Capítulo 21| Una Oferta Inesperada

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No puedo moverme

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No puedo moverme.

El cuerpo de Adrian está sobre el mío, mis manos están siendo inmovilizadas contra el suelo mientras su lengua juega con la mía, caprichosa, sabiendo perfectamente lo que hace.

—Si —murmura sobre mis labios—. No creo que me odies en lo absoluto.

Hace un momento estábamos discutiendo, ya no recuerdo el por qué, para el siguiente él me está besando y recostándome en el suelo luego de que yo dijera que odiaba, no sé qué sobre él.

Estoy teniendo serios problemas para pensar con coherencia. Sobre todo cuando su mano libre se cuela dentro de la parte inferior de mi traje de baño, frotando con toques burlescos mis pliegues, una sonrisa torcida se adueña de sus labios al notar mi excitación.

—También odio cuando sonríes así —miento antes de alzar mi cabeza para alcanzar su boca con la mía de nuevo.

Me quejo cuando lo siento entrar en mí con fuerza, luego, con lentitud, retirarse hasta que está casi fuera del todo, antes de empujar hacia dentro de nuevo de la misma manera. Lo hace una y otra vez hasta que mis caderas comienzan a levantarse en respuesta, alentándolo a moverse más rápido.

—Probaste la mi paciencia —jadea besando mi mandíbula—. También quiero saber como es la tuya.

Mantiene el ritmo constante, sus ojos fijos en los míos, sin dejar ir mis manos. Siento el placer construirse a fuego lento, todo lo que se escucha es el sonido de nuestras pesadas respiraciones acompasadas con el sonido de succión húmeda que nuestros cuerpos crean con cada empuje.

Pero no es suficiente.

—Por favor —mi voz sale como un lloriqueo de desesperación, pero a este punto, no me importa—. Adrian... por favor... Quiero... Necesito tocarte...

Cierto asombro cubre su expresión, el que desaparece rápidamente para luego gruñir un—. Jodido Cristo.

Deja ir mis manos y acelera sus embestidas tan de repente que me hace soltar un grito.

—Nunca pensé que te escucharía decir eso —jadea sujetando mi mandíbula para mantenerme a ras de suelo mientras sus embestidas retoman fuerza—. Me pregunto ¿Cuánto me tomará hacerte suplicar otra vez? ¿Hacerte gritar más?

Siento las lágrimas rodar por mis sienes, a estas alturas ya sabe donde, como y cuanto tocar para hacer que la presión caliente se expanda, y arquee mi espalda. No soy consiente de las palabras que siguen saliendo de mi boca, pero si del efecto que tienen en él, volviendo sus movimientos aún más desenfrenados.

Me rompo a su alrededor, el éxtasis se despliega en mis venas, como el golpe de una droga, que me deja la mente en blanco cuando sus dedos bajan a jugar con mi clítoris al son de sus caderas, incluso creo que pierdo el conocimiento por un segundo, pero él no deja de moverse, me folla a través del climax, mientras grito su nombre y araño la piel de su espalda.

We Have Always Been (WHAB #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora