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Maratón 2/3

Abrí la puerta sin abrirla por completo, ahí se encontraba Steve con los brazos cruzados, este trataba de mirar dentro de casa pero no lo permitía.

-Hola Steve, ¿Qué te trae a mi humilde hogar?

-¿Ese no es el camaro de Hargrove? – señaló hacia atrás sin quitar la mirada de su amiga.

-¿Hargrove? ¿Qué es un Hargrove? – me hice la desentendida.

-Muy graciosa Eli ¿Está adentro?

-¿Eh?

-¿Estoy soñando o eres tú Harrington?

El rubio abrió la puerta tras la chica dejando caer su peso en el umbral de la puerta, el castaño miró a su amiga con una ceja levantada.

-¿Qué hace en tu casa? – ignoró al rubio.

-Pues…

-Solo traje a mi chica a casa, Harrington – sonrió.

-¿Tú chica? – soltó una carcajada – Ya deja de soñar Hargrove, Elienor – miró a su amiga – Necesito una explicación

-No la necesitas Harrington, mi chica no te debe explicar nada – tomó a la chica de la cintura.

-Espera, espera – movió sus manos - ¿Desde cuándo? ¿Cómo? ¿Por qué? ¿Para qué?

-Hoy, pues preguntando y ya, porque me gusta… supongo – murmuré – Para querernos hasta donde dure

-¿Algo más Harrington?

-Si, necesito hablar con ella – señaló a su amiga – en privado

-Bil- Bae, ¿Por qué no vas a sacar el hielo? – miré al chico – El hielo

-Claro – dejó un beso en los labios de la chica mirando con una sonrisa al chico.

-¿Por qué está en tu casa? Hace unos días casi… casi me deja deformado – admitió.

-Verás, ocurrió antes lo del otro lado – jugué con mis manos.

-¿Por qué con él? Él es tan y tú tan…

-¿Yo qué? – me crucé de brazos - ¿Piensas que no puedo gustarle?

-No, no es eso. Me refiero a que son totalmente diferentes, no congenian

-Steve, te quiero pero yo no me metí en tu relación con Nancy cuando era obvio que no congeniaban

-Porque te apartaste por estar enamorada de mí

-No puede ser – reí levemente – No sé que tanto te molesta, quiero estar con él y ya

-Te hará daño!

-¿Y si no?

-¿Y si, si?

No respondí entrando nuevamente a casa, no iba a discutir con Steve por algo que no planee pero salió y no se lo iba a contar porque estaría de chismoso y quizá nos delate.

-¿Ya se fue?

-¿No pudiste esperar a que yo le diga? – comencé a servir – Sabes, si vamos a ganar esa apuesta hay que hacerlo bien y no solo arrojar la bomba y ya

-No sé que tanto te preocupa, mañana llegaremos y todos se darán cuenta – bebió de su soda - ¿No hay cerveza?

-No, en esta casa no se permite – llevé los platos al comedor – Comamos

Luego de comer el rubio se fue, estuvo algo distraído en la comida pero logró terminar.







-Mamá, hoy iré con las chicas del equipo – tomé mi mochila – Hay un juego importante

EN OTRA VIDA || Billy Hargrove Donde viven las historias. Descúbrelo ahora