, se me hace tarde.

—Salimos en dos horas —declaró Dmitry cambiando de tema.

—Sí, ya mismo me iré a arreglar. —Tomé mi bolso y salí de la sala.

No saber de Ibai me producía ansiedad, pues no sabía si estaba bien o si le había sucedido algo. Todo lo contrario a Gregor, que había estado conmigo y era un romántico empedernido.

Compartir con el detective era fácil, agradable; él siempre tenía un chiste o una historia que contar y en las noches sus masajes me enviaban a un mundo extraordinario.

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Observé mi reflejo en el espejo y sonreí.

Me había puesto un vestido de tiras bastante corto y ceñido al cuerpo, de color negro, unos tacones de miedo y mi maquillaje igual de oscuro que mi atuendo.

Até mi cabello en lo alto de mi cabeza y le hice un par de hondas con la rizadora. Tomé mi cartera y salí de fiesta.

Llegué al lobby de la academia donde ya estaban todo reunidos y al parecer esperando por mí.

—Gracias por dignarte a venir —murmuró Patricia, una de mis compañeras.

—Reina, todo lo bueno se hace esperar —repliqué sin dejar que sus malas caras me afectaran.

—Tenemos 10 minutos esperándote —se quejó otra.

—¿Solo 10? Saqué mal la cuenta —me burlé.

—Nos vamos —concluyó Dmitry.

Todos se levantaron y comenzaron a salir, pero mi compañero me tomó de la mano.

—Por favor, recuerda que vamos a divertirnos, no caigas en su juego —comentó él.

—Lo sé, lo siento, me he dejado provocar —me disculpé.

—No pasa nada, solo evitemos más tensiones.

Salimos y afuera nos esperaba unas vans, subimos a la que estaba más cerca y nos fuimos de fiesta.

Llegamos a un club y al entrar la energía vibrante del lugar era contagiosa. Patricia me tomó de la mano y comenzó a dar saltitos de felicidad.

—Tenía mucho tiempo sin ir de fiesta —gritó emocionada.

Romance IndecenteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora