Capítulo 8

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Narra Kian

Desperté con un horrible dolor en el hombro, pero en cuanto la ví durmiendo a mi lado, fue como si el dolor pasara a segundo plano.
Me molestó ver su mejilla, claramente la habían abofetado fuertemente porque tenía visiblemente los dedos marcados, también me molestó ver su labio, que estaba partido en una esquina, y en su frente, justo en el borde donde empieza el pelo, tenía un parche y alrededor estaba morado.

── No tenía que haberte dejado sola en el pasillo.

Se movió, frotó uno de sus ojos y me miró.

── Kian ──Se sentó y llevó la mano a mi frente── Aún estás un poco caliente, ¿cómo te sientes?

── Contigo aquí a mi lado, mejor que nunca.

Sus mejillas se pusieron un poco rojas. Dejó de mirarme.

── No seas tonto, estoy hablando enserio.

── Yo también estoy hablando enserio ──Me miró── Me estaba volviendo loco, Irem. Te estuve evitando porque tu padre es mi jefe, pero después del mal rato que he pasado, pensando en que alguien te haría daño, no puedo seguir haciendo a un lado lo que siento por ti, aunque ya te digo, tampoco tengo claro que es lo que siento por ti, nunca antes había sentido nada por una mujer, lo mío fue siempre sexo sin compromiso, pero sé que tú me haces sentir cosas, cosas extrañas para mí, pero me gusta ──Tomé su mano── Siento haberte hecho daño con las palabras que te dije para que te alejaras de mí, perdóname ──Nos quedamos mirando. Ella tenía los ojos llenos de lágrimas── Ahora está en tus manos si quieres darme una oportunidad o no.

Continuó en silencio. Ambos miramos hacia la puerta cuando la tocaron.

── Debe ser papá, hazte el dormido, no quiero irme todavía ──Sonreí.

── Traviesa y mandona.

── Cállate ──dijo sonriendo. Se puso de pié y fue hacia la puerta. Cerré los ojos.

── Hola cariño ──Lo escuché acercarse── ¿Cómo sigue?

── Aún no despierta. Estuve estas horas bajándole la fiebre.

── Cuando despierte tiene que tomar la medicación. Cariño, vamos a la casa, llevas aquí desde la mañana, no has comido nada y ya casi es de noche.

── Papá, de aquí no me moveré hasta que despierte. Seguiré cuidando de él.

── Irem, vendrá alguien a estar pendiente de él.

── Sabes que si me llevas dentro, volveré aquí, así que no insistas por favor. Pide que me traigan la cena y comida para él para cuando despierte.

Lo escuché suspirar.

── Cabezona igual que tu madre. De acuerdo, vendrá una de las chicas del servicio con comida. Cuando despierte, dale una de las pastillas.

── Vale.

Lo escuché alejarse y luego como cerraban la puerta. Abrí los ojos.

── ¿Por qué no has comido nada?

Se acercó.

── La verdad es que no tenía apetito porque estaba muy preocupada por ti.

Suspiré.

── Lo siento, si hubiese tenido más cuidado no hubiese recibido ese disparo y tú no estarías preocupada. Encima has estado estas horas cuidando de mí, perdón por las molestias.

── ¿Bromeas? La culpa de todo esto es mía, debí irme del pasillo cuando me dijiste que me mantuviera alejada, yo lo compliqué todo y no paraste hasta encontrarme ──Se sentó en el borde de la cama── Gracias por cuidar de mí y por enseñarme a cuidar de mí misma.

La hija del presidente Donde viven las historias. Descúbrelo ahora