Capítulo 15

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Narra Kian

Fui entrando lentamente mientras nos mirábamos a los ojos.
Mordió su labio y cerró los ojos un momento.

── ¿Estás bien? ¿Quieres que pare?

── Estoy bien. Es solo que hacía tiempo que no lo hacía.

── Si te duele podemos parar.

Negó sonriendo y acarició mi nuca.

── Ya puedes continuar.

Continué entrando. No la metí toda y empecé a salir.

── Entera ──Pidió. Sonreí.

── La próxima vez que lo hagamos. No quiero que después te encuentres mal. Tienes que ir acostumbrándote.

Tiró de mi nuca hacia su boca.

── Cariño, hablas mucho.

Sonreí y la besé. Mis movimientos fueron subiendo de intensidad. Su forma de tocarme y besarme me tenía muy cachondo.
Me separé un poco, la sujeté por la cintura y dí una estocada tan fuerte que gimió alto, se tapó la boca porque sus gemidos estaban siendo continuos.
La imagen que estaba viendo, hizo que mi cuerpo vibrara. Ella con la cabeza hacia atrás y la boca tapada, con el cuerpo sudado y con las tetas moviéndose, hicieron que me corriera. Ella no tardó mucho en llegar. Me dejé caer a su lado con la respiración agitada, me quité el condón y lo dejé sobre el envoltorio. Se apoyó en mi pecho y me abrazó. Besé su pelo y la abracé más a mí.
Suspiré cuando mi móvil empezó a sonar. Nos separamos y me senté en la cama. Luego de leer el mensaje, busqué mi ropa.

── ¿A dónde vas?

── Los chicos de guardia me necesitan.

── ¿Volverás?

── Sí. Seguramente me llevará solo unos minutos.

── Vale. Me daré una ducha.

Besé su frente, cogí el condón y salí de su habitación.
Luego de que resolví el problema, fui a mi habitación. Me dí una ducha y me puse el pijama. Cogí la ropa que me pondría al día siguiente y regresé a la habitación de Irem.
Acomodé las cosas y me tumbé a su lado. Tenía puesto su pijama, estaba dormida y olía a frutas.
Como estaba de frente hacia mí, me pegué a ella casi rozando nuestras narices.

── Eres preciosa ──Susurré.

── Gracias amor ──Abrió los ojos. Sonreí.

── Tramposa, creí que estabas durmiendo.

── Te estaba esperando.

── Lo siento ──Acaricié su mejilla. Sonrió. Llevé mi dedo pulgar a su labio inferior.
Me acerqué y la besé── Gracias por esto Irem, gracias por estar conmigo y darme esta oportunidad.

── Gracias a ti por aceptar lo que sientes por mí ──Me dió un beso. La abracé a mí y respiré su olor.

En la mañana, apagué la alarma, moví la mano por la cama hasta que dí con ella, me acerqué y la abracé, sonreí cuando me rodeo con sus brazos y piernas.

── ¿Qué hora es?

── Las ocho.

── ¿No tienes que trabajar?

── Los domingo son mis días libres, nena.

── Que maravilla. Entonces...¿Salimos?

── No sé, primero tendría que hablar con tu padre para pedirle permiso.

── Bueno, nos arreglamos y hablamos con él.

Me duché primero que ella.
Cuando salió envuelta en la toalla, yo ya tenía puesto unos pantalones negros y los zapatos. Me puse una camisa blanca dejando los primeros botones sueltos y doblé las mangas hasta los codos.
Se había puesto un vestido negro ajustado, con unas botas sin tacón que le llegaban a las rodillas.
Cuando estuvo lista, abrió la puerta de la habitación, yo salí detrás de ella. Nos detuvimos en seco cuando su padre abrió también su puerta, nos miramos en silencio. Tragué duro.

── Buenos días chicos, Kian, necesito que me firmes unos papeles.

Asentí.
Él caminó hacia la escalera, Irem lo alcanzó, cruzó su brazo con el de él y le dijo algo que no logré escuchar.
Bajamos y fuimos al comedor, donde estaban colocando todo para desayunar.

── Señor, Irem quiere salir a pasear, es mi día libre. Quería saber si me da permiso para sacarla.

Se rió.

── Tienes su custodia, son novios y duermen juntos sin siquiera preguntarme, ¿y para esto si preguntas?

Sentí mis mejillas ponerse rojas.

── Quita esa cara muchacho ──dijo divertido── Claro que puedes sacarla.

Solté el aire que me estaba aguantando.

── Que os acompañe uno de los chicos, para que esté atento desde la distancia. Por favor, no vengan en la noche.

── Entendido.

── Necesito que me firmes esto, era lo que faltaba por firma cuando te dí su custodia.

── ¿Qué es?

── Las empresas y las propiedades que heredará Irem, estarán a tu nombre hasta que ella cumpla la mayoría de edad.

Luego de firmar, me entregó una copia.

── Los dejo desayunar, quedamos en la entrada ──Le avisé.

── Kian, ya eres parte de la familia, siéntate.

── Señor, aún no me acostumbro, prefiero que no.

── No te vas a acostumbrar hasta que empieces a aceptarlo.

── Siéntate Kian ──la señora Adeline me dió más miedo, así que sin quejarme más, me senté al lado de Irem. El presidente sonrió.

Una vez terminamos, nos despedimos y salimos. Yo pasé por mi habitación para dejar guardado el papel, puse mi pistola en mi espalda, me puse una chaqueta negra y me eché colonia.

── ¿Hace falta que lleves la pistola?

── Nena, estás en el punto de mira de personas peligrosas, por eso no me hace mucha gracia salir a exponerte así como así, no te lo dije para que no te sintieras mal.

── ¿Yo qué culpa tengo? ──Se cruzó de brazos. Suspiré.

── ¿Ves? Por eso acepté sacarte a pasear  en lugar de decírtelo, porque lo más probable era que terminaras enojada conmigo ──rodó los ojos── No hagas así, en realidad es mejor que nos quedemos aquí.

── ¡Kian!

── De acuerdo, yo solo daba mi opinión.

── Ajá, seguro ──Salió de la habitación. La seguí.

La hija del presidente Donde viven las historias. Descúbrelo ahora