Elara Farrell y Adrian Holden.
Dos de los herederos de una poderosa asociación criminal británica.
Aunque se conocen desde niños, terminaron por crecer lejos el uno del otro, por crueles razones.
Cuando se vuelven a encontrar dicen odiarse. Ambos es...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Cada segundo de esa grabación, cada golpe que la veo recibir, lo siento en mi propia piel. El dolor se acumula en mi pecho haciéndolo tan pesado que no puedo respirar.
Hundo la cabeza en mis manos, y trato de enfocarme.
«Inhala, exhala», me repito.
El video sigue andando, hasta el final.
No estoy seguro de como lo hago, pero me las arreglo para levantarme y caminar de regreso a la habitación.
Josh está sentado en el suelo, con su espalda apoyado en la camilla.
—¿Lo viste? —murmura sin moverse.
Me derrumbo a su lado, imitando su posición. No contesto, no puedo, las palabras se habían ido.
»Lo hiciste —responde por sí mismo.
Nos quedamos ahí, en silencio, mirando a la nada por quien sabe cuanto tiempo.
—Elara estuvo ahí horas —susurro cuando por fin logro encontrar mi voz—. El video no dura más de media.
Josh frota su rostro con fuerza—. Cuanto más...
El sonido del monitor de signos vitales lo interrumpe, acelerado y aumentando el volumen, alertando un paro cardíaco.
Nos levantamos con rapidez, y antes de que cualquiera pudiera ir por ayuda, el médico y enfermeras ya están entrando a la habitación y obligándonos a salir.
De repente estamos rodeados de personas, Kat, Brian, Cameron, incluso Derek y Lydia.
Los minutos son eternos hasta que uno de los médicos sale de la habitación.
—La perdimos por un momento... —comienza a decir.
«La perdimos por un momento»
«La perdimos por un momento»
Me cuesta enfocarme en el resto de su explicación, sin embargo, lo hago, me fijo en cada palabra que sale de su boca con atención.
»Aunque logramos reanimarla con éxito, un escenario como este puede volver a suceder en el futuro. Por lo que la mantendremos bajo observación.
Aunque el alivio es inmediato, con la misma velocidad que aparece la preocupación lo opaca.
—¡¿Qué es lo que se puede repetir?! —pregunta Cameron alzando la voz—. ¡¿Qué es lo que le pasa a mi hija?!
—La alta dosis de estimulantes en su organismo le provocó un paro cardiaco.
—¿Estimulantes? —pregunta Brian con voz trémula—. Creí que el examen de sangre solo había arrojado cafeína de lenta absorción.
—Eso creímos en un principio, sin embargo, dado su reacción al tratamiento, la cafeína pudo enmascarar otras drogas que no entraron en acción hasta ahora.
