El beso que Lily le había dado había sido delicado. Fue el que Kev sintió que necesitaba.
Porque el suyo fue adrenalina pura. Recargó su cuerpo contra la puerta y se acercó a ella tanto como la distancia le permitió. Y la besó. Atrapó sus labios en un beso intenso y lo profundizó con un suspiro de deseo.
Kev sabía a alcohol. Pero estaba segura de que ella también, así que eso lo hacía sentirse más activa. Tenía un ligerísimo sabor a menta, y Lily sentía que perseguía ese sabor mientras subía las manos hacia su rostro para tocarle las mejillas, y el cuello, y el cabello...
Lily sentía como si por primera vez hubiera aprendido a tocar. A tocarlo a él.
Sus manos hallaban cada vez una cosa nueva por tocar. Y Kev no se quedaba atrás. Parecía que había estado deseoso una vida entera por tocarla y hasta ahora apenas hubiera tenido el permiso de ello.
Una mano fue hasta su nuca y se aferró a esta con las raíces de su cabello mientras que la otra bajó hacia su cintura y marcó sus dedos sobre esta. La dejó quieta sobre la puerta y, una vez más, la besó.
Para cuando Lily quiso separarse para tomar aire y besarlo de nuevo, Kev apretó la mano que tenía sobre su nuca y le impidió moverse, lo que logró que le saliera un pequeño gruñido involuntario.
Con fuerza, pero sin lastimar, hizo que alzara la cabeza, por tanto ella miró el oscuro techo de la casa de Kev.
La mano en su cintura se aferró con más fuerza y Lily aguantó la respiración. En medio de jadeos nocturos, sintió cómo Kev se acercaba lentamente a ella para hablarle al oído.
—Quieta, Lily...
Su voz. Tenía la voz rasposa. Parecía como si no hubiese tragado saliva en mucho tiempo. Y parecía muerto de deseo.
Lily obedeció. Incluso cuando sus manos querían luchar por tocarlo de nuevo y mantenerse ocupada, obedeció a lo que le dijo y se mantuvo quieta.
Por unos instantes ninguno hizo nada, ella solo se mantuvo en esa posición y no supo qué hizo exactamente él. Fueron segundos, pero ella los sintió como minutos. Segundos donde solo podía escuchar el jadeo y a la vez susurro de Kev.
Y entonces, sintió unos labios cálidos sobre su cuello. Luego otro más. Y otro. Lo hacía con una lentitud tortuosa, y casi parecía que lo hacía a propósito. Porque se sentía de maravilla, pero ella quería más.
Intentó bajar la cabeza para besarlo, pero de nuevo le dio un ligero apretón a su cabello, y entonces la mantuvo de nuevo ahí.
Se mordió el labio, seguía borracha y aún sentía que veía estrellas en el techo. Pero dudaba que fuera específicamente el alcohol, sino Kev.
Cuando menos se lo esperó, concentrada en esos besos lentos y tortuosos que seguía dejando sobre su cuello, él bajó la mano que tenía sobre su cintura y empezó a viajar sobre su muslo.
Inconscientemente, Lily soltó un suspiro y se relajó ante él, lo que provocó que soltara el nudo en su cabello y la dejara bajar para volver a besarla en los labios.
Alzó las manos con entusiasmo y las enredó en su cuello para darle profundidad al beso. Y mientras, la mano de Kev seguía acercándose a su muslo, jugando con la delicada tela de seda de su vestido para levantar el dobladillo y dejar pase a su piel desnuda.
Lily empujó sus caderas con anticipación, y eso hizo que ambos chocaran sus sexos, recordándoles el deseo insano que sentían por el otro. Escuchó a Kevin gemir, y si creía que no podía ponerse más caliente, estaba equivocada.
Escuchar a Kevin gemir era uno de sus sonidos favorita ahora y lo sería para siempre.
Una de las piernas de Kev se movieron hacia el medio de las de ella y se hizo paso, dejando su rodilla en medio de estas para hacer presión. Una presión tortuosa y a la vez maravillosa. Hizo que separara las piernas mientras que, con la otra mano subió la tela de su vestido hasta que esta se enredó sobre su cintura.
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Mi amada Lily
RomansaUn beso en un antro. Una conversación alocada. Un maratón de Barbie. Un amor perfecto. Una enfermedad inesperada. Una despedida nunca deseada. Estos son Lily y Kev.