Elara Farrell y Adrian Holden.
Dos de los herederos de una poderosa asociación criminal británica.
Aunque se conocen desde niños, terminaron por crecer lejos el uno del otro, por crueles razones.
Cuando se vuelven a encontrar dicen odiarse. Ambos es...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Durante la reunión intento leer el estado de ánimo de mi hermano y padre, pero es imposible. Están concentrados en lo que haremos en el Salón Inferno, tan enfocados que en este momento, nada más que eso existe.
Lo que comienza a inquietarme otra vez, pero lo ignoro.
Esto es más importante ahora mismo, debemos terminar de planificar, cubrir los puntos ciegos que pueden provocar nuestro fracaso. Pasamos el día corriendo, cada uno encargado de una cosa distinta. Me quedo con Micah en la Mansión para decidir la posición que tomaría su gente.
Él y ellos son francotiradores del mismo nivel de mi hermano.
Me quedo con él, porque Micah conoce sobre el viento y esas cosas que a los que disparan a distancia les preocupa, mientras que yo tengo los cálculos de distancia en mi cabeza. Josh debe ocuparse de otros negocios que no podemos descuidar por esto.
—Entonces, deja ver si lo entiendo, la idea no es incinerarlos ¿Verdad? —pregunta estrechando sus ojos de lobo siberiano.
—La verdad es que si no logran salir, tampoco me quitaría el sueño —contesto concentrada en el plano.
—Sanguinaria, printsessa, me gusta.
—Si ponemos unos francotiradores aquí —apunto en las fotos de los alrededores y del mismo Salón que teníamos sobre el papel, en específico al techo del edificio en frente del Local—. Tendremos control parcial de este lado del local.
Él analiza el lugar y asiente de acuerdo.
—Llamaré para que consigan acceso —contesta, aprovecho de abrir la bolsa de dulces y comienzo a comer un chocolate.
Micah regresa sonriente.
—Tendrás a tus francotiradores listos y dispuestos —informa.
Asiento con la boca llena.
—¿Tú incluido?
—Por supuesto —consiente—. Tu primo, ¿Cómo es que se llama...?
—Como si no recordaras su nombre —lo molesto, el alza las cejas haciéndose el desentendido—. Derek. —Termino por completar de todas formas.
—Cada vez que lo veo, está más apuesto —dice con una sonrisa pícara.
—Si es muy guapo —repito divertida—. Si yo no era lo suficientemente guapa, me pudiste haber avisado y lo hubiese enviado a él.
—No, no me habría concentrado, ni él, sabes que no soy tímido. —Se encoge de hombros.
—¿Tímido? Eres un promiscuo, Micah —bromeo.
—Hablando de timidez. —Me roba un trozo de chocolate—. ¿Qué está pasando entre tú y Holden?
