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Ya eran las siete de la noche, y el lugar prácticamente estaba vació, pero Zushi insistió en quedarse todavía para ayudar a Gon en cualquier caso, como siempre tan terco. Sin embargo, no había mucho que hacer más que limpiar y cerrar el local cuando sea la hora marcada en el pequeño letrero que colgaba en la ventana de la puerta; además, aun debía recoger los servicios del único cliente que aun imperaba en el sitio, Killua Zoldyck. 

Gon no era tan malo con los estudios, pero él ya había terminado todo, y le sorprendía que Killua se tardará siquiera en acabar una ecuación de matemáticas u otra tarea que dejaron para la casa. Ya llevaba un buen rato con unos cuadernos a la mano, y tres pasteles de chocolate devorados durante el paso de las horas, y se le hacía extraño que no se fuera. Aunque en el fondo le agradecía que se acabará los pasteles, para no tener que desecharlos como ha hecho con otros (obviamente no le darían al cliente algo vencido, sería el colmo para la poca reputación y reconocimiento del recinto).

Zushi bostezó, sentado con el codo apoyado sobre la mesa.

-Como se tardan tu tía y tu abuela, ¿eh?

-Hace rato me dijeron que estaban de camino, no deben de tardar en llegar -dijo Gon, permaneciendo sentado detrás del mostrador, junto a la vitrina de postres.

Pasaron unos minutos, y todo seguía igual, sin ningún cliente deseando entrar al bar, pero unos escandalosos taconeos le puso la piel de gallina a Gon. Aquella persona que se acercaba le había hecho aprenderse de memoria la clásica sinfonía de su modo de andar por la forma tan constante en la que se hacía presente en el café, desde hace un tiempo ya.

-Oh tenemos un nuevo cliente -dijo Zushi, levantándose rápidamente para pararse como un soldados delante del mostrador.

Gon se reincorporó delante del mostrador y su semblante se endureció. La campana de la puerta tintineó y grata no fue la poca esperable sorpresa que se llevó al ver a la mujer y a la chica que acaban de entrar, mostrando ropa lo más estándar posible, ocultando sus ojos azules con lentes negros de sol.

<<Ojalá hallan hecho el ridículo andando por la calle de noche con lentes de sol, si es que no vinieron en su lujoso auto...>>, pensó Gon, con remordimiento.

 -Buenas noches -saludó la mujer. Sus pantalones acampanados caqui y su abrigo café sobre sus finos hombros le daban un aire de superioridad superficial.

-¿Retzu? -dijo Zushi, confundido, viendo a la chica que acompañaba a la mujer-. ¿Qué haces aquí? 

El nombre de la susodicha y la voz de la mujer, Shezen, sorprendieron a Killua. Al instante, trató de esconder su rostro detrás de unos libros. Por fortuna estaba en sentado en una mesa y en un sitio en los que ella no se había dado cuenta.

-¿No es obvio? -inquirió irónica, con una sonrisa arrogante-. Vinimos aquí por un café. 

-¿Así atienden a sus clientes? Que poco profesional -espetó Shezen.

<<¡Ustedes no vienen por un maldito café!>>, gruñó Gon.

-Disculpe, no esperábamos que viniera hoy, fue una sorpresa para nosotros -dijo Gon.

-Una muy desagradable -masculló Zushi entre dientes.

Retzu miró fijamente a Zushi con una mala cara, ni bien Zushi lo notó, esperó en sus adentros que no le haya entendido, lo último que quería eran problemas con ella.

-¿Está tu tía? -preguntó Shezen, dirigiéndose hacia Gon a paso lento, como si intentara intimidarlo.

-Salió.

-¿Llegará pronto?

-Ni idea -respondió secamente.

Zushi lo miró confundido, y Gon le hizo un gesto apretando sus labios, una forma de decirle que no dijera nada. Zushi entendió y disimuló al ver que Shezen ya estaba a su lado, enfrente del mostrador.

Cadenas inquebrantables || KilluGon || YaoiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora