Capítulo 22| Crisis

430 39 25
                                    

Acaricio el cabello de Adrian con cuidado de no despertarlo, me gusta verlo dormir

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Acaricio el cabello de Adrian con cuidado de no despertarlo, me gusta verlo dormir. Su rostro se relaja de una manera que durante el día y alerta nunca podría.

No está en su naturaleza.

—Me estás mirando —susurra con voz ronca—. Estoy empezando a creer que te gusto.

—Quizá, no estoy segura —digo con las mejillas ardiendo.

—Apuesto que te estás sonrojando.

—Claro que no.

Abre un ojo mientras desliza sus manos alrededor de mi cintura para acercarme a él.

—Lo estás.

—Cállate.

Con una risa baja entierra su cabeza en la curva de mi cuello, prácticamente recostándose sobre mí.

—Me tengo que ir —murmuro.

—No —se queja estrechándome aún más contra sí—. Quédate conmigo. Podemos dormir un poco más.

Con dificultad, porque él no me suelta, veo la hora en el reloj de su mesa de noche.

—No, no podemos. Tú también debes irte.

—¿Quién dijo semejante tontería?

—Mi padre —reí—. Tienes un viaje a Oxford.

—Cierto —se separa para frotar sus ojos, tratando de enfocarse—. ¿No quieres venir conmigo? Podemos dejar a Will en la cajuela.

—Es tentador —asiento—, pero tengo que ayudar a Josh con unos cargamentos en la frontera de la ciudad.

—Él puede solo.

—Tú también.

—Vamos... —insiste repartiendo cortos besos sobre la piel de mi hombro hacia mi cuello—. Por favor...

—Déjame hablar con Josh —termino cediendo—. Lo intentaré.

Sonríe, con esa sonrisa que a mí me encanta, la que hace que los costados de sus ojos se arruguen. La que, me he dado cuenta, reserva solo para mí.

Llevo mi mano a su mejilla, acariciándolo antes de darle un corto beso. O esa era mi intención.

—Todavía tenemos un par de minutos —dice sobre mi boca.

—Vamos a llegar tarde...

—¿A quién le importa? —pregunta tirando de la cinturilla de mi pantalón de dormir.

A él no. Y la verdad es que a mí menos. Tal vez debería preocuparme por la facilidad con la que él puede convencerme de cualquier cosa. Pero estoy demasiado ocupada ayudándolo a quitarme los pantalones de pijama.

El momento se rompe segundos después, porque cuando estamos a punto de llegar a la mejor parte, que es cuando él se quita su bendita camiseta, alguien toca la puerta.

We Have Always Been (WHAB #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora