Capítulo 2

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Narra Kian

Luego de arreglarme con ropa deportiva, entré a la casa y subí las escaleras de la segunda planta. Fruncí el ceño, habían muchas puertas.
Caminé por el pasillo mientras las miraba, eran todas blancas.

── Como no ──Rodé los ojos cuando dí con su puerta, también era blanca, solo que tenía su nombre en color rosa y algunas flores pintadas. Toqué y esperé un momento.

── Ah, eras tú ──Me miró con desprecio── ¿Qué coño quieres?

── Vengo a buscarla para que empiece sus prácticas. Póngase ropa deportiva, por favor.

── Sueña despierto con que eso va a pasar ──intentó cerrar la puerta, pero se lo impedí. Dí unos pasos hasta quedar justo delante suyo, agaché la cabeza para verla.

── Mira niña pija, mueve ese culo y cámbiate rápido, no querrás que te lleve cargada hasta el gimnasio con ese uniforme, ¿no?

Agachó la cabeza un momento y luego volvió a mirarme con el ceño fruncido.

── ¡¿Quién coño te crees que eres?! ──Me empujó── Le diré a mi padre ahora mismo cómo me has hablado, te va a despedir, ya verás.

Justo cuando salió de la habitación, ambos miramos al presidente, que nos estaba mirando.

── Papá...──La interrumpió──

── Te pidió amablemente que te cambiaras y no hiciste caso.

── Pero...──Volvió a interrumpirla──:

── Irem, yo mismo le dí el permiso para que no se contuviera contigo, y te lo digo desde ya, no nos vengas a dar quejas a tu madre o a mí sobre cómo te entrena porque no te haremos caso. Te hemos mimado y malcriado mucho, no respetas a nadie, va siendo hora de que te bajen esos humos.

── Papá...──La interrumpió una vez más──:

── ¡Entra a cambiarte ahora mismo!

Ella resopló, entró a su habitación y cerró la puerta de golpe.
Miré al presidente cuando suspiró. Me hizo señas con la cabeza para que lo siguiera. Entramos a su habitación, concretamente fuimos a su terraza.

── No quiero hablarle así, pero Irem tiene que empezar a cambiar, por eso te dí solo a ti la confianza, porque te conozco y sé que no toleras ese tipo de comportamientos, esta es la primera vez que le he gritado, supongo que nunca antes tomó mis palabras en serio porque siempre se ha hecho lo que ella ha querido, pero los tiempos han cambiado. Tiene que aprender a comportarse, a defenderse y muy pronto tendrá que aprender a hacerse cargo de las empresas, que es lo único que le quedará junto con el dinero ──Me miró── Prométeme que la convertirás en una mujer fuerte.

── Le doy mi palabra señor, la señorita Irem podrá hacerse cargo de sí misma gracias al entrenamiento que tendrá.

── Bien. Muchas gracias Kian ──Me dió una palmada en el hombro── Vete ya.

Salí y esperé unos minutos luego de tocar la puerta de Irem.

── ¿Pero es que acaso se está maquillando? ──susurré.

Minutos más tarde salió. Tenía un sujetador deportivo y un leggin, todo negro, incluido los tenis. Se quitó una goma de la muñeca y pasó a recogerse su melena negra.

Bonitas tetas.

Me insulté mentalmente y fui hacia las escaleras.

── Dese prisa, por favor, ya hemos perdido mucho tiempo.

La hija del presidente Donde viven las historias. Descúbrelo ahora