- ¿Remodelar el lugar? -inquirió Gon, sorprendido.
- Sí, y quizás reacomodar unos muebles -sugirió Killua.
- Desde hace tiempo pensaba hacerlo, pero lo consideraba un sueño casi imposible comentó Mito, sin creerlo.
- Pero ahora podrá hacerlo -dijo Killua.
- Ojalá me hubieras dicho esto antes en lugar de actuar misterioso, Killua -reprochó Kurapika, algo fastidiado-. A mi padre no le gusta tener imprevistos y ser desorganizado. Ahora cuando vaya a casa me dará una diatriba entera de cómo debo ser más anticipado antes de que me dé la oportunidad de explicarle las cosas -explicó, viendo su celular con paciencia, esperando a que su padre le responda.
- Planeaba decírtelo, pero pensé que daría igual porque viniste con el celular descargado.
- Me refería a ayer, Killua -dijo Kurapika, entornando los ojos.
- Estaba ocupado. No preguntes más por favor.
Kurapika suspiró y una pequeña vibración del celular le dio cosquillas a su mano. Su padre había respondido.
- Ya respondió -dijo Kurapika, mostrando unas fotos de su teléfono-. Aquí están todos los colores de su catálogo.
Killua tomó el celular de Kurapika y él, completamente sumergido en escoger un color, le mostró a Mito las fotos, explicándole con cuales se podrían mezclar cada uno para cuando pidan las pinturas. Mito escuchaba, pero todos los colores y sus combinaciones la tenían indecisa y algo mareada por los tecnicismos que Killua le decía. Gon terminó igual de mareado, pero entendía la importancia de escoger un lindo color para pintar las paredes. No todo era tan simple, y más si se trataba de maravillar la vista de los clientes.
Al final, pese a que fue agotador, escogieron unos colores para el comedor del local, ya que decidieron empezar por partes. Y los colores escogidos fueron: tres tonos diferentes de verde, rosado y morado, y una barbárica cantidad de blanco y amarillo pastel, las cuales serían las bases para algo especial que han planeado.
- Solo esos, ¿no? -preguntó Kurapika, escribiendo en el celular.
- Sí. Primero empezaremos con el comedor de la cafetería -respondió Killua-. ¿Qué día de fin de semana la cafetería está cerrada, señorita Mito? -preguntó.
- Bueno... La verdad es que... la abrimos todos los días.
- Sí. Si se pudieran abrir las tiendas en los feriados o días festivos, estoy seguro de que la tienda aun así estaría abierta -comentó Zushi, divertido.
- Pero puedo hacer una excepción por este sábado. Es el único día en el que podría, porque los domingos son los días en los que vienen más personas.
-Hecho.
El ringtone de Kurapika volvió a captar la atención de todos. Él sacó su celular y leyó el mensaje que su padre le mandó.
- ¿Qué te dice? -preguntó Killua.
- Dice que puede conseguirlas para este viernes. Entonces estableceré las fechas -dijo Killua, anotando todo en un cuaderno pequeño.
- Pero... -intervino Kurapika, no sintiéndose muy cómodo-. Digamos que todo depende... de un suma algo considerable -dijo, y mostró la pantalla con la conversación.
Ni Bien Mito y Gon se acercaron a ver con más claridad las delgadas letras, perdieron el aire y palidecieron, sobre todo Mito. Gon solo pudo quedarse contando los ceros de lo que les costaría pagar por la pintura y los servicios que les daría el papá de Kurapika en total. Abe solo miró un poco preocupada la la última nube del chat.
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Cadenas inquebrantables || KilluGon || Yaoi
Fiksi Penggemar¿Han escuchado sobre las "Maldiciones Generacionales"? Se dice que dependiendo de las acciones de nuestros padres, nosotros seguiremos el ejemplo, y si seguimos su mismo camino, nosotros sin darnos cuenta, seremos iguales. Por eso mismo está pasando...