୧ ׅ𖥔 ۫ 𝑺𝒊𝒙𝒕𝒉 ⋄ 𓍯

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La sultana despertó al lado de Süleyman, tenía el cuerpo cubierto con una delgada manta y estaba aún cansada, no quería levantarse y aunque fuera su deber pedir el desayuno lo único que hizo fue cubrirse hasta la cabeza para volver a dormir aunque fue interrumpida por el quejido del sultán al sentir que se movía
-Deja de moverte, por Allah- Dijo el sultán mientras se levantaba cubriéndose y yendo por el desayuno
-No es mi culpa que su madre haya hechando..- Fue lo único que dijo mientras se incorporaba y miraba hacia la puerta con vergüenza
-Hablare con ella- Contestó mientras se empezaba a cambiar y le extendía una bata suya
-Hablaremos, también quiero reclamarle- Dijo de forma rápida la sultana mientras se ponía la bata
-No puedes salir así..- Se acercó a la cama mientras se sentaba y le acomodaba el cabello con cuidado
-Y no quiero que salgas solo contra ella- Dijo mirándolo mientras le tomaba la mano
El sultán solo suspiro y se levantó pidiendo que trajesen vestidos para la sultana y coronas. Luego cuando llegó el desayuno, tomó la fruta y le acercó los bocados con cuidado mientras Mahidevran se intentaba cambiar por su propia cuenta. Al terminar, ambos se levantaron y se dirigieron hacia la puerta de los aposentos del sultán. Salieron de los aposentos encaminados hacia los de la madre sultana, Mahidevran estaba cansada y sentía que le había faltado el respeto al obligarlos a que consumieran el matrimonio sin previa autorización.
Al llegar, el sultán fue anunciado por un aga y la madre sultana se levantó con una sonrisa. Aunque al ver a ambos entrar con semblantes serios, bajo su sonrisa y se hizo la inocente
-¿Mahidevran, Süleyman que los trae por aquí?- Pregunto de forma ingenua, aunque había notado la falta de reverencia de Mahidevran
-Madre, ayer Mahidevran estuvo en mis aposentos y han puesto algo en nuestra comida ¿Has sido tú a caso?- Murmuro el sultán de forma molesta mientras levantaba la mirada, había dejado de Mahidevran no hiciera reverencia a causa de su molestia
-¿Yo? No Süleyman como pensarías que haría algo así- Dijo la madre ofendida por la acusación directa de su hijo
-¡Entonces alguien lo hizo! Fue una falta de respeto hacia mi esposa ¡Nuestro deseo era no cometer el acto!- Dijo el sultán aún más enojado mirando a su madre -¡No puedo dejar que usted se entrometa en mi vida privada! No aceptaré otra concubina que usted envíe y los alimentos serán preparados en una cocina aparte- Fue lo único que dijo antes de hacerle una seña a Mahidevran para que lo siguiera
Mahidevran hizo una reverencia suave ante la madre del sultán para salir detrás de él, no había hablado solo quería ver el enfrentamiento entre ambos así que al momento de detenerse miró al sultán e hizo una suave reverencia
-Debí retirarme su majestad, debo cuidar a mis hijos- Dijo la joven sultana con calma mientras lo miraba
-Está bien, deberás ir al doctor en una semana- Fue lo único que dijo mientras se retiraba hacia su consejo
Mahidevran asintió y se dio la vuelta yendo hacia sus aposentos. Al llegar, abrazo a sus hijos con una gran sonrisa en el rostro dándoles cariñitos y luego se levantó
-Gulsah, que preparen a los príncipes. Deben ir a sus clases diarias- Dijo con calma dándole cariños en el cabello -Y que preparen a las sultanas, me gustaría ir con ellas al jardín- Pidió de forma amable mientras se iba a cambiar

Al ver que todos estaban listos, se levantó con cuidado y salió de sus aposentos en dirección a los pasillos. Al estar en los pasillos, mando a sus hijos con dos criadas hacia las clases y luego fue hacia los jardines con las sultanas. Al llegar, se puso a recolectar las flores del jardín con ayuda de las sultanas de sangre. Una carpa fue puesta para ellas en el jardín y ahí fue donde se sentaron, empezando a hacer hermosas coronas de flores sustituyendo las coronas de oro que alumbraban las cabezas de las sultanas. Todas conversaban de manera animada mientras Mahidevran probaba varios peinados en la cabeza de las sultanas de sangre. Eran estilos sueltos, con trenzas, con coletas y diversas formas y colores que Mahidevran pudiera probar. La felicidad inundaba sus corazones mientras cantaban canciones.
Aunque una no muy feliz Valide se encontraba observándolos desde sus aposentos, se sentía traicionada por su hijo y su nuera cuando ella solo había ayudado a que tuvieran más hijos en la dinastía. Estaba enojada porque no le había hecho reverencia en la mañana, estaba enojada porque su hijo había entrado gritando como un loco. Le había brindado tantos años su apoyo incondicional y que ambos hubieran volcadose en contra de ella era imperdonable. Destruiría su relación a cualquier costo, enviaría cientos de concubinas si era necesario a los aposentos del sultán Süleyman y mancharía la reputación de Mahidevran para que nadie creyera en ella, ya no tendría ni una pizca de poder sobre el palacio ¿Pero sería tan fácil quitar a Mahidevran del camino? La mujer había ganado reputación al adoptar a los hijos de la Haseki, era la única esposa actual y era una mujer completamente libre después de todo.
Mahidevran sabía que la lucha se avecinaba solo que no sabía contra quien aún, los murmullos se oían al momento en el que un carroaje se adentraba al jardín del palacio. La tranquilidad había sido manchada por el ruido del anuncio
"¡Destur, Ibrahim Pasha Hazetleri!" El hombre fue anunciado y bajo del carruaje acompañado de una mujer con una capucha cubriéndole la cara. Mahidevran miró la escena con curiosidad, mientras que la valide sonreía suavemente. Ahí venía su primer movimiento, la mujer que enviaría a los aposentos del sultán. Mahidevran estaba tranquila, si enviaban a otra concubina y si él aceptaba era problema de ambos. Solo se preocupaba por sus hijos y su vida que Allah mediante será longeva.
Las sultanas veían a su madre, Raziye miraba a la mujer con desprecio. Sabía que su madre había madurado, pero otra rival sería algo peligroso para toda la familia imperial y en especial para los príncipes, Turhan miraba hacia su hermana con algunas dudas pero manteniéndose callada y comiendo una suave uva mientras que Mihrimah jugaba con las flores, ella todavía no entendía lo que había en juego pero intentaba parecer tranquila.

𝑶𝒑𝒐𝒓𝒕𝒖𝒏𝒊𝒅𝒂𝒅𝒆𝒔- 𝑴𝒂𝒉𝒊𝒅𝒆𝒗𝒓𝒂𝒏 𝑺𝒖𝒍𝒕𝒂𝒏Donde viven las historias. Descúbrelo ahora