Capítulo 43: Por ti.

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Respiré un par de veces sin moverme.

—No está aquí, es solo parte de tu hiperactiva imaginación —susurré apretando los ojos. Sabía que el estrés podía provocar alucinaciones, pero no sabía que se podía sentir tan real.

—No te puedes casar con ese cretino. —Escuché de nuevo su voz.

«No es real, no es real, no es...» repetí en mi cabeza como un mantra, pero mis pensamientos se callaron cuando sentí las enormes manos de Ibai tomándome por los hombros.

Él me hizo girar lentamente, pero yo seguía sin abrir los ojos. «Esto es real, en serio Ibai está en mi oficina» pensé.

—Sigues siendo la mujer más hermosa que he visto —susurró pegando su frente a la mía—. Por favor, mírame, necesito verte.

—¿Qué haces aquí? —pregunté sin abrir los ojos.

—Vine por ti. —Abrí los ojos y lo miré.

Estábamos tan cerca que podía sentir el vaho de su aliento.

—Sigo pensando lo mismo que hace dos años —declaré perdida en su mirada.

—No dejaré que te cases con ese malnacido —manifestó él.

—¿Así que solo son celos? —cuestioné.

—No, he vuelto para hablar —me corrigió él.

—Es tarde, de hecho, dos años tarde.

Ibai sonrió, me tomó del cuello y pasó su pulgar por mis labios.

—Que ganas de desnudarte y follarte sobre tu escritorio tengo.

Tragué saliva, no importaba el tiempo que había pasado, Ibai seguía afectándome igual o incluso más que en el pasado. ¿Cómo no caer con esos ojos, esos labios, esas manos y todos los recuerdos que tengo con él? Además, ahora tenía barba, era como si los años trascurrido solo le hubiera otorgado otro nivel de perfección. Sin embargo, debía mantenerme firme en mi decisión.

Lo aparté y me alejé de él.

—Hace dos años me acusaste de deberle dinero a Boris —comenzó a decir—. Así que me tomé el tiempo de hacer mis propias investigaciones.

—Eso ya no importa —dije pasando las manos por mi rostro.

—Hubiera regresado antes, si tu prometido no se hubiera tomado la tarea de asesinar a todos en ese lugar —prosiguió ignorando mi comentario.

—Es de lógica, eran ellos o nosotros.

—No solo murieron los secuestradores, también murieron todos los que ayudaron a rescatarlos —reveló Ibai.

Fruncí el ceño, eso era imposible, yo era testigo de que la mayoría había sobrevivido al tiroteo. Las imágenes de ese día llegaron a mi cabeza y me hicieron perder el equilibrio, pero antes de poder trastabillar, Ibai ya me estaba sosteniendo.

—Incluso, los paramédicos que los atendieron misteriosamente fueron encontrados muertos en sus respectivas casas.

—Mientes —rebatí separándome de él.

—Tengo pruebas que respaldan lo que digo, de hecho, tengo hasta un testigo. —Lo miré.

—Acabas de decir que todos murieron.

—Es cierto, me disculpo, todos menos Baxter, fue difícil encontrarlo y aún más complicado hacerlo hablar, pero al final lo hizo.

—¿Por qué Gregor haría una cosa así? —inquirí confundida.

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