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El amor es como una simple y tierna semilla que debe plantarse y regarse con amor, paciencia y compromiso. Así, crecerá y se volverá un árbol con ramas fuertes y llenas de vida que podrán enfrentarse a las adversidades que el mundo depara.

Pero el árbol de Tony estaba seco. Muerto.

Tal vez Tony nunca lo sintió...

Obsesionado con la idea de su amor perfecto jamás notó como las hojas se iban marchitando. Se negó a ver la verdad detrás de la cortina de fantasías que Steve había creado para ellos.

No notó como Steve iba controlando su forma de vestir cada que le decía que dejara de usar ropa ajustada o ropa que a Tony le gustaba.

No notó como Steve revisaba sus tiempos de salida y llegada a tal punto de luego controlarlos.

No notó como Steve lo insultaba con absurdos apodos que al final resultaban ser una "broma".

No notó como Steve iba alejándolo de sus amigos convenciéndolo de que le hacían daño y estar con él era la mejor opción.

No notó como Steve iba cambiándolo, moldeándolo a su antojo, convirtiéndolo en una especie de marioneta que era muy fácil de dominar, de manipular.

No, Tony tal vez no lo notó... tal vez si.

Pero es que en su cabeza solo podía cruzar la idea de complacer a Steve, de ser bueno y suficiente, para así poder recibir amor, ese amor que tanto necesitaba. Tony no quería peleas, no quería golpes, no quería gritos, no quería a ese Steve enojado que apretaba la quijada y tenía comportamientoos violentos, solo quería al novio sonriente, amoroso, comprensivo y detallista del que se enamoro, simplemente quería al chico sonriente, lindo y gentil, hiciera lo que hiciera, solo lo quería a él.

Porque Tony solo podía pensar en hacer lo que fuera para recibir ese asfixiante y adictivo amor. No importaba si lo quemaba y mataba a fuego a lento, no importaba si iba aplastando sus sueños. No importaba. Solo importaba el amor, aún cuando doliera, aún cuando rompiera su alma en deprimentes pedacitos y convirtiera su paz en miedo constante.

Porque solo importaba Steve... ¿verdad?

Ese Steve que lo miraba con desesperación mientras lo jaloneaba y lo tomaba del mentón–: ¡Tienes que comer algo carajo!

Pero los orbes marrones de Tony solo atinaron a mirarlo con indiferencia. Steve al verlo reaccionar así, se sintió impotente, deseperado al ver como el control que tenia sobre el castaño se iba perdiendo, parecía como si a éste ya nada le afectara, como si ya no sintiera simplemente nada. Y aunque Steve había intentado de todo para traer de vuelta a su novio sonriente y alegre, nada había funcionado, ni gritos o golpes. Nada.

Y dando un portazo frustrado Steve se marchó de la habitación, furioso consigo mismo por no haber logrado nada con el castaño. Las cosas no debieron desarrollarse así, se suponía que al estar juntos las cosas cambiarían, todo mejoraría, solo serían ellos dos y nada podría separarlos. Pero la loca y retorcida fantasía de Steve se estaba esfumado al mismo tiempo que el sentido de la vida de Tony.

El castaño, al quedarse solo reaccionó ligeramente y con indiferencia dirigió su mirada a la charola con la comida que se encontraba a sus pies, escaneo con mirada sombría su contenido hasta que de pronto un brillo resplandeciente apareció en los ojos de Tony. Sobre la charola se encontraba aquello que había deseado desde que habia llegado a ese lúgubre lugar.

Una oportunidad de ser libre.

Con manos temblorosas lo tomó.

Y lagrimeo mientras sostenía el ligero objeto en sus sucias manos. Parecía que si no lo sostenía con fervor este terminaría por esfumarse en cualquier momento. Levantándose lentamente y con dolor de la horrible cama en donde se encontraba tirado, miró hacía la puerta.

Steve no tardaría en volver. Oh, Steve...

Cuanto lo habia amado, cuanto le había dado, cuanto había sufrido. Todo por él. Su ceguera le impidió ver detrás del amor que Steve le había ofrecido con sus crueles manos, su ceguera lo había convertido en una estúpida marioneta dispuesta a todo por mijagas de amor con sabor a dolor.

Pero ya no más. Ese día se acabaría todo, ese día llegaría la historia a su fin.

Tony caminó hacía la puerta apretando con fuerza el objeto en sus manos, pero un tirón lo detuvo, la cadena en su pie le impedía avanzar más allá de la cama. Frente a ésta, Steve había colocado un espejo de pared, Tony se miró con tristeza al instante.

Estaba delgado, famélico, irreconocible.

Alguien como él ya no podía pasar como alguien sano y normal. No solo su cuerpo estaba dañado, su mente tambien, su alma no podía más con eso. Con la vida.

Tony sabía que había personas esperando en casa, ¿pero en verdad había una casa a la cual volver? Steve le había dicho que nadie lo había buscado, que nadie lo esperaba... ¿y si eso era cierto? ¿y si ya no quedaba nada a lo cual regresar? De todos modos, ¿qué haría al volver? Ya nada sería lo mismo.

¿Cómo una persona tan rota puede coexistir con la vida?

Sería una carga. Una terrible carga.

Pepper, Rhodey y Happy... no quería arruinar sus vidas trayendo más problemas. Terminar con todo sonaba más fácil. Tanto para él como para los de su alrededor.

De pronto la puerta frente a él pareció cobrar vida poco a poco, materializando una inexistente cara que lo veía con espera, pareciendole decir: A que esperas chico. Tu príncipe azul no existe, no esta detrás de mi. Acaba con esto, es más fácil ¿acaso no lo ves?

Tony abrió la mano y en su palma vio la herramienta fatal. Un cuchillo que encontró sobre la charola. Tal vez Steve no se dio cuenta de lo que había dejado, tal vez la desesperación e impotencia de verlo reaccionar con indiferencia no hizo que viera el cuchillo, tal vez solo era el destino dándole una oportunidad de acabar con todo.

El cuchillo lucía tan... liberador.

Tony no miró nada más que el cuchillo. Su filo liberador y su color resplandeciente, ese color plata mezclado con el fuerte color rojo que él mismo emanaba. Tan hipnotizante...

Y mientras el color rojo opacaba lo plata, Tony no dejó de pensar ni una sola vez:

¿Esto es ser libre?
Pues que dolorosa es la libertad.
Y tambien que roja es... roja como la sangre.

Te Amo TonyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora