23 de julio de 2018
—Jamie ha estado muy desagradable esta semana.
Lily frunció el ceño y miró a Raúl, que acababa de decir aquello.
—¿Por qué lo dices?
—Porque no deja de celarme con cualquier persona. Estoy parado a lado de un chico, y ya eso me da problemas. Contigo de plano no me dice nada solo porque eres mujer, que sino...
—Habla con él, entonces.
—Tienes razón, voy a terminarlo.
Lily lo miró, sorprendida. Estaban caminando por todo el colegio camino a la biblioteca, lugar al que raramente iban porque a Raúl no le gustaba, decía que habían puras personas educadas y silenciosas, y eso le desesperaba porque sentía que no podía hablar.
—Yo no dije eso —dijo Lily—. Dije que hablaran, tal vez podrían llegar a un acuerdo.
Raúl negó con la cabeza.
—No, hemos hablado de esto antes y siempre promete que va a arreglarlo y no lo hace. Son sus inseguridades lo que lo tienen así y yo no le he dado razones para tenerlas, entonces me cansé.
Vaya, ojalá Lily tuviera esa capacidad emocional. Así desde el primer instante que un chico la tratara mal o se portara relativamente mal con ella, podría darse valor y alejarse.
Solía ser así antes... Pero Carlos, su ex novio, se encargó de volverla como lo era ahora: insegura y manipulable.
No decía que estaba orgullosa de ello.
—Está bien, si eso quieres hacer, te apoyo —murmuró en voz baja, solo porque ya estaban entrando a la biblioteca y ahí todos tenían un código de mantener silencio.
La biblioteca de su colegio era enorme, pero se debía a que tenía muchos donadores lectores que, en vez de ayudar en otras áreas, se concentraban en ese lugar. Así que había hileras de libros por doquier, y mesas para sentarse a leer o estudiar.
A Lily le encantaba leer. Pero le gustaba más hacerlo en casa. Rara vez había venido a la biblioteca porque no le gustaba venir sola, y cuando venía solo era por libros que necesitaba para sus tareas o por algún mandado.
—Ve a buscar los libros que pidió el maestro de Biología y mientras yo busco una mesa libre —dijo Raúl, y Lily asintió antes de meterse entre las hileras.
Eso era lo único que le encantaba de una biblioteca. Que cuando entrabas a un pasillo de ellas, los cuales estaban abarrotados de libros, te sentías como si entraras a un nuevo mundo, y como si esos tomos fueran puertas hacia más mundos nuevos.
Siguió caminando hasta ir a la sección de Ciencias, pero antes de que llegara a ella, pasó por una sección donde había una pequeña sala de lectura, y de haber sido otra persona, ella habría ignorado eso, pero era Kevin.
Él no la miró a ella. Lily estaba oculta en una de las estanterías y solo podías verlo a través de un espacio que había entre los libros.
Kevin estaba sentada en un pequeño sillón con los pies encima de un banquito y tenía un libro en su regazo. Se veía concentrado y en una de sus manos traía un lápiz que movía de un lado a otro, como una acrobacia.
Cómo siempre, vestía con unos pantalones anchos y esta vez traía una camisa de cuadros abierta, encima de la de tirantes. Solo le faltaba un mecate en la cabeza para parecer un cholo de verdad.
Lily no sabía que Kevin iba en el mismo colegio que ella. Jamás lo había visto, o al menos jamás había notado de su existencia.
Pensó en acercarse a él y sacarle plática, pero de repente le entró un terror de que solo la ignorara y se portara igual de amargado que siempre. Así que mejor sacó su teléfono y abrió instagram.
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Mi amada Lily
RomanceUn beso en un antro. Una conversación alocada. Un maratón de Barbie. Un amor perfecto. Una enfermedad inesperada. Una despedida nunca deseada. Estos son Lily y Kev.