Capítulo 3| La deuda de un Holden

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—Nunca me arrepiento de ninguna de las decisiones que tomo, princesa —digo posicionándome frente a ella

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—Nunca me arrepiento de ninguna de las decisiones que tomo, princesa —digo posicionándome frente a ella.

—¿En serio? —pregunta apretando el nudo de su cabello—. Llamarme princesa, te aseguro, va a ser la primera.

Al ver que no va a hacer el primer movimiento, me lanzo a por ella y todo se torna demasiado serio en cuestión de segundos. Luego de esquivarme me da un codazo en el costado, no espera para hacerme una zancadilla y tirarme al piso con una llave en el brazo que duele como el infierno.

—Vuelve a llamarme con una palabra que no sea mi nombre una vez más y no seré responsable de lo que haga, y créeme, no quieres ponerme a prueba —murmura sin esfuerzo.

En la posición que estamos es cosa que ella haga un poco más de fuerza y dislocaría mi hombro.

—Lara —la llama Kat, con algo que puedo reconocer como advertencia.

—Estoy bien —le responde sin quitar su peso sobre mí.

—No, no lo estás —digo antes de usar mi mano libre para golpear su mentón haciendo que se tambalee y pierda su agarre—. Espero que eso no sea todo lo que tengas.

Intento invertir nuestra posición, pero se aleja antes de que pueda lograrlo.

Lanzo un golpe, el que esta vez no solo esquiva, sino que aprovecha para sujetar mi brazo, pasar por debajo de el y girarlo utilizando mi propia fuerza, para finalizar el movimiento con una patada en mi cuello que me tira al suelo otra vez.

Hace un ademán de sacar algo de la cintura de sus pantalones cortos, y luego me apunta con sus manos en forma de pistola.

—Pum, estás muerto —dice para luego soplar sus dedos.

No puedo evitar soltar una carcajada.

—Eres rápida.

—Tú también.

Se gira para ir hasta Kat, pero no, no hemos acabado todavía.

Le tomo el brazo, lo doblo hacia su espalda y la empujo al piso, quedando a horcajadas sobre ella.

—¿Qué dem...? ¡Adrian, quítate! —exclama intentando golpear mi cara con su codo libre.

Esquivo el impacto y alcanzo a agarrar su mano para sujetarla a su espalda junto a la otra.

—¿Quién está muerta ahora? —murmuró en su oído.

—Tú y Will, hacen lo mismo —contesta—. Alegan la victoria antes de tiempo.

Esperaba un golpe con su cabeza. O que de alguna forma nos obligara a girar en el suelo.

Cualquier cosa, menos que se las arreglara para morderme. La sorpresa más que el dolor fue lo que me hizo perder la concentración, lo que ella aprovechó para soltarse. Sin darme tregua, golpea mi rostro con su codo.

We Have Always Been (WHAB #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora