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Dos semanas después.


Había pasado dos semanas desde lo ocurrido, había mandado a cubrir la ventada de mi habitación, no salía de casa por el temor de poder enfrentarlo, verlo otra vez me haría recordar cada momento con él, no quería eso.

Quería huir.

-¿Y si nos vamos de campamento? – miró a su amiga.

-Si, eso es genial… los tres solos contra el mundo – apoyó.

Me quedé en silencio, desde hace unos días que dejé que Steve y Robin entrara a mi habitación, mamá decía que la compañía era buena pero ellos me asfixiaban, tenían tantos planes y yo solo quería dormir.

-Robin… - miró a su amiga.

-Iré a robar galletas de la señora Henderson – sonrió mientras se iba.

Se quedó en silencio.

Nos quedamos unos minutos escuchando la respiración del otro hasta que lo sentí acomodarse a un lado de la cama.

-Sé que duele…

-Duele como una mierda – respondí.

-Cuando Nancy rompió conmigo fue tan… frustrante.

Dolió y aún duele pero con el tiempo pasará, estoy abierto a nuevas posibilidades

-Él me engañó… me dejó esperando – dejé mi mano en mi rostro – Deb-Debí hacerte caso

-Lo sé – soltó un leve suspiro - ¿Cómo harás con la universidad?

-No iré, buscaré un lugar que no tenga algo que ver con California – limpié mis lágrimas.

-A donde sea que vayas… sabes que puedes contar conmigo


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Tres semanas.

No había rastro de él.

-Cariño, debes salir…

-Si salgo mamá – dejé mi rostro en la almohada.

-Ir a cuidar a la hija del Jefe no es salir – regañó.

No escuché nada más, ella había salido de la habitación en busca de mi hermano.

-Eli, mamá quiere que vayas al super por las cosas que le falta – dejó el dinero en la mesa de noche – Será mejor que te apresures, sabes que no le gusta esperar

Levanté la cabeza viendo como el menor salía como una bala, solté un leve suspiro poniéndome de pie, debía agradecer que había tomado una ducha hace unas horas así que solo me puse las zapatillas y una polera.

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Salí de casa luego de recibir la lista de compras de mamá, había una que otra cosa de condimento para Dios sabrá que, unas cosas de aseo y un par de chucherías que supuse que era por parte de mi hermano.

-¡Eli!

Me detuve a escuchar su llamado, este venía corriendo para quedarse a la par, no me había dado cuenta los metros que había caminado.

-¿Qué sucede?

-Mamá quiere que te acompañe, ya sabes – sonrió – Soy tu defensor

Pasé mi mano por su cabeza para luego dejarlo sobre sus hombros y así caminar a la parada de autobús, ya casi anochecía por lo que era temprano.

EN OTRA VIDA || Billy Hargrove Donde viven las historias. Descúbrelo ahora