Elara Farrell y Adrian Holden.
Dos de los herederos de una poderosa asociación criminal británica.
Aunque se conocen desde niños, terminaron por crecer lejos el uno del otro, por crueles razones.
Cuando se vuelven a encontrar dicen odiarse. Ambos es...
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Mi corazón late tan rápido que tengo miedo de que sea una arritmia. Lo que es absurdo porque el causante de eso acaba de cerrar la puerta dejándome a solas con mi borracha amiga.
Me quedo quieta por al menos otros diez minutos, tratando de sopesar lo que pasó.
Él iba a besarme, estoy segura.
«¿Por qué se detuvo?»
Sacudo la cabeza ante el pensamiento, yo no quería que me besara. Corrección, no quiero, en presente, no quiero que me bese.
¿O sí?
«¿A quién quieres engañar? Claro que sí»
Mi teléfono vibra en mi cartera, lo saco para ver como brilla la pantalla con un mensaje de él.
"Conduje el Cial de vuelta a la cochera, si quieres las llaves, sabes dónde encontrarlas"
No respondo. En su lugar me cambio de ropa a un pijama y me quito el maquillaje, hago lo mismo por Kat, quién no tiene la decencia de despertar otra vez. Me recuesto a su lado e intento conciliar el sueño.
***
—¿Kat, te sientes muy mal? Creí que era Elara la que había enfermado —le pregunta Adrian con tono burlesco a la castaña.
Estamos en la mesa de la cocina desayunando. O al menos intentándolo.
—Es contagioso, así que aléjate —le murmura.
—La resaca no es contagiosa, hermanita —susurra solo para que ambas le escuchemos.
—Si ya lo sabías, no molestes —lo codea.
Su respuesta se ve interrumpida por la llegada de su madre y la mía, las que se despiden con un sonoro beso, ya que tienen un viaje de negocios a una de las ciudades vecinas.
Nos reunimos en el despacho minutos después.
—¿Por cuánto es esta vez? —le pregunto a mi papá.
—Al menos una semana —responde.
Con el tiempo diría que se han acostumbrado a que siempre uno de los dos esté viajando; sin embargo, la mirada en los ojos de mi padre es exactamente la misma que tenía cuando yo era niña y mamá debía viajar.
La echaría tanto de menos que con suerte no se volvería loco. Aunque de los dos ella es la más cariñosa y atenta, estoy segura de que él es quien, como dicen, cayó enamorado más fuerte.
Una vez estamos todos, tal como Kat me dijo la noche anterior, nos hacen saber sobre el plan para infiltrarnos en el Salón Inferno.
—Lydia, Kat y Lara, las entrevistas son esta tarde, se equiparan con lo necesario para no ser reconocidas. Esperamos contar con las tres, pero el plan puede funcionar si al menos una es contratada. Una vez estén dentro, al menos dos de los chicos irán como clientes y ahí es donde se mantendrán en contacto, el que será cronometrado, si alguna de ustedes no contesta en el tiempo acordado será una señal para intervenir ¿Queda claro? —Espera que asintamos de acuerdo—. Otro par van a estar cerca, encargados de escuchar y ver, por los micrófonos y cámaras. Por último, el plazo es de una semana. Ni un día más.
