Capítulo 17

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Narra Kian

Cuando salí del baño, la ví tumbada en mi cama mirando el techo.
Suspiré y me acerqué al armario. Me puse un chándal cómodo y me senté en el pequeño sofá que tenía en una esquina de la habitación. Ella, que ya se había sentado en el borde de la cama, me miraba atentamente.

── Lo siento, ¿vale?

Dijo finalmente. Negué con la cabeza.

── Lo primero que te dije cuando te entregué tu pistola fue que tenías que llevarla a todas partes. Estando aquí en casa la tienes siempre, ¿pero justo cuando salimos se te ocurre dejarla?

── No pensé mucho, estaba emocionada porque era nuestra primera salida de novios, y ni siquiera disfrutaste porque estabas tenso.

── ¡Estaba tenso porque estamos hablando de tu vida! ──Me puse de pié.

── ¡No tienes que gritarme así! ──se puso de pié también.

── ¡Claro que tengo que gritarte así, eres una irresponsable! ¡Tienes que llevar esa pistola siempre!

Nos quedamos mirando, ambos teníamos el ceño fruncido.
Salió de la habitación hecha una furia. Me dejé caer en el sillón y pasé la mano por mi nuca. Estaba muy tenso y el dolor de cabeza me estaba volviendo loco. Me tomé un relajante muscular, una pastilla para la cabeza y me tumbé.

Cuando desperté, tomé mi móvil y miré la hora. Las dos de la mañana.
Me quedé pensando un momento. Finalmente decidí ir a su habitación. Saludé a los compañeros que me encontré y entré a su habitación, que estaba completamente oscura. Dejé mis cosas en su mesa de noche y me tumbé a su lado con mucho cuidado. Pasé la mano por la cama hasta que dí con ella, estaba de espaldas. Me acerqué, la abracé por la cintura y le dí un beso en el hombro.

Desperté nuevamente, pero esta vez por la alarma. Eran las cinco y media. Besé su pelo, cogí mis cosas y salí.

Estuve todo el día ocupado, así que no la ví hasta la hora del entrenamiento que teníamos juntos. Traía ropa deportiva y el pelo tejido en dos trenzas. Su ceño fruncido me dejó más que claro que aún estaba muy enojada.

── Hola.

── Hola.

── ¿Dormiste bien anoche?

── Tu deberías saberlo, te metiste en mi cama ──Sonreí un poco.

── Lo siento por tumbarme sin tu permiso, es quería estar cerca de ti. ¿Cómo llevas la tarde?

Suspiró.

── ¿Vamos a entrenar o no?

── ¿No puedo primero saber como le ha ido el día a mi novia?

── Bien. Ya está, a entrenar.

Negué sonriendo. Decidí que practicáramos boxeo, aun sabiendo que me demostraría su enojo con golpes.
Mi suposición no se hizo esperar, recibí el primer puñetazo en las costillas.

── ¿Lo vamos a tomar en serio? ──No respondió, simplemente me dió otro golpe── De acuerdo, también te voy a demostrar lo enojado que estoy.

Le lancé varios puñetazos que esquivó, logré distraerla y le di en las costillas.
Los golpes que nos estábamos dando nos estaban doliendo.
Retrocedí cuando me dió en la nariz. Sacudí la cabeza varias veces y luego la levanté cuando sentí que me bajaba sangre.

── ¿Kian? ──Sonó preocupada. La escuché quitarse los guantes. Tomó mi cara e hizo que la mirase── Joder, vamos a tu habitación.

Me quitó los guantes y me llevó tomado de la mano a la habitación.
Nada más entrar, me mandó a sentarme y entró al baño. Salió de ahí con el botiquín. Limpió la sangre y finalmente me dejó un trozo de algodón en la nariz, me mantuve con la cabeza levantada.

── Lo siento mucho, se me fue la mano, olvidé por completo la regla de que no podemos golpearnos en la cara.

Negué sonriendo.

── Que va, estoy orgulloso de ti, has mejorado mucho en la fuerza ──Achiné los ojos── ¿O será que te vuelves más fuerte cuando estás enojada conmigo?

Sonrió un poco.

── Las dos, pero es más cuando estoy enojada contigo.

── Bueno, tampoco puedo quejarme, te demostré que también estoy enojado contigo ──Miré su costillas, donde se le había formado un pequeño hematoma, ella también estaba mirando── Lo siento, ¿te duele mucho?

Sonrió y se sentó en mis piernas.

── Quitando la parte del enojo, siempre entrenamos así, es normal que termine con golpes, necesito entrenar de verdad, no que por ser mi novio, no me golpees cuando estemos entrenando.

── ¿Y si mejor te entrena otra persona?

── Ni hablar ──Negó también con la cabeza── Me gusta que me entrenes, además, cuando nos enfadamos lo usamos como un medio para desahogarnos. Podría entrenar alguna que otra vez con otra persona, pero solo eso, a ti no te cambio.

Sonreí y acaricié su mejilla. Retiró el algodón de mi nariz y miró, luego dió un beso en esta.

── Lo siento mucho amor.

── No pasa nada preciosa, estoy perfectamente.

Nos quedamos mirando. Iba a preguntarle que qué pasaba cuando de repente se sentó dejando una pierna a cada lado de mi cintura. Llevó las manos a mi camiseta y me la quitó.

── ¿Qué haces? ──Sonreí── Estoy todo sudado.

── Yo también, por eso lo haremos en la ducha.

Se estiró y abrió el cajón de la mesa de noche, sacó un condón y me lo mostró.

── Levántate grandullón ──Me reí mientras me ponía de pié con ella. Literal que no pesaba nada, podría estar todo el día con ella encima sin problemas.
Nos habíamos duchado rápidamente para quitar el sudor.
Mordí mi labio cuando me dio la espalda, se apoyó en la pared y puso su culo en pompa ofreciéndomelo.
Me puse el condón y jugué con su entrada rozando mi miembro. Me acerqué y besé su pelo, su mejilla y cuello.

── Me tienes completamente loco.

── Demuéstramelo entrando en mí ──Habló de una forma muy sexi, casi gimiendo.

── Enseguida.

Entré casi completamente y de golpe. Su gemido terminó por hacerme perder el poco autocontrol que me quedaba.

La hija del presidente Donde viven las historias. Descúbrelo ahora