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- Un examen menos, faltan doce -masculló Zushi, bostezando.

Kurapika ahogó una risa mientras los cuatro caminaban en grupo hacia la biblioteca, con sus mochilas colgando de sus hombros.

- Lo dices como si fuera un calvario -comentó Kurapika.

- Yo no soy el número uno de la clase -excusó Zushi.

Gon negó divertido.

- No te preocupes Zushi, Matemáticas no estará tan complicado para cuando terminemos -aseguró Killua.

-Si tú lo dices, Killua.

- De todas formas, si gustas, podríamos reunirnos luego al salir de la escuela -sugirió Killua.

- Si es así, ¿Podría ser en la cafetería de la tía de Gon? -preguntó Kurapika-. Mi padre me pidió de favor que comprara un pastel si volvía a ir.

-¿De verdad? -inquirió Gon, sintiendo como se llenaba de ilusión.

- Sí, los pasteles que nos dieron como agradecimiento por pintar el local le encantaron -sonrió Kurapika.

Gon se sintió muy ilusionado.

-Me dijo que hasta que termine otros trabajos pequeños no podrá ir a terminar el mural del todo, y dijo que no aguantaría hasta que vaya a concluir su trabajo.

- Esa es muy buena señal para el negocio -comentó Killua-. Entonces..., ¿Sí podremos ir a estudiar en la cafetería, Gon?

Gon, sonriendo, asintió.

- Sí, no hay problema.

- ¡Genial! -dijo Zushi, emocionado-. Por cierto, ¿tú tía está considerando hacer pedidos de pasteles? 

- Bueno... No lo ha hecho, pero, ¿Por qué la pregunta? -preguntó Gon.

- Es que mi tía tiene un club de lectura y está organizando un almuerzo para la empresa donde trabaja por órdenes de su jefe -respondió Zushi-. Y está buscando una pastelería que le preparé un tiramisú.

- ¿Tiramisú?

- Sí. Lo necesita para el fin de mes.

- ¿En serio está necesitando ahora mismo un pastel que es para dentro de dos semanas? -preguntó Kurapika, algo incrédulo.

- Eh... sí. Pero así Gon tendría tiempo para preguntarle a la señora Mito si cabe la posibilidad de prepararle el pastel. Yo solo tengo que sugerírselo a mi tía.

- El orden y la anticipación viene de familia, ¿No, Zushi? -indagó Killua.

Él asintió con algo de pena, Gon rio leve.

- Bueno, podría preguntarle a mi tía. Después de todo es una oportunidad.

- Importante oportunidad -recalcó Killua-. Si la tía de Zushi llega a tener una buena primera experiencia, es muy probable que para la segunda vez acuda a la señora Mito con más seguridad, porque ya sabrá la calidad con la que se encontrará en sus siguientes pedidos.

- Pero tendrán que ser bien minuciosos, eh. Mi tía es una mujer muy estricta y escéptica -advirtió Zushi-. Muy raras veces nos ha invitado a comer en familia a restaurantes que no conozca.

- ¿Yyy... ella recomienda de casualidad? -preguntó Killua.

Zushi asintió.

- Sí. Siempre ha sido una mujer que se ha esforzado para lo que hace, y valora el trabajo duro. Y si es un trabajo que merece reconocimiento, ella con gusto corre la voz o califica sitios por internet.

- Empresaria e influyente... -meditó Killua, sonriendo perspicazmente mientras sobaba su mentón.

- Killua, esa cara gatuna que pones me está preocupando... -comentó Kurapika.

- Hablamos de una buena oportunidad, Kurapika -respaldó Killua-. El boca a boca de personas que transmitan confianza puede llegar a ser muy redituable.

- ¿De verdad? -preguntó Gon, sonriendo.

- Por supuesto que sí -afirmó Killua-. Es decir, no digo que tendremos mejores resultados tan rápido, pero los cambios serán muy notorios. Al fin y al cabo, tú puedes tener un negocio, pero los que verdaderamente lo harán crecer serán las personas, los clientes. No muchos lo dicen, pero, a mi humilde opinión, los clientes son los mandamases de un negocio, porque sin ellos no puede subsistir uno.

- Tiene sentido -dijo Kurapika.

- Sí, es verdad... -comentó Gon, pensativo y con algo de remordimiento-. Fue la influencia de la señora Shezen la que arruinó lo que mi tía había empezado a construir. Así que es verdad que una persona con influencia puede mover masas enteras.

Killua logró notar el resentimiento disimulado en sus palabras, y no pudo evitar compadecerse.

<<Gon...>>, pensó Killua, y Kurapika no obvió sus sentimientos de solidaridad.

 - Oigan, chicos. Pero mi tía no es que sea una mujer rica o reconocida, ¿seguros que bastará? -preguntó Zushi.

- Por el momento es la única a quien podemos acudir. Por lo que ella será nuestro primer pase al progreso -comentó Killua, pensativo-. Hasta entonces lo primordial sería que el padre de Kurapika terminé el mural para maravillar con el lugar, y cuando la señora Mito le entregue un hermoso pastel a la tú de Zushi la podremos tener como posible nuevo cliente regular. Será como la carnada para un pez.

- Como gato que a veces pareces, tú debes saber mucho de atrapar peces -bromeó Kurapika.

Gon y Zushi ahogaron una risa.

- Ni se rían -advirtió Killua, apenado-. ¡No es gracioso!

- Tienes que admitir que sí -insistió Kurapika.

- Como sea -dijo Killua-. Primero tenemos que hablar con la señora Mito para ver si puede hacer el pastel para que Zushi le recomiende los pasteles del café bar.

- A ver si puedo convencer a mi tía también -agregó Zushi.

- Bueno, entonces está decidido. Al salir de la escuela iremos a la cafetería a hablar con la señora Mito y estudiaremos -animó Killua.

- ¡Sí! -asintió Gon.



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⏰ Última actualización: Feb 17 ⏰

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