୧ ׅ𖥔 ۫ 𝑬𝒊𝒈𝒉𝒕𝒆𝒆𝒏 ⋄ 𓍯

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Nota del autor:
-¡Antes de empezar la historia! El libro de vestuario ya está disponible en mi perfil por si desean irlo a buscar

Mahidevran salió de sus aposentos en camino hacia el jardín principal siendo seguida por sus criadas y cargando a su más reciente hijo. Debía hacer lo posible por mantener feliz a su hija y si eso implicaba estar parada unas 5 horas en lo que eran pintadas, lo haría con toda la alegría del mundo. Al llegar, vio a su hija con ojos cariñosos mientras sonreía y le daba un suave beso en la cabeza
-Mi sultana hermosa, mi Raziye, te ves preciosa- Dijo Mahidevran mientras le daba una caricia en el cabello
-Gracias madre, usted también se ve preciosa- Comentó la sultana mientras hacía una elegante reverencia y se sentaba en el trono que su padre le había comprado
Mahidevran se paró atrás de su hija poniendo la mano en el hombro de su adorada hija, mientras mostraba una hermosa sonrisa y se acomodaba tomando aire para la joven pintora que estaba esperando a que terminaran de acomodarse para poder empezar a pintar
-Sultanas, porfavor sonrían y si sienten alguna incomodidad pueden informarme para detener la pintura- Pidió la chica con amabilidad mientras empezaba a pintar

En cambio, en Egipto se encontraba Lady Jessica Atreides con su hijo, el heredero a su casa en una ceremonia formal con su emperador
-Su majestad- Habló el chico mientras miraba al emperador haciendo una reverencia
-Atreides..- Habló el emperador mientras se levantaba -Esperó que las órdenes que eh dado sean más que claras, duque-
-Claro que si, la sultana Hatice está siendo de gran ayuda al conectarnos con el sultán Süleyman- Contestó el duque mirando a su esposa

El joven heredero tenía una mueca en el rostro, pero no demostraba su disgusto. El emperador había acordado con la sultana Hatice que si lograban casarlo con la sultana Raziye, él podría quedarse con la sultana Mahidevran, le interesaba su belleza y su agudeza política pero aun así el heredero creía que era injusto para ambas mujeres. Una se estaba entregando a un país que desconocía por completo por la ambición de su padre y la otra no tenía idea de las artimañas que formaban a sus espaldas. Al llegar al palacio que se les había otorgado por ser el futuro esposo de una sultana, habló con su padre en la oficina de este
-Creo que deberíamos cancelar este acuerdo- Pidió el joven pelinegro a su padre
-Estás loco, luego de que te cases nuestra casa será la mano derecha del emperador y te nombrarán heredero a la corona- Dijo el padre del menor con desagrado -No me importa lo que la niñita quiera, tu tendrás poder y gobernarás en un futuro solo por un capricho del emperador. En cualquier caso, podríamos amenazar a Mahidevran con Raziye- Dijo el duque con una sonrisa y una mirada siniestra
-Entonces lo que yo quiero ¿te importa?- Cuestionó el heredero
-Paul, escúchame- Suplico el duque intentando hacer entrar en razón a su hijo -Ganaras influencia política y nuestra familia igual, podrás proteger a tu hermana de su familia y nadie las pasará sobre nosotros-
-Pero ella...- Dijo el joven sintiendo pena
-No la conoces, luego volverá a su país de origen- Replicó el duque mientras tomaba a su hijo de los hombros -Eres astuto, ayuda a tu familia-

El joven solo asintió y bajo la mirada, luego hizo una reverencia saliendo de la oficina en dirección a su habitación aunque se topó con su madre
-Paul...- Murmuro la mujer mientras lo miraba -No puedes enamorarte de ella- Ordeno su madre mirándolo
-¿cuando dejarán de darme órdenes?- Cuestionó el joven mientras miraba a su madre -Si me enamoró de ella será mi problema- Empezó a caminar pero se detuvo al sentir la suave mano de su madre en su brazo
-Tuve una visión, esa mujer será tu perdición- Suplico la mujer mientras lo miraba
-Madre...sabes que no creo en las visiones- Contestó joven tomando la mano de su madre con cariño
-Por eso mismo te lo digo, porque estoy preocupada por ti- Suplico la madre mirando a su hijo
-Confió en que todo estará bien- Murmuro el joven dándole un beso en la muñeca y yendo nuevamente hacia su habitación

Al llegar a su habitación, se sentó en el borde de su cama mientras pensaba en todo lo que estaba sucediendo. No conocía a la mujer, ni siquiera había visto un retrato de ella pero por ala razón sentía que eres especial y era mucho más que una esposa a la cual le pedían controlar. Si tan solo pudiera conocerla antes de tiempo y explicarle lo que estaba por venir. Si tan solo pudiera comunicarse y en eso, pensó en escribir una carta en un código que solo ellos pudieran entender así que tomó una pluma y una hoja. Empezando a escribir con rapidez mientras pensaba en cómo comunicarse con ella

De vuelta en el imperio otomano, las sultanas eran retratadas por la chica con hábiles manos. Ambas mostraban una postura magnífica y digna de reverencia. Mahidevran tenía una sonrisa amable, aunque sus ojos demostraban fortaleza y poder que ninguna otra mujer poseía en sus manos. Raziye mostraba una sonrisa algo tensa, pero sus ojos mostraban bondad, en cambio su postura mostraba que era una mujer fuerte y con la que no se podía jugar fácilmente. Se notaba que tenía una mente aguda y ágil ante cualquier situación y al terminar de ser pintadas en el cuadro. Este fue cubierto con una manta de hilos dorados y cubierto con el escudo que Raziye había diseñado para su propia casa real en Egipto. Sería considerada una heredera de alta cuna en su nuevo mundo, a parte de una princesa imperial extranjera con el mismo poder que una esposa de un sultán de n egoísta o hasta más. Así que el cuadro fue enviado y para el deleite de ambas mujeres, llegaron cartas para ellas, unas semanas después hablando sobre el retrato aunque la carta de Paul para raziye era sumamente extraña

𝑶𝒑𝒐𝒓𝒕𝒖𝒏𝒊𝒅𝒂𝒅𝒆𝒔- 𝑴𝒂𝒉𝒊𝒅𝒆𝒗𝒓𝒂𝒏 𝑺𝒖𝒍𝒕𝒂𝒏Donde viven las historias. Descúbrelo ahora