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Tony salía del instituto una tarde, cuando Pepper lo interceptó en el camino.

–¡Tony!

–¿Pep? –en cuanto Tony la vió sonrió en grande y abrazó a su amiga–, ¿qué tal?

Pero en cuanto el abrazo terminó, Pepper lo pellizcó del hombro y Tony soltó un grito adolorido.

–Tú, muchachito –regañó la pelirroja–, has estado evitándonos.

Tony frunció el ceño–. ¿Qué?, ¿de qué hablas?

–Te hemos estado invitado a salir y ya nunca estas disponible. ¿Qué te pasa?

Tony se sonrojó de inmediato–. Ah, es que... he estado con Steve.

–Bueno, pues invitalo para que también salga con nosotros, no pasa nada.

–Yo... Si, esta bien, lo hablaré con él.

Pepper en verdad quería conocer a ese tal Steve, quien supuestamente iba dos cursos arriba de Tony. Ella ya ha había escuchado muchas cosas sobre ese rubio; veinte años, lider del consejo de artes, independiente y atlético.

Parecia ser el chico perfecto.

Pero Pepper sabía que a veces no todo es como aparenta ser,  y no sólo ella pensaba así, también sus amigos.

Claro que habían hablado una que otra vez con Steve antes (indirectamente), para cosas de la escuela, por amigos en común, choques en la cafetería o cosas así.

Pero ahora todo era distinto, porque ahora era el novio de su mejor amigo, de su hermanito.

Ese niñito castaño que lloraba en las tormentas, que no dejaba de lado a su osito Vision, ese niño que creció entre dolor y soledad, ese niñito que Rhodey, Happy y ella se habían prometido cuidar. 

Pero ahora Pepper no sabía como tomar la situación...

–¿Y tu trabajo? –preguntó la pelirroja cambiando el tema–. Me entere por Coulson que lo dejaste, ¿todo esta bien?

–Ah. Si, si. Todo bien Peps.

–¿Entonces por qué lo dejaste?, ¿y de dónde ganarás dinero ahora?

Tony se removió algo incómodo–. Bueno, Steve dice que mi trabajo me esta consumiendo, así que decidió apoyarme económicamente. Dice que es mejor si me enfocó al cien en mis estudios.

–Y tú... ¿estas de acuerdo?

–Si claro, ¿por qué no lo estaría? –pero eso no convenció a Pepper, quien notó la cara indecisa de su amigo.

–Tony... ¿estas seguro que lo que te dice Steve esta bien?

–Si, claro. –el castaño asentía amistoso–. Él solo me esta aconsejando, él piensa en lo que es mejor para mi.

Pepper hizo una mueca inconforme–. Tony, no creo que eso sea...

–¡Tony! –un grito a sus espaldas hizo que pararan de hablar. Y al voltear, un rubio alto impactó en el campo visual de Pepper–. Tardaste mucho amor, ¿todo bien?

Tony sonrió embobado–. Si, si, solo me encontre con Pepper –Tony tomó de la mano a Steve y señaló a su amiga–. Pepper, Steve; Steve, Pepper.

La pelirroja sonrió amable–. Un gusto Steve, he oído mucho de ti.

–Oh, ¿en serio? –Steve sonreía mucho, eso estaba claro, pero por alguna razón, ninguna de sus sonrisas le daba confianza a la pelirroja.

–Tony nunca para de hablar sobre ti.

–Ya veo, grandioso –contestó el rubio tenso–, bueno, en verdad ha sido un gusto, pero debemos irnos.

Eso extraño a Pepper, quien sin haber procesado todo muy bien, sintió un abrazo de despedida por parte de Tony y un pequeño asentimiento de cabeza de Steve.

Pero antes de que se fueran, y de que Pepper le siguiera dando más vueltas al asunto, se precipitó y tomó del brazo a Steve–. Oye, le decía a Tony que deberíamos salir juntos. Tony siempre habla maravillas de ti y todos queremos conocerte, y que ya sabes, seas parte de la pandilla.

Steve volvió a sonreír, pero esa sonrisa no le causo ninguna sensación agradable a Pepper.

–Claro, tu solo dile a Tony cuando y donde y ahí estaremos.

Pepper asintió aún muy confundida, se despidió y los vio partir. No entendía ese sentimiento de malestar en el pecho al ver a Steve, no lo entendía.

Por otro lado, en cuanto Tony y Steve subieron al auto, el castaño miró expectante a su novio. Pero este tenía el ceño fruncido y los labios puestos de una manera molesta.

–¿Estas enojado? –preguntó Tony repentinamente nervioso.

Steve volteó a verlo y rápidamente le sonrió de forma cariñosamente–. No, claro que no tontito, querías que conociera a tus amigos ¿no?, pues así será.

Tony asintió confundido.

–Haría cualquier cosa por ti –Steve le dio un ligero beso en lo labios antes de arrancar el auto–, en serio, cualquier cosa, porque te amo Tony.

Tony sonrió emocionado, sintiendo como las mariposas revoloteaban en su estómago al ver el gesto tan cariñoso del rubio, ¡Steve al fin conocería a sus amigos!

–Yo también te amo Steve –contestó Tony tomando su mano–. Gracias, gracias, gracias.

Y Tony tan en su mundo feliz que jamás notó como Steve apretaba muy fuerte el volante.

Enojado. Muy enojado.

Te Amo TonyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora