Capítulo 4

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Narra Kian

Pasé la mano por mi pelo y la miré otra vez, estaba en una mesa con sus amigos. No sé cómo coño cedí a esto, pero como el presidente se entere, me mata.
Yo me encontraba un poco lejos de ella, de hecho, ella entró delante y yo minutos después, sus amigos no sabían que yo estaba presente.
La miré atentamente cuando se fue a la pista con una de sus amigas. Ese vestido negro tan ajustado marca sus hermosas curvas, y sus tetas llaman la atención porque el vestido tiene un escote en "V".
Se sujetó el pelo con ambas manos y empezó a mover sus caderas de una forma muy sensual, siguiendo el ritmo de la canción.
Me puse de pié cuando un tipo se acercó a ella por detrás, no era ninguno de sus amigos. Volví a sentarme tranquilo y con una sonrisa luego de ver la bofetada que le dió, el chico se alejó enfadado.
Ya eran la tres de la mañana y yo quería irme, sin embargo, ella lo estaba pasando muy bien.

── Gracias ──le dije al camarero cuando me dejó otro zumo en la mesa. Ya me miraba raro, en toda la noche solo había pedido zumo y agua.
Cuando pasé la vista por la pista de baila y por su mesa, me preocupé al no verla.
Me metí por la multitud. Después de varios pisotones y empujones, logré salir de ahí. En cuanto entré al pasillo de los baños, me enojé. El maldito de antes, la tenía acorralada en la pared, sujeta por las muñecas.

── ¡Que me sueltes!

── ¡Que ni se te ocurra tocarla! ──ambos me miraron── Suéltala.

── ¿Tú quién coño eres?

Tiré de él hacia atrás y me puse delante de ella.

── Ve a por tus cosas, nos vamos.

── No, ella no va a ninguna parte ──Intentó agarrarla pero le dí un puñetazo, cuando cayó al suelo, la miré.

── Ve a por tus cosas.

Salió corriendo. Me agaché delante de ese asqueroso y llevé la mano a su cuello.

── Cuando una mujer dice que no, es no, imbécil ──Volví a golpearlo. Lo hice varias veces hasta dejarlo medio inconsciente.
Salí del pasillo de los baños, varias personas que habían visto lo que había pasado, me miraban raro.
Irem ya estaba ahí con su abrigo y su bolso. Le hice señas con la cabeza para que me siguiera.
Observé como varias mujeres me miraban, algunas se susurraban cosas y me comían con la mirada sin ningún disimulo.
Miré hacia abajo cuando sentí una mano agarrando la mía. Luego la miré a ella, que tenía el ceño fruncido.

── ¡Es mío, perras! ──Se atrevió a gritar. Por la impresión, choqué con  varios chicos que habían delante, luego de disculparme, logramos salir de ahí.
Solté su mano y pasé a buscar en mis bolsillos las llaves del coche y mi móvil. Volví a mirarla cuando se abrazó a mi brazo. Me miró sonriendo.
Le abrí la puerta del coche, antes de que se subiera, la tomé de la barbilla para que me mirase.

── ¿Cuánto bebiste?

Sonrió.

── Así ──Dijo luego de juntar sus dedos pulgar e índice. Rodé los ojos.
Debí estar más atento.
Subí al coche, me puse el cinturón y conduje de vuelta a su casa.
Me puse tenso cuando apoyó su mano en mi muslo.

── Irem...

── Me atraes mucho, aunque a veces me molesta que seas tan idiota.

── Quita la mano, estoy conduciendo.

── No la voy a quitar ──Acercó más la mano a mi entrepierna. Llevé mi mano a su mano, pero ella apretó mi muslo── Te he dicho que no la voy a quitar.

── Joder ──Susurré. Mordí mi labio y aceleré para llegar antes a su casa.

── ¿Yo no te gusto?

Me pareces preciosa y me atraes.

En lugar de decirle eso, no respondí. Es la hija de mi jefe.

La miré cuando quitó la mano de mi muslo, se cruzó de brazos y se recostó en la puerta.
Al llegar a su casa, tuve que llevarla sujetada porque varias veces casi se cae. Entramos por la parte de detrás, subimos las escaleras y abrí la puerta de su habitación, al entrar, la cerré. Justo cuando la iba a tumbar en la cama, se soltó de mi agarre, se quitó el abrigo y levantó los brazos. Fruncí el ceño.

── Quítame el vestido.

── Irem...

── Quítamelo.

Suspiré. Terminé de acercarme a ella, llevé las manos al bordillo de su vestido, tuve que dejar de mirarla, me estaba poniendo nervioso, así que tiré de su vestido hacia arriba pero mirando hacia el lado.

── Listo, me voy ──Me agarró por el brazo y se pegó a mí. Cerré los ojos suplicando una ayuda. Me tensé aún más cuando llevó una mano a mi nuca y acarició ahí. Luego, me tomó de la barbilla y giró mi cara hacia ella, pero yo seguía con los ojos cerrados.

── Kian, mírame.

── No.

── De aquí no saldrás hasta que me mires.

Finalmente abrí los ojos.

── Fingiste que te caías para arrastrarme hasta aquí, ¿no?

Sonrió.

── Funcionó.

── Eres mala.

Se separó un poco de mí. Miré su ropa interior, el sujetador negro que tenía puesto le quedaba súper sexi, al igual que la pequeña braga que tenía puesta.

── Te gusta, ¿verdad?

Se acercó otra vez a mí. Pasó las manos por mi cuello, se puso de puntillas y se acercó a mi boca.

── Irem, para ya ──Susurré sobre sus labios.

── No quiero ──Dicho eso, terminó de pegar su boca a la mía. Al principio me resistí, pero terminé cayendo. Le dí paso a su lengua, llevé las manos a su cintura y las fui bajando hasta llegar a su culo. La terminé levantando haciendo que rodeara mi cintura. Sonrió en medio del beso y tiró de mi pelo por detrás.
Me acerqué a su cama y la tumbé en esta. Dí besos en su cuello y fui bajando hasta llegar a sus tetas. Agarré una por encima del sujetador y besé la otra.
Tiró de mi camisa hacia su boca. Le seguí el beso.
Cuando sentí sus manos en mi vaquero, fue como si despertara. Me separé de ella de inmediato.

── Joder, ¿qué coño estoy haciendo? ──Pasé la mano por mi pelo. Se sentó en el borde de la cama y me miró con el ceño fruncido.

── Kian...

── Lo siento.

Salí de su habitación y me fui directo al pabellón, necesitaba hacer ejercicio. Tenía que dejar de pensar en lo que acababa de pasar. También necesitaría una ducha de agua fría para controlar mi miembro.

La hija del presidente Donde viven las historias. Descúbrelo ahora